Leyendas de Chiloe (1) Duendes, Brujos y espectros.

El Trauco

Como todas las mitologías tribales americanas, muchos dioses antiguos pasaron a convertirse en los demonios modernos, o más propiamente degenerados en duendes y fantasmas. Destacamos en la gran isla chilena de Chiloé al Trauco, también llamado como Chauco, Huelli, Huelle, Pompón del Monte o Cusme. Su origen es, según el mito ya cristianizado, un ser elemental que apoyo a Lucifer en su lucha contra los ángeles. El Trauco fue castigado a vagar por la tierra con su cuerpo transformado y contrahecho. Otras versiones lo hacen un hijo bastardo de la serpiente Caicai, creado en rabia que sintió esta serpiente hacia los seres humanos por su ingratitud hacia todo lo que ofrece el mar, es por ello que el Trauco habría nacido sin pies y no sabría nadar. Algunas historias sugieren que la gran inundación la provocó Caicai cuando su hijo fue rechazado por los hombres, en especial las mujeres en base a su apariencia.

Su principal característica física es su baja estatura (~80 cm) y sus piernas terminadas en dos muñones, su aliento fétido hace retorcer a sus víctimas, se pasea por los bosques con un bastón retorcido llamado Pahueldún; lleva una pequeña hacha de piedra con la que capaz de cortar cualquier árbol con solo tres golpes. Usa un sombrero cónico, hecho quilineja, (una planta trepadora), igual que el resto de su ropa.

En estas regiones (el cono sur), el riesgo no es de las mujeres perder a sus maridos (como en la América Caribeña), sino de que las chicas queden embarazadas antes del matrimonio (toda una vergüenza si se lo ve así) es por ello que los fantasmas y duendes de esas regiones son básicamente varones, persiguen y embarazan a lindas jovencitas, siendo el Trauco el culpable violar a las chicas que vagan solas por los bosques buscando leña, dejándolas embarazadas (estos embarazos suelen ser «perdonados» ya que la familia de la joven está ahora en contacto mágico con el duende).

El Trauco suele esperar colgado de la rama del tique; para no ser descubierto y este mediante el uso de su hacha derriba árboles, para que la muchacha que entre sola en los bosques se desoriente y así pillarla desprevenida y luego con el uso de su Pahueldún le soplaría su aliento; hechizando a la muchacha para luego violarla y dejarla con cicatrices.

Si la joven deseada por el duende no esta al alcance, el Trauco anuncia su visita en la casa de la victima, dejando sus excrementos frente a la puerta de su casa y provocando en la joven sueños libidinosos (al igual que un incubo). Entraría luego en la casa disfrazado de quilineja, mezclada con la leña o el carbón y luego tomaría a la muchacha, quien vería a la criatura como un joven Adonis.

Hay pocas formas de escapar del duende; una señala poner arena sobre la mesa, eso distrae a la criatura, que se dedica a contar los granos hasta que amanece y debe huir; poner excrementos sobre la victima, el Trauco no soporta tocar suciedad; o golpear el al Pahueldún del Trauco, eso lo desconcierta y entonces se puede huir .

La Condena

El segundo personaje es una mujer, cuyo nombre verdadero se perdió en el tiempo y hoy es llamada la Condena (por condenada). Cuentan que se trató de mujer muy bella y de buena familia, que despilfarró su fortuna en una vida licenciosa, actos de los que nunca se arrepintió. Fue transformada en un espectro que persigue a los hombres (como las súcubos) quienes, pese a su horrible aspecto, no pueden resistirse. Hoy es descrita como una mujer de mediana edad (entre cuarenta a cincuenta años) con una apariencia que combina lo bello y lo grotesco. El Trauco tuvo relaciones con ella y sería la madre de Fiura (hija y amante del Trauco)

La Fiora

Nuestro tercer personaje es la Fiora, hija y amante contra natura de su padre (el Trauco), igual de contrahecha y horrible como sus progenitores, de grandes mamas y de diminuta estatura (40 a 50 cm) y de larga cabellera negra, con unos ojos que brillan tras su descomunal nariz. La Fiora tiene un apetito sexual inagotable, como el de su madre (la Condena); persigue a hombres viriles e incluso a las bestias; quienes atrapa con la extraordinaria fuerza de sus miembros delgados y enormes manos cuales garfios; sus brazos tienen la capacidad de crecer y girar en todas direcciones para ayudarla a tal fin. Sus victimas enloquece después de ser violadas y si ven su rostro usa su aliento fétido para torcerlas y deformarlas, acto que no puede ser revertido, sólo aliviado por algunos machis y calcu (brujos) poderosos.

