Leyendas de Chiloe (1) Duendes, Brujos y espectros.

El Trauco

Como todas las mitologías tribales americanas, muchos dioses antiguos pasaron a convertirse en los demonios modernos, o más propiamente degenerados en duendes y fantasmas. Destacamos en la gran isla chilena de Chiloé al Trauco, también llamado como Chauco, Huelli, Huelle, Pompón del Monte o Cusme. Su origen es, según el mito ya cristianizado, un ser elemental que apoyo a Lucifer en su lucha contra los ángeles. El Trauco fue castigado a vagar por la tierra con su cuerpo transformado y contrahecho. Otras versiones lo hacen un hijo bastardo de la serpiente Caicai, creado en rabia que sintió esta serpiente hacia los seres humanos por su ingratitud hacia todo lo que ofrece el mar, es por ello que el Trauco habría nacido sin pies y no sabría nadar. Algunas historias sugieren que la gran inundación la provocó Caicai cuando su hijo fue rechazado por los hombres, en especial las mujeres en base a su apariencia.

Su principal característica física es su baja estatura (~80 cm) y sus piernas terminadas en dos muñones, su aliento fétido hace retorcer a sus víctimas, se pasea por los bosques con un bastón retorcido llamado Pahueldún; lleva una pequeña hacha de piedra con la que capaz de cortar cualquier árbol con solo tres golpes. Usa un sombrero cónico, hecho quilineja, (una planta trepadora), igual que el resto de su ropa.

En estas regiones (el cono sur), el riesgo no es de las mujeres perder a sus maridos (como en la América Caribeña), sino de que las chicas queden embarazadas antes del matrimonio (toda una vergüenza si se lo ve así) es por ello que los fantasmas y duendes de esas regiones son básicamente varones, persiguen y embarazan a lindas jovencitas, siendo el Trauco el culpable violar a las chicas que vagan solas por los bosques buscando leña, dejándolas embarazadas (estos embarazos suelen ser «perdonados» ya que la familia de la joven está ahora en contacto mágico con el duende).

El Trauco suele esperar colgado de la rama del tique; para no ser descubierto y este mediante el uso de su hacha derriba árboles, para que la muchacha que entre sola en los bosques se desoriente y así pillarla desprevenida y luego con el uso de su Pahueldún le soplaría su aliento; hechizando a la muchacha para luego violarla y dejarla con cicatrices.

Si la joven deseada por el duende no esta al alcance, el Trauco anuncia su visita en la casa de la victima, dejando sus excrementos frente a la puerta de su casa y provocando en la joven sueños libidinosos (al igual que un incubo). Entraría luego en la casa disfrazado de quilineja, mezclada con la leña o el carbón y luego tomaría a la muchacha, quien vería a la criatura como un joven Adonis.

Hay pocas formas de escapar del duende; una señala poner arena sobre la mesa, eso distrae a la criatura, que se dedica a contar los granos hasta que amanece y debe huir; poner excrementos sobre la victima, el Trauco no soporta tocar suciedad; o golpear el al Pahueldún del Trauco, eso lo desconcierta y entonces se puede huir .

La Condena

El segundo personaje es una mujer, cuyo nombre verdadero se perdió en el tiempo y hoy es llamada la Condena (por condenada). Cuentan que se trató de mujer muy bella y de buena familia, que despilfarró su fortuna en una vida licenciosa, actos de los que nunca se arrepintió. Fue transformada en un espectro que persigue a los hombres (como las súcubos) quienes, pese a su horrible aspecto, no pueden resistirse. Hoy es descrita como una mujer de mediana edad (entre cuarenta a cincuenta años) con una apariencia que combina lo bello y lo grotesco. El Trauco tuvo relaciones con ella y sería la madre de Fiura (hija y amante del Trauco)

