Leyendas de Chiloe (2) Mitos de las aguas y el Mar.

Caicaivilú y Tentenvilú

Los primeros mitos de Chiloé (Chile) se remontan al surgimiento de la gran isla. Es interesante como reconocen los pobladores que los terremotos dieron forma a aquella porción de tierra, hoy separada del continente. Caicaivilú, serpiente del mal (la diosa del mar), deseaba incorporar esa parte de la tierra a sus dominios bajo las aguas marinas, Tentenvilú (o Trentren-Vilu) es la serpiente del bien (dios de la tierra, el fuego, y sus volcanes.), elevaba los cerros cada vez que su rival hundía ese pedazo de tierra, hoy transformado en un gran archipiélago, siendo la isla mayor Chiloé.

Según los mitos de los mapuches, estas dos serpientes serían hijos de los pillanes más poderosos, que como castigo habrían sido convertidos en estos seres. Los pillanes son un tipo de espíritu benigno entre los mapuches, y están vinculados a la creencia del culto a los ancestros del pueblo Mapuche. Cada familia antigua mapuche tenía su Pillán que los vigila y protege. El mapuche cuya vida terrenal era prospera y tuviera una gran descendencia para que lo recordaran podía convertirse en un pillán; en el caso de la mujer este espíritu de los ancestros se conoce como wangulén. Como los pillanes también podían castigar, por la falta de ceremonias en su recuerdo, provocando sequías, inundaciones, terremotos o enfermedades; la influencia cristiana equiparó a este espíritu de los ancestros como un ser maligno, una especie de genio o diablo que causa todos los males y catástrofes naturales.

El mito cuenta que al principio, incluso ante que los hombres, ya existían pillanes y wangulén; entre ellos los más luminosos y poderosos estaban Antü (luz) y Peripillán (fuego). Antü escogió entre todas las wangulén (mujeres) a Kuyén; ello provocó la envidia de la otras mujeres y de los otros pillanes y con ello se empezó a perder la armonía en el wenumapu (cielo sideral); Antü molesto por la actitud y provocaciones que incitaba Peripillán, decidió castigarlo, y con ello comenzó la gran lucha entre los pillanes. La disputa no solo abarcó el wenumapu, sino que fue tan grande, que alcanzó el mapu (la tierra), el ankawenu (el cielo = atmosfera) y el minchemapu (inframundo), liberando a los wekufe (espíritus malignos) y los laftrache (equivalentes a los genios y gnomos europeos).

El resto de pillanes y y wangulén terminaron tomando partido por algún bando y la disputa se propagó por tanto tiempo que incluso los hijos de estos llegaron a adultos y tomaron parte en la pelea. En medio de la batalla los hijos pensaron que era el momento de sustituir a sus progenitores y la disputa creció ahora entre padres e hijos. Antü y Peripillán se enfurecieron al ver la actitud de sus hijos, que los agarraron y lanzaron del Wenumapu al Mapu, y estos gigantes se estrellaron contra la tierra y destrozándose cuales ladrillos de barro; y sus cuerpos tendidos e inertes formaron las montañas.

Finalmente Antü y sus aliados lograron prevalecer; y así pudieron dominar a las fuerzas de Peripillán; que derrotados también fueron lanzados sobre el mapu y fueron sepultados bajo las montañas. Sobre Peripillán, Antü echó las rocas más grandes, formando de este modo el volcán Osorno.

Antü apago de esta forma todas las luces del cielo, quedando solo la suya (el sol); Kuyén sería la luna, y el resto de las wangulén las castigó por su envidia a apenas billar en la noches como pálidas estrellas. Al resto de los pillanes, encerrados bajo tierra, tratan de tanto en tanto de surgir de la tierra (el fuego de los volcanes), pero no pueden y finalmente su luz resbala por las laderas de las altas montañas (lava) para apagarse y convertirse finalmente en piedra.