Vaga en los bosques y entre los matorrales, en busca del fruto de las espinosas chauras. Se dice que ella se baña en pequeñas cascadas, y después del baño se sienta sobre el musgo, y permanece desnuda durante horas mientras se peina con un peine de cristal o plata muy pulido que brilla con los rayos del sol; este hecho la asemeja a las brujas europeas, de las que se dice que peinan los hermosos cabellos de las jóvenes y los vuelven blancos.

También algunos dicen que de sus relaciones con su padre nacerán más Traucos (varones) o Fioras (hembras) para seguir sus pasos. También se le culpa de raptar y desaparecer niños, a los que transforma similares a sus hijos. Si se atrapa a uno de estos Traucos, estos pueden ser colgados sobre un fogón, transformado en palo, destila un aceite mágico que sería un remedio excelente que frotado a las víctimas puede eliminar los maleficios del Trauco y la propia Fiura.

La Viuda y otras lloronas

Algunos mitos de la región mencionan a otro espectro llamado la Viuda, una mujer que murió ahogada al zozobrar su pequeña embarcación en el mar. Otros dicen que era una mujer que en su vida fue bruja, que al morir el amor de su vida, llena de ira y pena, decidió vengarse de todos los hombres, acto que continua haciendo después de muerta.

Se la representa como una mujer alta, vestida de negro, con un manto que cubre su rostro, camina descalza, mostrando sus blancos pies. Persigue a los jóvenes, a quienes atrapa abrazándolos por la espalda y con su pestilente aliento (al igual que la Fiora) los amenaza para satisfacer sus deseos carnales, pero pobre de aquel que se niegue, ahí lo abraza hasta morir. Los galanes tardan varios días en volver a estar lucidos tras el ataque de la Viuda, quienes aparecen caminado como perdidos, con sus ropas desgarradas y el cuerpo todo arañado. Ella también suele merodear por las casas, si alguien la sorprende y le habla desaparece confundiéndose en la sombra.

Suele perseguir a los jinetes; usando su poder obliga a detenerse al caballo, sube al mismo detrás del jinete; el caballo retoma el galope lo más rápido posible, con jinete en su lomo y la Viuda en sus ancas; y corre hasta el precipicio más cercano; la Viuda desaparece mágicamente mientras caballo y jinete caen al fondo del precipicio. Hoy, a falta de jinetes, se encarama sobre los automóviles y asusta a hombres solitarios que viajan por los caminos con algo de alcohol; los carros se terminan saliendo de la vía y cayendo por los desfiladeros a lado del camino.

El mito de La Viuda tiene analogía con La Llorona, que es originario de México, se trata de una mujer, ya entrada en años que casa finalmente y tiene uno o varios hijos con el joven marido; una noche este regresa borracho y golpea a la mujer, que se defiende y le clava un cuchillo matándolo; la mujer huye con sus hijos, pero en su locura, los termina ahogando en el río; al volver a la razón, comprende su horror y se suicida vestida en traje de novia; hoy su alma sigue llamado y llorando a sus hijos.

Esta versión, con cambios menores ha circulado luego por toda la América Latina y en sur de Chile La Llorona recibe el nombre de La Pucullén. Según los relatos llora eternamente y sin cesar ya que le quitaron a su hijo de sus brazos a muy corta edad. Es descrita vistiendo enteramente de blanco, como una presencia fantasmal. No todos pueden verla, sólo quienes están cercanos a la muerte y ciertos los animales; como los perros, quienes la acompañan en su llanto al unísono con sus lastimeros aullidos. La Pucullén actúa como guía de los muertos, y les indica el camino a través de los pasos y los llantos que deberá recorrer el futuro muerto para así dirigirse a su destino en el más allá. Otras versiones la visten de negro; y su sombra y lamentos indican cual banshie la pronta muerte del escucha. Su llantos forman una posa de agua en cementerio que muestra a los familiares del difunto donde debe ser enterrado el deudo. Sus llantos cumplen dos funciones en el mito, por una parte consuela a los familiares del difunto; por la otra, sus llantos atraen el alma del deudo, e impide que pueda volver donde sus familiares a atormentarlos. Algunos sugieren para poder verla frotarse lagrimas de perros en los ojos, pero cuidado, si no se está preparado y se fuerte de alma, la espantosa imagen puede causar locura y muerte.