La Fiora

Nuestro tercer personaje es la Fiora, hija y amante contra natura de su padre (el Trauco), igual de contrahecha y horrible como sus progenitores, de grandes mamas y de diminuta estatura (40 a 50 cm) y de larga cabellera negra, con unos ojos que brillan tras su descomunal nariz. La Fiora tiene un apetito sexual inagotable, como el de su madre (la Condena); persigue a hombres viriles e incluso a las bestias; quienes atrapa con la extraordinaria fuerza de sus miembros delgados y enormes manos cuales garfios; sus brazos tienen la capacidad de crecer y girar en todas direcciones para ayudarla a tal fin. Sus victimas enloquece después de ser violadas y si ven su rostro usa su aliento fétido para torcerlas y deformarlas, acto que no puede ser revertido, sólo aliviado por algunos machis y calcu (brujos) poderosos.

Vaga en los bosques y entre los matorrales, en busca del fruto de las espinosas chauras. Se dice que ella se baña en pequeñas cascadas, y después del baño se sienta sobre el musgo, y permanece desnuda durante horas mientras se peina con un peine de cristal o plata muy pulido que brilla con los rayos del sol; este hecho la asemeja a las brujas europeas, de las que se dice que peinan los hermosos cabellos de las jóvenes y los vuelven blancos.

También algunos dicen que de sus relaciones con su padre nacerán más Traucos (varones) o Fioras (hembras) para seguir sus pasos. También se le culpa de raptar y desaparecer niños, a los que transforma similares a sus hijos. Si se atrapa a uno de estos Traucos, estos pueden ser colgados sobre un fogón, transformado en palo, destila un aceite mágico que sería un remedio excelente que frotado a las víctimas puede eliminar los maleficios del Trauco y la propia Fiura.

La Viuda y otras lloronas

Algunos mitos de la región mencionan a otro espectro llamado la Viuda, una mujer que murió ahogada al zozobrar su pequeña embarcación en el mar. Otros dicen que era una mujer que en su vida fue bruja, que al morir el amor de su vida, llena de ira y pena, decidió vengarse de todos los hombres, acto que continua haciendo después de muerta.

Se la representa como una mujer alta, vestida de negro, con un manto que cubre su rostro, camina descalza, mostrando sus blancos pies. Persigue a los jóvenes, a quienes atrapa abrazándolos por la espalda y con su pestilente aliento (al igual que la Fiora) los amenaza para satisfacer sus deseos carnales, pero pobre de aquel que se niegue, ahí lo abraza hasta morir. Los galanes tardan varios días en volver a estar lucidos tras el ataque de la Viuda, quienes aparecen caminado como perdidos, con sus ropas desgarradas y el cuerpo todo arañado. Ella también suele merodear por las casas, si alguien la sorprende y le habla desaparece confundiéndose en la sombra.

Suele perseguir a los jinetes; usando su poder obliga a detenerse al caballo, sube al mismo detrás del jinete; el caballo retoma el galope lo más rápido posible, con jinete en su lomo y la Viuda en sus ancas; y corre hasta el precipicio más cercano; la Viuda desaparece mágicamente mientras caballo y jinete caen al fondo del precipicio. Hoy, a falta de jinetes, se encarama sobre los automóviles y asusta a hombres solitarios que viajan por los caminos con algo de alcohol; los carros se terminan saliendo de la vía y cayendo por los desfiladeros a lado del camino.

El mito de La Viuda tiene analogía con La Llorona, que es originario de México, se trata de una mujer, ya entrada en años que casa finalmente y tiene uno o varios hijos con el joven marido; una noche este regresa borracho y golpea a la mujer, que se defiende y le clava un cuchillo matándolo; la mujer huye con sus hijos, pero en su locura, los termina ahogando en el río; al volver a la razón, comprende su horror y se suicida vestida en traje de novia; hoy su alma sigue llamado y llorando a sus hijos.

