Hombre lobo en la ficción (3) Los primeros pasos en literatura gótica

El final del siglo XVIII dio origen a la literatura de terror, nos salimos de los hoy clásicos cuentos de hadas (Caperucita y el lobo) y entramos en una nueva era, llena de castillos destruidos, personajes fascinantes, extraños y extranjeros, doncellas en apuros, asesinatos, venganzas; los elementos sobrenaturales que van desde fantasmas, pactos con el diablo, vampiros, brujas y finalizan en los hombres lobo.

En sentido estricto, el terror gótico fue una moda literaria, fundamentalmente anglosajona, que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, como reacción al racionalismo y la ilustración de la época; y hoy en la literatura de terror moderna viven los viejos arquetipos creados en ese periodo que no desaparecieron totalmente.

De aquel primer melodrama ‘El castillo de Otranto’ (1765) de Horace Walpole y sus fantasmas, pasamos a historias de pactos con diablo tales como: Melmoth el errabundo (1820), de Charles Robert Maturin; a cuentos de vampiros aristocráticos, como el iniciando con ‘El Vampiro’ (1819), de John William Polidori; el modelo gótico atrajo incluso escritores famosos como Julio Verne, quien cultivó sobre todo los géneros de aventuras y de la ciencia-ficción, en cuya obra ‘El castillo de los Cárpatos’ (1892) reconocemos los elementos típicos del genero. Aquí tenemos también un castillo tenebroso abandonado, una bella cantante de ópera supuestamente secuestrada por un malvado noble (el Barón Gortz), un héroe enamorado dispuesto a rescatarla hasta enloquecer, supersticiones populares sobre fantasmas y aparecidos, etc., apenas escrita cinco años antes que ‘Drácula’ (1897) de Bram Stoker ambas obras comparte muchos elementos comunes.

Otras grandes obras de este periodo sin embargo se salen de esas características típicas del movimiento literario gótico; así: Frankenstein (1818), de Mary Shelley, El corazón delator (1843), de Edgar Allan Poe, Té verde (1872), de Sheridan Le Fanu; El Horla (1887), de Guy de Maupassant; son rarezas dentro de ese movimiento literario. A fines del siglo XIX, Oscar Wilde tomó este subgénero con humor en su relato ‘El fantasma de Canterville’ (1887).

El famoso creador de ‘Sherlock Holmes’, Sir Arthur Ignatius Conan Doyle, también tuvo sus pequeñas aventuras con la literatura gótica, en ‘Pastoral de Horror’ (1890), un cuento corto que formo parte de una recopilación posterior, narra la historia de un sacerdote con problemas, propenso a ataques de locura en los que mata con el salvajismo de una bestia salvaje. Y una de las obras clásicas de la ciencia ficción se inspira en esta dualidad (hombre-bestia); ‘El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde’ (1886), de Robert Lewis Stevenson tiene un subtexto implícito de hombre lobo.

Unos casi veinte años después, en ‘El campamento del perro‘ (The camp of the dog) (1908) de Algernon Blackwood se narra una nueva aventura de John Silence, un maravilloso detective psíquico creado por el autor, que pronto adquirió una enorme celebridad dentro de la literatura fantástica y la obra sigue manejando el tema de la licantropía psíquica (uno que se cree se transforma en lobo o en bestia).

Nuestro primer hombre lobo literario importante lo tenemos en la obra: ‘Hughes, the WereWolf’ (1838) de Sutherland Menzies; que hace referencia a una leyenda de Kent (un condado ingles al sur de Londres) de la Edad Media. Los hombres lobos iniciales parten con un recordatorio de esa época anterior, pactos con el diablo y juicios a brujas; así con ‘Wagner el Wehr-Wolf’ (1848) de George W. M. Reynolds tenemos el pacto con el Diablo de un campesino alemán, y como se transforma en lobo cada siete años, como pago por riqueza e inmortalidad.

Similar Alejandro Dumas, basado en un cuento popular local que escuchó de niño, escribe ‘Le Meneur de Loups’ (El líder de los lobos) (1857), aquí tenemos Thibault, un zapatero, que es golpeado por el guarda de caza del Señor de los Vez. Thibault se encuentra con un lobo enorme, caminando sobre sus patas traseras como un hombre (una forma del diablo), que le ofrece venganza, Thibault se podrá transformarse en lobo y dominar a otros lobos; cada cambio pierde uno de sus cabellos que son reemplazados por cabellos rojos de lobo en cada transformación. Thibault se va vengando y provocando la muerte de todos los que lo molestan hasta que finalmente; cuando en una de sus escapadas logra apenas regresar vivo de vuelta a su propio cuerpo perseguido por campesinos, sólo para encontrarse atrapado en su propia casa, a la que la gente del pueblo ha prendido fuego.