Por su parte las wangulén vencidas lloraron a sus hijos y esposos muertos, y tanto fue su sufrimiento que sus lagrimas alcanzaron el mapu y casi lo llenaron de agua (el mar). Pu-am (otro de los antiguos espíritus) se conmovió y para recuperar el equilibrio devolvió a la vida a los hijos caídos, pero sólo como habitantes del mapu y no permitió que recuperaran su forma antigua (gigantes), reencarnándolos en otras formas. Así fue como el hijo de Peripillán fue convertido en una inmensa culebra cuyo nombre es Kaykayfilú y el hijo de Antü fue convertido en otra inmensa culebra cuyo nombre es Trentrenfilú

Ambas culebras serían adversarias, así como fueron sus padres. Caicai habría sido mandada a vivir en el mar para cuidarlo, y Tenten habría sido enviado a la tierra, siendo ambos el instrumento a través del cual se cumplía la voluntad de los antiguos espíritus. Se cuenta que Caicai dormía bajo las aguas y un vez despertó y sintió el desagradecimiento de los hombres a lo dado por el mar; se enfureció y golpeó el agua con su cola creando un diluvio que arrastraba todo al mar. Tenten ayudó a los seres humanos y animales a escapar subiéndolos a su lomo y a los que quedaban atrapados por las aguas los transformó en aves para que escaparan volando; a los se ahogaban en mamíferos marinos y a los ahogados en sumpall (seres similares a las sirenas y tritones) que pasaron luego a ser guardianes de las aguas, ríos, lagos y fuentes; en el mito mapuche cuando alguien moría ahogado se convertía en un sumpall. Los seres humanos que quedaron inmóviles por el terror se habrían transformado en mankial (estatuas de piedra).

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La lucha entre ambas serpientes provocó que la costa que antes era una sola estuviera ahora plagada de infinitos archipiélagos e islas. Caicai se volvió a dormir y de tanto en tanto causa los maremotos cuando se revuelve en medio de su sueño; por su parte Tenten se molesta luego por la actitud desconsiderada que tenían algunos los hombres y provoca temblores, terremotos y erupciones volcánicas, haciendo que estos abandonen las altas montañas a sitios más seguros y estables.

Millalobo, dios de los mares

Millalobo es un dios marino, cuyo origen está en una joven india (nombre desconocido) que tuvo amores con un león o lobo marino en la época de la gran inundación provocada por Caicai. De esta unión no natural fue provocada por la serpiente marina nacería Millalobo. En la mayoría de las representaciones tiene torso humano y parte inferior de lobo marino. Es comparable a los selkies, ya que se puede transformarse en león marino pudiendo así pasar inadvertido y ayudar a las naves y marinos perdidos en el mar.

Tras la pelea con Tenten, Caicai vio en este ser híbrido alguien en quien delegar funciones mientras duerme; asi Millalobo se volvería rey de los mares frente a las costas chilenas, el equivalente del Poseidon griego o el Neptuno romano. Las funciones en las aguas son muchas y muy variadas, es por ello que Millalobo delega funciones entre su hijo Pincoy y sus hijas Pincoya y la Sirena (sin nombre); y entre las labores de estos hijos está la de recoger los cuerpos de los muertos en el mar y llevarlas al Caleuche (el barco fantasma, también conocido como barco de los brujos), cuyo capitán es el propio Millalobo. Los muertos son revividos y convertidos en esclavos que trabajan en barco, por ello es peligroso morir en el mar y no poderse recuperar el cuerpo, implica quedar atrapado como esclavo por el resto de la eternidad.

Entre las leyendas se cuenta la siguiente historia (fuente original aquí):

Era un matrimonio bien avenido, con dos hijos medianos. Ella atendía sus huertas y sus animales y de vez en cuando salía toda la familia a mariscar. El era pescador y mal no le iba. Vivían en una isla.

Una mañana que volvía de la pesca observó una pareja de lobos que tomaban el sol en un peñasco que sobresalía del mar. Se acercó por atrás sigilosamente, porque pensaba cazarlos. En el pueblo pagaban bien por los cueros y el aceite esa un buen tónico.

Cuando el pescador estuvo encima de ellos, recién se dieron cuenta de la intención del humano y se tiraron al agua, pero el más pequeño recibió todo el mazazo de la pala del remo y quedó flotando entre dos aguas, mientras la loba rondaba bufando alrededor del bote.