Esta versión, con cambios menores ha circulado luego por toda la América Latina y en sur de Chile La Llorona recibe el nombre de La Pucullén. Según los relatos llora eternamente y sin cesar ya que le quitaron a su hijo de sus brazos a muy corta edad. Es descrita vistiendo enteramente de blanco, como una presencia fantasmal. No todos pueden verla, sólo quienes están cercanos a la muerte y ciertos los animales; como los perros, quienes la acompañan en su llanto al unísono con sus lastimeros aullidos. La Pucullén actúa como guía de los muertos, y les indica el camino a través de los pasos y los llantos que deberá recorrer el futuro muerto para así dirigirse a su destino en el más allá. Otras versiones la visten de negro; y su sombra y lamentos indican cual banshie la pronta muerte del escucha. Su llantos forman una posa de agua en cementerio que muestra a los familiares del difunto donde debe ser enterrado el deudo. Sus llantos cumplen dos funciones en el mito, por una parte consuela a los familiares del difunto; por la otra, sus llantos atraen el alma del deudo, e impide que pueda volver donde sus familiares a atormentarlos. Algunos sugieren para poder verla frotarse lagrimas de perros en los ojos, pero cuidado, si no se está preparado y se fuerte de alma, la espantosa imagen puede causar locura y muerte.

En la zona central de Chile aparece La Calchona (por mechuda o con pelo largo desordenado y sucio). Según el mito esta era una bruja, que en la noche se untaba ungüentos y podía transformarse en animales; su esposo e hijos eran previamente dormidos para evitar ser descubierta. Una noche olvidó sedarlos, y mientras se transformaba fue descubierta por los hijos; al irse al campo, transformada en oveja negra, sus hijos hicieron lo mismo y se transformaron en zorros; cuando desearon volver a ser humanos, no podían y con sus llantos despertaron al padre; este al comprende lo ocurrido buscó entre los muchos ungüentos hasta encontrar el correcto. Recuperados sus hijos, los agarró y se fue lejos al comprender que su mujer era una bruja. Cuando la bruja volvió no quedaba suficiente crema y sólo pudo recuperar su rostro y manos, quedando el resto de su cuerpo como oveja; no recuperó su capacidad para hablar, por lo que solo puede balar como una oveja. Por las noches, los campesinos sienten balar una oveja que vaga sola por los campos, ellos saben que es La Calchona; y le dejan un plato con comida y ya es totalmente inofensiva y está arrepentida de sus antiguos actos de brujería.

En el norte de Chile, tenemos a La Lola, según era una bella mujer llamada Dolores, que pese a los deseos de sus padre, abandono a su familia para seguir a un pobre minero del cual se enamoró. Tuvieron suerte y con otros mineros encontraron una veta de oro o de plata y el matrimonio prosperó; pero al poco tiempo el hombre empezó a gastar el dinero en alcohol y mujeres. Enceguecida por los celos, una noche la mujer lo apuñaló y enloquecida dijo a todos que los habían robado y asesinado a su marido. Arrastrando el ataúd de su marido subió los cerros para buscar al asesino; cosa que no encontró pues había sido ella; y aún hoy , después de muerta sigue su búsqueda, mientras arrastra el féretro; y los mineros que se la encuentran en los cerros o en las minas han encontrado la muerte muerte repentina, ya que ella los confunde con el asesino de su esposo.

El Invunche

Los Invunches, también llamados Machucos, Butamachos o Chivatos, se tratan de niños primogénitos de alguna familia entregados o vendido a los brujos a cambio de favores. Estos lo deforman con sus artes, volteando su cabeza; quebrando y girando su pierna derecha hasta quedar sobre su espinazo. El Invunche camina con sus dos manos y la pierna izquierda. Es colocado frente la cueva del brujo como vigilante, asustando a los que se acercan con sus gritos guturales (no tiene la facultad de hablar), y dejando tiesos a quienes lo contemplan. Anda completamente desnudo y es alimentado por sus amos con carne humana. Rara vez abandona la cueva que protege: cuando el brujo cambia de cueva, cuando es enviado por el brujo para un trabajo o cuando debe buscar algo para comer.