En la zona central de Chile aparece La Calchona (por mechuda o con pelo largo desordenado y sucio). Según el mito esta era una bruja, que en la noche se untaba ungüentos y podía transformarse en animales; su esposo e hijos eran previamente dormidos para evitar ser descubierta. Una noche olvidó sedarlos, y mientras se transformaba fue descubierta por los hijos; al irse al campo, transformada en oveja negra, sus hijos hicieron lo mismo y se transformaron en zorros; cuando desearon volver a ser humanos, no podían y con sus llantos despertaron al padre; este al comprende lo ocurrido buscó entre los muchos ungüentos hasta encontrar el correcto. Recuperados sus hijos, los agarró y se fue lejos al comprender que su mujer era una bruja. Cuando la bruja volvió no quedaba suficiente crema y sólo pudo recuperar su rostro y manos, quedando el resto de su cuerpo como oveja; no recuperó su capacidad para hablar, por lo que solo puede balar como una oveja. Por las noches, los campesinos sienten balar una oveja que vaga sola por los campos, ellos saben que es La Calchona; y le dejan un plato con comida y ya es totalmente inofensiva y está arrepentida de sus antiguos actos de brujería.

En el norte de Chile, tenemos a La Lola, según era una bella mujer llamada Dolores, que pese a los deseos de sus padre, abandono a su familia para seguir a un pobre minero del cual se enamoró. Tuvieron suerte y con otros mineros encontraron una veta de oro o de plata y el matrimonio prosperó; pero al poco tiempo el hombre empezó a gastar el dinero en alcohol y mujeres. Enceguecida por los celos, una noche la mujer lo apuñaló y enloquecida dijo a todos que los habían robado y asesinado a su marido. Arrastrando el ataúd de su marido subió los cerros para buscar al asesino; cosa que no encontró pues había sido ella; y aún hoy , después de muerta sigue su búsqueda, mientras arrastra el féretro; y los mineros que se la encuentran en los cerros o en las minas han encontrado la muerte muerte repentina, ya que ella los confunde con el asesino de su esposo.

El Invunche

Los Invunches, también llamados Machucos, Butamachos o Chivatos, se tratan de niños primogénitos de alguna familia entregados o vendido a los brujos a cambio de favores. Estos lo deforman con sus artes, volteando su cabeza; quebrando y girando su pierna derecha hasta quedar sobre su espinazo. El Invunche camina con sus dos manos y la pierna izquierda. Es colocado frente la cueva del brujo como vigilante, asustando a los que se acercan con sus gritos guturales (no tiene la facultad de hablar), y dejando tiesos a quienes lo contemplan. Anda completamente desnudo y es alimentado por sus amos con carne humana. Rara vez abandona la cueva que protege: cuando el brujo cambia de cueva, cuando es enviado por el brujo para un trabajo o cuando debe buscar algo para comer.

Los brujos de Chiloé

Los brujos, también llamados: Calcu o Mal cristiano forman parte de estas sociedades tribales y igual que los magos europeos pueden convertir o transformar las cosas o las personas, tienen el poder de metamorfosearse en perros, gatos, o en ciertas aves agoreras como el coo, el deñ, etcétera. Tienen la facultad de tirar males (hacer daño a distancia), siempre y cuando hayan sido autorizados por sus superiores; los daños sobre las victimas pueden ir de algunos rasguños en diferentes partes del cuerpo, hasta la muerte lenta por envenenamiento. Son personas con conocimientos de medicina naturista y herederos de religión tradicional mapuche, capaces de domesticar al Caballo marino y otros animales mitológicos y poder abordar el barco de los muertos, el Caleuche, sin ser convertidos en esclavos.

Cuando el Brujo desea convertirse en animal, volar, abrir puertas o hacerse invisible usa el macuñ, un chaleco hecho con la piel del pecho de un muerto (por ello a los brujos se les dice «pelapechos» y por esta razón algunos hacen cortes en los cadáveres de sus familiares para que no puedan ser profanados); el macuñ solo cubre el pecho y se ata con cordones a la espalda, algunos señalan que este chaleco tiene también la capacidad de alumbrar como el mejor farol despidiendo una luz verdosa. Cada brujo posee su propio macuñ, que esta unido a él de forma inseparable y de por vida.