Desde lejos se acercaban dos hombres que venían costeando, casi pisando el mar. El pescador que estaba en preparativos de pesca y sólo se percató de ellos cuando ya estaban en su patio, cuando fue hacia la bodega a buscar más beta para fondearse. Vio que observaban el cuero del lobito, clavado en la pared para que se oreara .

Les interesa el cuerito dijo a manera de saludo lo pesqué ayer nomás.

Lo mato, querrá usted decir, dijo secamente el más alto, mostrando varios dientes de oro.

A veces se les caza por estos lados —agregó el pescador, sin entender muy bien el sarcasmo del hombre de los dientes de oro.

Lo estábamos ubicando señor… , se interrumpió.

Francisco Colhuante, para servirle. ¿Para qué me precisaban?.

Nosotros somos mandados… comenzó exponiendo el que hasta ese momento había permanecido callado. Su voz era más precisa y no evidenciaba emociones.

¿De parte de quién será ? interrumpió el pescador, con cierta tensión por el carácter formal que adquiría la conversación.

Somos tripulantes de «El Marino» empezó somos mandados por el Millalobo. Él no permite que ninguno de los animales marinos sean sacrificados inútilmente, ni maltratados. Usted, sin ninguna necesidad, mató ese lobito y la loba sufre estos días lo que usted tendrá que padecer, cuando su hijito mayor muera.

¿Qué…? ¿Qué dice usted hombre?, reaccionó el pescador que se había quedado de una pieza.

A veces tienen que pagar justos por pecadores, como dicen ustedes aquí en tierra, confirmó él de la sentencia».

El pescador corrió desesperadamente al interior de su casa, porque no dudó de lo que esos hombres le decían con tanta severidad. Encontró a su hijo tendido en un sofá y con síntomas de fiebre. Llamó a su mujer y volvió al patio. Ya no estaban ni los hombres de El Caleuche, ni tampoco colgaba el cuero del lobito en la pared.

A los días el niño moría en los brazos de su padre y ante la consternación de su comunidad.

El Caleuche, el barco de los muertos

El Caleuche es un barco fantasma, es conocido también como Buque de Arte, Barcoiche, Buque Fantasma o Barco de los Brujos, con aspecto de un gran velero antiguo cuya cubierta principal está siempre llena de luces brillantes la cual proviene de las fiestas en su cubierta. La tripulación del barco, son por un lado aquellos que han muerto en el mar y revividos como esclavos; brujos de Chiloé y sus sirvientes, o por quienes pactaron con los brujos para obtener riquezas.

El origen del mito deriva de la llegada al Archipiélago de corsarios holandeses quienes en el siglo XVII usaron la región por un breve periodo para ocultar operaciones de contrabando y piratería sobre los barcos españoles que atravesaban el estrecho de Magallanes. La idea del contrabando permanece ya que según algunos el barco de los muertos es usado por los brujos para transportar sus mercaderías con los que tienen trato con ellos. Para abordar el barco, los brujos, usan al caballo marino; ya que el Millalobo les tiene prohibido en los mares usar la magia.

Sobre los muertos en el mar hay dos versiones, una dice que en el Caleuche pasan a formar parte de la tripulación y disfrutan de las fiestas que se dan en cubierta, justificando así las luces sobre el barco. Pero el destino de los muertos en el mar que terminan en el Caleuche en la mayoría de las versiones es como esclavos del barco, incluso el propio barco es una trampa, que cual sirena clásica atrae con la música de su cubierta a los pescadores para convertirlos en tripulantes esclavos que llevan una pierna doblada sobre la espalda, de forma similar al Invunche.

Las historias señalan que la tripulación (brujos) del Caleuche hace pactos con comerciantes en la costa. Cuando una persona en Chiloé hacía una rápida fortuna era por el pago de favores a los tripulantes del barco; mas cuando el comerciante adquiría una gran fortuna al poco tiempo que algún familiar desaparecía en algún naufragio, un sacrificio menor condenar como esclavo del barco a algún pariente cercano, si se comparaba con la recompensa monetaria recibida en el pago del trato.