Los brujos de Chiloé

Los brujos, también llamados: Calcu o Mal cristiano forman parte de estas sociedades tribales y igual que los magos europeos pueden convertir o transformar las cosas o las personas, tienen el poder de metamorfosearse en perros, gatos, o en ciertas aves agoreras como el coo, el deñ, etcétera. Tienen la facultad de tirar males (hacer daño a distancia), siempre y cuando hayan sido autorizados por sus superiores; los daños sobre las victimas pueden ir de algunos rasguños en diferentes partes del cuerpo, hasta la muerte lenta por envenenamiento. Son personas con conocimientos de medicina naturista y herederos de religión tradicional mapuche, capaces de domesticar al Caballo marino y otros animales mitológicos y poder abordar el barco de los muertos, el Caleuche, sin ser convertidos en esclavos.

Cuando el Brujo desea convertirse en animal, volar, abrir puertas o hacerse invisible usa el macuñ, un chaleco hecho con la piel del pecho de un muerto (por ello a los brujos se les dice «pelapechos» y por esta razón algunos hacen cortes en los cadáveres de sus familiares para que no puedan ser profanados); el macuñ solo cubre el pecho y se ata con cordones a la espalda, algunos señalan que este chaleco tiene también la capacidad de alumbrar como el mejor farol despidiendo una luz verdosa. Cada brujo posee su propio macuñ, que esta unido a él de forma inseparable y de por vida.

Pese a sus poderes, no toleran la sal, herencia de los mitos europeos, donde las brujas no pueden consumir sal, por ello los campesinos europeos ponen sal detrás de la puerta del hogar para evitar que las brujas entren; ya que les «sala» el cuerpo e inmoviliza las junturas. Los brujos de Chiloé pueden ser descubiertos si se tira sal o afrecho al fogón, el brujo empezará a estornudar y morirá sarnoso antes del año, cosa que también ocurre si es descubierto y atrapado por alguien haciendo alguna brujería. También están obligados a usar bufandas y prendas de cuello alto todo el año, incluso en días de gran calor, ya que deben ocultar sus tatuajes distintivos.

Chiloé tan alejado y lejos del poder político de Chile fue la última parte liberada en la independencia (1826); Santiago ya era patriota en 1818. El sistema económico de la colonia fue mantenido por las nuevas autoridades eran las haciendas y el inquilinaje, donde mestizos y españoles pobres se instalaban en los terrenos alejados de las grandes haciendas ganaderas, a cambio de un pago simbólico en especies cada año. Ante esta explotación, apoyada en armas y en la Iglesia Católica los chilotes buscaron ayuda en los brujos, de quienes se suponía que podían causar daño, enfermar y aún matar a los hacendados que maltrataran a sus peones, y también sobre las autoridades civiles y religiosas que los apoyaran en sus acciones.

La rebelión política y religiosa se volvieron una; y en 1880 se abrió el expediente criminal contra Mateo Coñuecar y otros por asociaciones ilícitas y envenenamientos. La inquisición entró en Chiloé después sesenta años de haber terminado la inquisición española; muchos sospechosos de practicar la brujería fueron apresados, interrogados y torturados. La idea era determinar las acciones de la Recta Provincia, nombre dado a la asociación de brujos, que actuaba como un gobierno paralelo al oficial entre sus semejantes; finalmente, salvo por demostrar que algunos practicaban viejos ritos tribales mapuches, no se pudo comprobar envenenamientos, ni magia negra; algunos señalan sin embargo que La Recta Provincia desapareció; en parte por toda esta acción gubernamental, y en parte por peleas entre sus propios miembros, al romperse el orden y jerarquía de la supuesta sociedad.

