La bebida de los dioses

30 Septiembre 2007

De los escritos de Atenea, Diosa de la Guerra, en la biblioteca de la Casa Olimpo:

Existieron los dragones antes que los dioses, pero nuestra llegada exigió que esas bestias fueran domadas, cuales perros fieles, a nuestros los deseos. Algunos de ellos se resistieron; así Tiamat tuvo que caer bajo la lanza de Marduk, Apofis ante el poder de Seth, Leviatan bajo la fuerza de Baal, Jormungard ante el martillo de Thor, Pitón ante las flechas de mi hermano Apolo, y sigue la larga lista. Pero, estoy segura, por rumores que me llegan, que algunos de los rebeldes escaparon y se ocultaron en lejanas tierras, donde fingen ser dioses; y estoy convencida de que aquellas bestias, preparan su venganza y nuestro final en aquellos parajes.”

1.- QUETZALCÓATL

Un pequeño dragón se aventuró en las aguas del gran océano y llegó a una tierra nueva desconocida para los hijos de los titanes. Como todos los de su raza, se podía trasmutar y adoptó, para pasar desapercibido, la figura de un hombre alto y fuerte, de piel blanca, de roja cabellera y espesa barba, como los que habitaban en los reinos de los que había escapado. Cuál sería su sorpresa cuando se percató que los mortales acá eran bajos y estilizados, con la piel del color del cobre, negra y lisa cabellera, y lampiños para rematar. Admirados estos seres, por su extraño aspecto, tamaño y fuerza, decidieron hacerlo rey. Él para recompensarlos les enseñó lo que sabía de esos otros pueblos al otro lado del mar. Pero un espectro de esos lugares, con el rostro cruzado por una raya negra, no le gustó su llegada y no podía permitir que aquel recién llegado lo dejara sin su provisión de sangre humana. Una noche, disfrazado de anciano, tentó al nuevo rey con una bebida nueva. El alcohol del trago encendió las llamas del trasmutado y en presencia de sus súbditos volvió a su forma original, de dragón verde azulado, que se elevó por los cielos para no regresar jamás. Pero de los fuegos de su boca trasmutada, por aquella bebida mortal, escupió una semilla, de la cual nació el cacao, y con cuyo fruto amargo aún los hombres se deleitan preparando la ‘Chocolhaa’, en recuerdo de aquella gran serpiente con alas.

2.- DIONISOS

Siendo muy chico, su padre (que ya no lo aguantaba) le dijo que fuera a recorrer el mundo y que aprendiera todo lo que pudiera. El chico hizo como el progenitor mandó. Empezó por Frisia y Tracia, cruzo por Meso y Persia, llegó a la India y se atragantó con las especias. Regresó por el mar y llegó a Arabia, siguió por el norte de África y cuando llegó a los dos pilares que separan Europa de África, tomó un barco y se fue a Atlántida (que aún no la hundía su tío Poseidón). Encontrándose en esa isla, a mitad de camino en el gran charco, cruzo lo que faltaba y llegó a lo que hoy algunos llaman tierra de Mayas y Aztecas. Fue cuando probó la ‘chocolhaa’, una bebida caliente que sólo se servía a los reyes de esas regiones. Cuando regresó a casa, donde sólo olivos y pescado había; ocurrió como le pasa a los hombres, cuando pierden lo más querido; que para olvidar las penas se dedican a la juerga y se pierden en el vino. Desde entonces aquel chico, no pudiendo olvidar su deseo por aquella bebida caliente de los señores de aquellas tierras, se le conoce como el dios del vino y las borracheras. (Lo único lamentable es que si hubiera sido por una hermosa mujer, al menos hoy, se le hubiera justificado esa fama).

3.- POSEIDÓN

—Zeus, hermano, estaba en mi último viaje de negocios, cuando un hijo tuyo estuvo por mi isla y cruzó al otro lado del océano. De allá trajo una extraña bebida caliente. Cuando regresé, me ofrecieron aquel trago espeso, te digo que vomite, por el sabor de aquella cosa marrón y edulcorada. ‘¡ESA NO ES BEBIDA PARA HOMBRES!’ Grite molesto. Te digo hermano eso no era nada comparable con la cerveza del Nilo, o el vino de oriente, incluso el buen vodka de la heladas estepas de la bruja Baba-Yaga o el gran whisky de las tierras del Dios Dagda. Si al menos de aquellas tierras hubieran traído ron o tequila, con eso los hubiera perdonado. No pude soportar ver aquellos hombres bebiendo tal menjurje, eso es algo que no deberían probar ni las mujeres, ni los niños. Así que con dolor y pena, en un día y una noche, mi gran isla la sumergí bajo las aguas, era preferible acabar con Atlántida y que no llegara hasta tu casa aquella bebida, llamada ‘chocolhaa’, que arrasaba con mis hombres, como si fuera una plaga. —Tomando un respiro, continuó diciendo muy tranquilo, ante la sorpresa en los ojos de su hermano a su lado— Estoy pensando, que a falta de mi gran isla, nos podemos reunir en la isla de Santorini, cerca de Creta, este año a celebrar las fiestas. —Dijo para terminar Poseidón.