El origen de las riquezas de los tripulantes del barco se encontraban en poder alcanzar ciudades ocultas llenas de tesoros, como la Ciudad de los Césares, donde suele parar el barco de tanto en tanto. Los lugareños hablaban que a la llegada de los conquistadores, a principios del siglo XVI, existía una ciudad repleta de perlas y diamantes que aparecía y desaparecía en la niebla (una versión local del Dorado, y fue el último gran mito en la conquista americana). Algunos señalan que los brujos que viajan en el Caleuche permiten a los marinos muertos en el mar, ahora esclavos en el barco, bajar a tierra una vez al año para llevar consuelo y ayuda económica a sus familiares.

Otros dicen que el Caleuche era un ser (espíritu) dotado de conciencia, que asumió la apariencia de un lobo marino; tuvo por esposa a una loba marina; pero esta fue muerta cruelmente por unos pescadores. Desde entonces odia a los pescadores. El Millalobo unió el espíritu furioso al barco, para impedir el escape de los esclavos; justificado también el porque el barco atrae a sus redes a los pescadores, es una forma de venganza; y el por que ayuda a los brujos y por que aquellos que contemplen el barco fantasma pueden terminar locos o con el cuerpo retorcido.

La historias de Pincoya, Huenchula (Cuaco) y Huenchur

Millalobo distribuyo funciones entre sus hijos; la más conocida es la sirena Pincoya, descrita como una hermosa joven cabellos dorados, que cuando baila mirando al mar indica prosperidad y buena pesca, mirando a la costa lo contrario. Tiene también una función psicopompa, ya que recoge los cuerpos de los muertos en el mar y los conduce hacia el Caulenche (el barco fantasma).

La madre de la Pincoya fue una joven humana llamada Huenchula, quien le decía a su madre, Huenchur, que era seguida, cuando iba a la playa, por un ser mitad foca y mitad hombre. Su madre creyó que eran cuentos, eso hasta que la chica desapareció durante un año de su hogar. Cuando volvió llevaba envuelta en sus brazos a la recién nacida Pincoya para presentarla a sus padres, pero inicialmente les dijo a sus padres que no abrieran el bulto donde se encontraba la joven; la anciana, sin embargo, no se pudo resistir ante la curiosidad y desenvolvió el bulto de ropa, esperando encontrar dentro a su nieta, pero lo que halló fue un charco de agua; Huenchula volvió a la casa e increpó a su madre por no haber tenido paciencia. Le dijo que ahora había perdido la oportunidad de conocer a su nieta y que ella ya no volvería jamás a visitarla. Luego se fue para siempre. Al llegar al mar vació los restos del agua que quedaban en la cuna; llamó a Millalobo y le contó lo ocurrido; este la tranquilizó haciendo emerger de las aguas a Pincoya, ya adulta.

La abuela de Pincoya era una gran machi (curandera) que vivía cerca del océano Pacifico. Conocida con el nombre de Huenchur. En sus viajes al bosque por hierbas encontró un viejo leñador moribundo, a quien salvó y sería luego padre de su única hija (Huenchula). Años después, la desaparición de su hija truncó la alegría de sus padres. El leñador murió de pena al perder a su hija y de nada sirvieron los rezos y hechizos de Huenchur para recuperarla. Huenchur se embarcó a buscar a su hija, gritando en sus andanzas: Cucao, Cucao, Cucao… (nombre con el que llamaba a la joven); finalmente se adentró en el mar, donde su frágil embarcación se hundió, ahogándose. La Pincoya socorriendo el naufragio reconoció a su abuela y la llevó al Cahuelche (el barco fantasma) donde su padre le devolvió la vida. Hoy cuando hay mal tiempo y el viento del mar sopla, resuenan los gritos de aquella anciana: Cucaooo… Cucaooo…, que dieron nombre al pueblo donde vivía.