El origen de la Recta Provincia se remonta a la colonia, cuando navegante José de Moraleda (quien realmente existió) visitó Chiloé y desafió el poder de la machi Chilpilla en una competencia de magia. Ella lo derrotó dejando su barco en la tierra, él le obsequió un libro de magia, libro que posteriormente algunos pobladores nativos usaron y sirvió para crear esta sociedad que se extendió por todo el archipiélago.

La sede del «Rey de los brujos» estaba en la Cueva de Quicaví (Casa Grande), hoy algunos suponen que al ser descubierta la cueva, se mudaron a otra conocida sólo por los brujos. La Cueva tenía su entrada en una quebrada y estaba vigilada por el Invunche. Dentro se guardan el Libro, el Levisterio o Revisorio, usado para hacer diversos exámenes, y el Chayanco, usado para vigilar a todos los miembros de la comunidad de brujos. El lugar mediría aproximadamente unos 200 metros y tendría muchas dependencias, estando iluminado por antorchas y cántaros de aceite humano.

Para formar parte de la Mayoría, el iniciado pasaba por una serie de pruebas, los iniciados eran por lo general familiares e hijos de brujos o personas de su confianza; la primera prueba era quitarse el bautizo; el aspirante pasaba cuarenta noches bajo una pequeña cascada; sitio donde se dice que baña el Camahueto, adquiriendo así la fuerza de la bestia. Si se tiene prisa, un baño con sangre de recién nacido no bautizado ayuda. Tras estas y otras pruebas, el iniciado es llevado a la cueva ante la Mayoría (trece brujos que lo evalúan) y se le somete a la prueba mayor, asesinar un familiar muy querido, una noche de martes. Otras pruebas en el campo seguirán hasta alcanzar el permiso de ponerse el chaleco «macuñ» confeccionado antes por el iniciado y jurar no revelar su secreto (que es brujo) ya que de lo contrario morirá antes de un año. Su ingreso es celebrado con un gran banquete de guagua (bebé) asada. Ya dentro de la sociedad se le enseñará a volar y otras artes; también aparecen las prohibiciones: no probar sal, así como no violar o robar, las artes no pueden ser usadas para beneficio propio; esto es valido en los brujos de Chiloé y en las antiguas brujas y brujos europeas.

Una historia de Brujos (fuente aquí) es «La camiseta del brujo» de Renato Cárdenas Álvarez:

Doña Rosalía ya se lo había advertido en un par de oportunidades, que si no sanaba pronto a su marido te­nía que vérselas con sus hijos.

―A vuelta del Navarino van a regresar de la Argentina, Pelapecho maldecío―, le gritaba a pleno cami­no público.

Don Carmelo Barría había sido un hombre ro­busto y bueno para el trabajo, pero por cuestión de des­lindes se enemistó con Juan Estanislao, brujo rematado según el vecindario. Ahora no era ni la sombra de lo que fue hace un año.

Primero lo sajaban a pleno día. Después lo extra­viaron en su propio monte, a cuenta una manchita de matorrales, que cuando uno estaba entrando por un lado ya estaba saliendo por el otro.  Pero  ahí  estuvo  dando vueltas medio día enlesado hasta que su vieja lo salió a buscar y lo encontró difareando, sentado en un palo podrido.

Después de este percance ya no fue el mismo. Empezó a ponerse maganto y falto de apetito. Lo llevaron al médico, a Castro, pero sus vecinos les aconsejaron que estaban perdiendo plata porque ese era trabajo de una machi. Pero ésta se declaró incompetente porque el  raiguae era muy poderoso y no podía contrarrestarlo. Sin embargo, le dio algunos consejos. Pero necesitaba a sus hijos para eso.

Después cayó en cama y entonces cuentan los vecinos era una función cada noche con tan­to lucerío que transitaba la casa. Doña Rosalía se confundía, aten­diendo siembras, sus animalitos, a su marido y a los bru­jos por la noche. Pájaro que se aposentara salía persiguiéndolo con ti­zones del fogón.

