Ella dijo algo en medio de una sonrisa tan sensual que sus palabras no importaron. Acercó la cara a la del muchacho del noveno piso y la detuvo justo antes que sus labios se besaran. Su boca entreabierta esperó que él hiciera el próximo movimiento. Fue el instante anterior al despliegue de los fuegos. Por fin la lengua de él presionando contra la suya, por fin los cuerpos amotinando los sentidos en cada poro, cada milímetro de respiración. La carne tomó la consistencia de la lava y el mundo fue una cosa lejana y sin importancia. La mano de ella clausuró el movimiento del ascensor donde viajaban e inauguró otros más acordes con las crecidas tentaciones. No escatimaron manos, lenguas, piel ni nada que perpetuara el placer. Carentes de límites que les precisaran las formas, eran solamente sensaciones detonando en el espacio. Ella gimió con la espalda golpeada contra las paredes cuando él entró en su cuerpo, acometiendo, horadando, con una fuerza indetenible y deliciosa. La dorada consistencia de una cerveza se deslizó como una catarata por su cuerpo húmedo y él comenzó a lamer sus senos. Después la boca de ella mostró que era un vidrio a punto de quebrarse y sintió el grito, el espasmo que le recorría todo el cuerpo como una descarga eléctrica. Y lo vivió enteramente, haciéndoselo vivir también a él.
Entonces escuchó la voz del muchacho del noveno que amablemente le preguntaba si le pasaba algo. Ella abrió los ojos, porque a esa altura —y sin poder saber cuando lo había hecho— los tenía cerrados. Se sonrojó y mintió que le dolía la cabeza. Pensó que acaso esa mentira hacía mejor juego con el gesto que descubrió en su rostro. Temió que la imaginación le hubiera llevado a hacer con el cuerpo algún movimiento, alguna expresión que delatara sus pensamientos.
La eternidad pasó antes de que el ascensor llegara al séptimo piso. Cuando las puertas se abrieron ella se zambulló fuera sin siquiera saludar.
REFERENCIA
Gonzalo Hernendez Sanjorge «LOS PARAÍSOS ARTIFICIALES»
http://www.letrasperdidas.galeon.com/n_gonzaloher03.htm
Ares Cronida 