En ‘Hugo-le-Loup’ (Hugo el lobo) (1869) de Erckmann Émile (1822-1899) y Alexandre Chatrian (1826-1890) narran la historia de una casa noble afectada por una maldición ancestral licantrópica, el sitio es la Selva Negra de Alemania. Por su parte Prosper Mérimée ubica su historia también en una zona rural, esta vez Lituania, su obra ‘Lokis’ (1869) gira en torno a la vida un joven que se sospecha que puede transformarse en oso, ya que nació después de que su madre fue mutilada por tal bestia. El protagonista, Michel (Lokis), manifiesta signos de locura hasta que finalmente mata a su novia por una mordedura en el cuello y sale corriendo hacia el bosque en su noche de bodas. Algunos críticos consideran la historia como una inversión de la bella y la bestia.

Otras historias inician con entrar en lugares prohibidos o santos para pueblos no cristianos, recordemos que es la época del gran imperio ingles; y el tratar con costumbres nativas implicaba desconocimiento de otras formas de pensamiento. Así Joseph Rudyard Kipling (1865 – 1936) fue uno de los escritores más populares de Inglaterra, tanto en prosa como en verso, a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Poeta, cuentista y novelista es sobre todo recordado por su celebración del imperialismo británico, destacando el famoso ‘El libro de la selva’ (1894). En su cuento ‘La marca de la bestia’ (1891) unos ingleses ofenden el templo de un dios pagano en india, con terribles consecuencias para los infractores.

Igual ocurre con ‘The Werwolves’ (Los hombres lobo) (1898) de H. Beaugrand, otro cuento corto, ubicado ahora en Norteamérica, cazadores de pieles se internan en los grandes lagos, e interrumpen un ritual indígena con terribles consecuencias. En la ‘Ejecución de lobo’ (1921) de Algernon Blackwood nos volvemos a ubicar en los bosques de Canadá y un hombre lobo espectral de un nativo americano.

Si bien el arquetipo del hombre lobo (luna llena y balas de plata) todavía está por surgir formalmente, su equivalente femenino ya se ha desarrollado plenamente al final del siglo XIX. La primera obra que nos habla de una mujer lobo es »El lobo blanco de las montañas de Hartz’, es parte de la novela ‘El Barco Fantasma’ (1839), de Frederick Marryat se cuenta la historia de una mujer lobo que habita en las montañas de Harz, en Alemania. Es la primera mujer lobo; y a esta historia se le suman clásicos como los de: Sir Gilbert Campbell y su ‘The White Wolf of Kostopchin‘ (La loba blanca de Kostopchin) (1889) publicado cincuenta años después.

La historia se desarrolla en la finca de Pablo Sergevitch, con el descubrimiento de los cuerpos mutilados de tres de sus siervos, cada uno con la garganta desgarrada. Las fuerzas del joven noble ruso organizan una búsqueda para cazar a una presunta loba blanca. Cazadores son enviados a recorrer los bosques de los alrededores y se sorprenden al escuchar el sonido de una voz humana proveniente de los arbustos, implorando que no disparen, seguido por la repentina aparición de una joven con largo pelo rojo Tiziano envuelta en un manto de piel blanca. Con frialdad le dice a los hombres que cerca de ella estaba el lobo que buscan, pero ellos no encuentran nada. Los cazadores dudan de la historia, pero el noble se enamora de la cara bonita, que tiene por nombre Ravina y la invita a su residencia. Pronto el noble pide su mano y ella le pide esperar y responder su propuesta en una cita de medianoche en los terrenos de la finca. A la hora señalada el noble enfermo de amor con impaciencia pide Ravina su decisión, a lo que ella responde enigmáticamente: «¿Me da a mí de todo su corazón?» Cuando él responde apasionadamente: «Sí, mi corazón es tuyo» ella de repente se transforma en loba y con furia salvaje lo tira al suelo devorando su corazón.

Clemence Housman con su ‘The Were-Wolf‘ (1896) narra los mismos hechos una mujer lobo aparece en la forma de una seductora femme fatale antes de transformarse en la lobo para devorar a su desgraciada y enamorada víctima. Ya se ha formado un arquetipo para la fémina lobuna.

En ‘Los ojos de la pantera’ de Ambrose Bierce (1891) se invierte la historia, aquí una joven recién cazada desaparece en el bosque seguida por la aparición de una pantera. El marido y otros persiguen al animal y lo hieren de muerte, solo para descubrir luego los restos agonizantes de la joven esposa.

Pasarían casi treinta años y la idea general sobre la mujer lobo permanece establecida; en ‘La Casa Fantasma’ (1923) por Seabury Quinn, aquí la víctima es un psiquiatra que investiga la misteriosa muerte de un paciente en una institución mental, eso lleva al médico a localizar a una casa de campo misteriosa. Cuando llega allí, se enamora de la hermosa mujer que vive allí con sus padres, pero pronto se da cuenta de que esconde un oscuro secreto; en su última visita el medico es asesinado, la policía concluyen que por un animal salvaje.

Si bien la mujer lobo queda perfectamente descrita al cerrar el siglo XIX, habrá que esperar a inicio del siglo XX para definir y concretar la imagen del hombre lobo moderno, un libro y el cine nos cambiaran la visión que se tiene de esta atormentada criatura, dándole la forma que todos hoy conocemos. Separándola de mitos, cuentos campesinos; llevándolo a la ciudad y a amores prohibidos.

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