¡A cuentas un puñado de huesos está mi viejo! le gritaba la mujer. ¡Espérate que vengan los chicos lo amenazabaahí te quiero ver, brujo sarniento!”.

Y así fue como una tarde de otoño, en la lancha de recorrido se bajaron dos mocetones gruesos, forzudos, cargando pesados cacharpe­ros y un par de valijas de madera terciada.

Después de los llantos de rigor, la madre les contó, con más detalles que en las cartas, lo que estaba sucediendo en su hogar. Los mucha­chos escucharon en silencio y con sigilo salieron de la casa antes que amaneciera.

Lo pillaron todavía en su cama. Y con ese bozarrón autoritario que identifica a los viajeros a la Patagonia, uno de ellos le gritó de afuerita del cercado.

¡ Sale de tu cama, brujo flojonazo, que aquí te precisamos !”.

A penas se acercó lo tomaron de un ala y se lo llevaron. No hubo palabras durante el tra­yecto. Al llegar, lo introdujeron en el dormitorio y fue atrincado por la fami­lia. El viejito, acurru­cado en su poncho café, negaba todo con mo­nosílabos. Doña Rosalía ordenó:

Ahora, sáquenle esa manta. Ahí dentro debe traer su macuñ.

Apareció una camiseta ennegrecida por el hollín y grasienta, que le quitaron en el acto. Quedó en puros cueros, encogido y protegiéndose el pecho.

¡Máchavete ahora! hijo de satanás le replicó la mujer.

El anciano recogió su poncho y en dos zancadas alcanzó la puerta.

Ahora chicos ordenó la madre más calmada va­yan a buscar unas varitas bien sobaditas y fuertes porque a esta camiseta la vamos a moler a palos. Este es el chaleco con que ese brujo miserable vuela cada noche. Májenlo bien esto, una hora cada día, hasta que tenga­mos resulta­dos. Al día siguiente, contaban los vecinos, el viejo Juan Estanislao cayó en cama.

¿Y cómo va el enfermo aquí?, pregunta­ban curiosos.

Saben, contestaba doña Rosalía arregentando está. Hoy, hasta unas papitas al res­coldo comió.

Y así no más fue. A la semana, la camiseta no era más que un puñado de hilachas y la salud del embrujado ya se había recuperado casi por completo. El día que sa­lió al corredor de su casa, aprovechando el solcito de la mañana, se detuvo un vecino a saludarlo.

Miren qué alentadito que están don Carmelo. ¿Capaz que tengan fuerzas para ir al sepulte del finado Juan?

¿Qué Juan, hombre?

Juan Estanislao ¿qué otro?. Parece que murió a la amanecida. A mí fueron a suplicar para que diera ra­zón al fiscal… y repiquen las campanas.

La Voladora

Las Voladoras son mujeres que participan en las actividades de la brujería en Chiloé, y que tienen el don de transformarse en un ave. Son ayudantes y mensajeras de los Brujos. Generalmente la elegida es una hija de brujos o una mujer leal a ellos; a la cual se le enseñarían algunas artes mágicas, pero no todos los secretos. Para poder llevar los mensajes la mujer se transforma en ave, generalmente en garza nocturna (Nycticorax nycticorax), llamada también: bauda, gauda, guaco, huairavo, huaco o martinete común.

Para realizar la transformación requiere beber un jugo amargo preparado por un brujo; mientra vomita sus intestinos en una lapa (vasija de madera) el brujo recitaría ciertos versos para iniciar la transformación. Mientras vuela la voladora lanza desagradables gritos que pueden ir de risas histéricas a burlonas carcajadas; el lamento de un animal herido o el llanto de una mujer. Las viseras deben ser puestas a buen resguardo, ya que si al volver antes de que amanezca no encuentra sus intestinos y no los vuelve a tragar, entonces no puede recuperar su forma y queda atrapada en el cuerpo del ave, muriendo un año después.

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Para mas referencias sobre los mitos de Chiloé se puede consultar: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí

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