Durante la inundación de la tierra, ocasionada por la culebra Caicaí, algunos hombres fueron transformados en mamíferos marinos por la culebra Tenten, con el objeto de librarlos de la muerte. Uno de ellos dio origen al Cahuelche o Cahuella; animal físicamente igual a una tonina (tipo de delfín). El Cahuelche fue puesto por Millalobo a las ordenes de Huenchur, quien se convirtió en la administradora de las tempestades y las mareas. Como Huenchur no le está permitido comunicarse directamente con los seres de la tierra, usa al fiel y obediente Cahuelche para avisar a los marinos las tormentas que vienen, o la presencia del buque fantasma «el Caleuche». También a veces se acerca a las costas y con sus sonoros llantos avisa la pronta muerte de alguno de los habitantes de la orilla.

Hay un mito que también incluye a la sirena Pincoya, se cuenta que en la laguna Huelde, ubicada cerca de Cucao, vivía una joven de hermosa voz. Ella cantaba sobre las rocas y sus cantos elevaban un tronco de oro (la Curamilla) que volvía las aguas transparentes y curativas. Muchos peregrinos fueron hasta la laguna a buscar los favores de la sirena. Esta desapareció, no se aclaran las causas; si fue por estar molesta con las suplicas de tantas personas o si fue raptada por uno de tantos peregrinos, que deseando robar la curamilla cambio de idea al enamorarse de la hermosa joven. Lo cierto es que la curamilla se hundió y la laguna tiene aguas oscuras desde entonces.

Pincoy y la Sirena

Picoy, es el príncipe de los mares, por ser hijo del Millalobo; administrador y vigilante de los dominios marinos de su padre, atiende especialmente los relacionados con la reproducción de los peces y demás habitantes del mar. Ayuda y protege a sus hermanas, Pincoya y la Sirena Chilota, a quienes socorre cuando ellas lo requieren. Entre sus actividades más características está la de ayudar a llevar a los muertos del mar hacia el Caleuche.

Tiene el aspecto de tritón, pero la parte inferior como su padre es de un lobo marino, de color plateado brillante, es descrito con hermoso y varonil rostro humano, a diferencia de su padre que algunos describen en su rostro rastros de le´pon marino; luce una poblada melena (dorada según descripciones); con la cual encanta mágicamente a las bellas mujeres, por las cuales suele sentirse atraído, para lograr conquistar sus favores. Los pescadores cuentan que a corta distancia de sus embarcaciones, se puede observar como el Pincoy pasa nadando a una velocidad extraordinaria, brillando como un rayo plateado.

Algunos marineros hablan de una otra sirena, esta si con cola de pez, ya que la Pincaya es descrita con piernas humanas; conocida simplemente como la Sirena de Chiloé; es hermana menor de Pincoya y Picoy; habita en la isla de Laitec. Una vez quedó apresada entre las redes de pesca de unos pescadores, ante sus suplicas lastimeras fue liberada por aquellos. En agradecimiento la sirena los compensó con buena y abundante pesca.

Trempulcahue y Tempilcahue

Las trempulcahue o tempulcalhue eran cuatro ancianas que en las noches eran transformadas en ballenas, según la mitología mapuche. Su labor era llevar las almas de los muertos en tierra a través del mar hacia Ngill chenmaywe (geográficamente asociada a la Isla Mocha); Desde esta isla, las ánimas (püllü) se convertirían en espíritu (alwe); y partirían hacia el reino de los muertos en el lejano occidente. Las ánimas debían pagar con llancas (piedrecillas de color turquesa) el transporte.

En Chiloé, cerca de Cuaco; la labor de llevar las almas corresponde a un barquero, conocido como Tempilcahue y al igual que el Caronte griego cobraría por el transporte; y un poco más si al difunto le acompañan perros y caballos.

Los habitantes de Chiloé cuentan que en los acantilados cerca de Cucao se pueden escuchar además dela mar, escalofriantes lamentos, llantos y súplicas que procederían de angustiosas ánimas de almas en pena, que deambulan en esta zona. Conocidas estas almas como las Ánimas de Cucao, ellas gimen con desesperación y congoja, suplican y llaman al balsero Tempilcahue a que venga a buscarlas; ya que atrapadas en este mundo aun sufren las amarguras, odios, rencores y dolores que no las dejan descansar en paz.

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Para mas referencias sobre los mitos de Chiloé se puede consultar: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí