El fauno del bosque

22 Octubre 2007

Cuando hacia sus recorridos diarios, e iba a ver si podía atrapar desnuda a la ninfa que cuidaba el arroyo cercano, escuchó las voces y gemidos cercanos de una pareja que se amaba. Detestaba a los extraños, sobre todo a aquellos seres de la cercana villa. Esos que talaban los árboles de su bosque y cazaban las criaturas que él cuidaba. Él sabía que a la larga el fin del bosque, su muerte segura significaría. Por ello, sin piedad, espantaba a aquellos seres de extrañas dos patas, que de vez en cuando se atrevían a entrar a su reino de árboles y ramas.

Pero la lujuria de saber que alguna pareja retozaba cerca, era algo mayor que su disgusto. Eso le hizo salir del bosque y acercarse lascivo y deseoso. Esperaba que al menos la chica tuviera redondos senos y firmes caderas. Ya estaba algo cansado de la transparencia etérea de su vecina, aquella ninfa medrosa.

Cuando por fin llegó donde venían los gemidos, no aguantó su disgusto con lo que observó. Instantes después, aún entre gritos pavorosos y piedras que les lanzaba aquel espíritu con cuernos y piernas de cabra, dos chicos corren campo abajo, desnudos, presurosos, asustados e ignorantes de qué disgustó tanto al espíritu del bosque, ya que ellos, ni cazaban, ni talaban.