Pese a sus poderes, no toleran la sal, herencia de los mitos europeos, donde las brujas no pueden consumir sal, por ello los campesinos europeos ponen sal detrás de la puerta del hogar para evitar que las brujas entren; ya que les «sala» el cuerpo e inmoviliza las junturas. Los brujos de Chiloé pueden ser descubiertos si se tira sal o afrecho al fogón, el brujo empezará a estornudar y morirá sarnoso antes del año, cosa que también ocurre si es descubierto y atrapado por alguien haciendo alguna brujería. También están obligados a usar bufandas y prendas de cuello alto todo el año, incluso en días de gran calor, ya que deben ocultar sus tatuajes distintivos.

Chiloé tan alejado y lejos del poder político de Chile fue la última parte liberada en la independencia (1826); Santiago ya era patriota en 1818. El sistema económico de la colonia fue mantenido por las nuevas autoridades eran las haciendas y el inquilinaje, donde mestizos y españoles pobres se instalaban en los terrenos alejados de las grandes haciendas ganaderas, a cambio de un pago simbólico en especies cada año. Ante esta explotación, apoyada en armas y en la Iglesia Católica los chilotes buscaron ayuda en los brujos, de quienes se suponía que podían causar daño, enfermar y aún matar a los hacendados que maltrataran a sus peones, y también sobre las autoridades civiles y religiosas que los apoyaran en sus acciones.

La rebelión política y religiosa se volvieron una; y en 1880 se abrió el expediente criminal contra Mateo Coñuecar y otros por asociaciones ilícitas y envenenamientos. La inquisición entró en Chiloé después sesenta años de haber terminado la inquisición española; muchos sospechosos de practicar la brujería fueron apresados, interrogados y torturados. La idea era determinar las acciones de la Recta Provincia, nombre dado a la asociación de brujos, que actuaba como un gobierno paralelo al oficial entre sus semejantes; finalmente, salvo por demostrar que algunos practicaban viejos ritos tribales mapuches, no se pudo comprobar envenenamientos, ni magia negra; algunos señalan sin embargo que La Recta Provincia desapareció; en parte por toda esta acción gubernamental, y en parte por peleas entre sus propios miembros, al romperse el orden y jerarquía de la supuesta sociedad.

El origen de la Recta Provincia se remonta a la colonia, cuando navegante José de Moraleda (quien realmente existió) visitó Chiloé y desafió el poder de la machi Chilpilla en una competencia de magia. Ella lo derrotó dejando su barco en la tierra, él le obsequió un libro de magia, libro que posteriormente algunos pobladores nativos usaron y sirvió para crear esta sociedad que se extendió por todo el archipiélago.

La sede del «Rey de los brujos» estaba en la Cueva de Quicaví (Casa Grande), hoy algunos suponen que al ser descubierta la cueva, se mudaron a otra conocida sólo por los brujos. La Cueva tenía su entrada en una quebrada y estaba vigilada por el Invunche. Dentro se guardan el Libro, el Levisterio o Revisorio, usado para hacer diversos exámenes, y el Chayanco, usado para vigilar a todos los miembros de la comunidad de brujos. El lugar mediría aproximadamente unos 200 metros y tendría muchas dependencias, estando iluminado por antorchas y cántaros de aceite humano.

Para formar parte de la Mayoría, el iniciado pasaba por una serie de pruebas, los iniciados eran por lo general familiares e hijos de brujos o personas de su confianza; la primera prueba era quitarse el bautizo; el aspirante pasaba cuarenta noches bajo una pequeña cascada; sitio donde se dice que baña el Camahueto, adquiriendo así la fuerza de la bestia. Si se tiene prisa, un baño con sangre de recién nacido no bautizado ayuda. Tras estas y otras pruebas, el iniciado es llevado a la cueva ante la Mayoría (trece brujos que lo evalúan) y se le somete a la prueba mayor, asesinar un familiar muy querido, una noche de martes. Otras pruebas en el campo seguirán hasta alcanzar el permiso de ponerse el chaleco «macuñ» confeccionado antes por el iniciado y jurar no revelar su secreto (que es brujo) ya que de lo contrario morirá antes de un año. Su ingreso es celebrado con un gran banquete de guagua (bebé) asada. Ya dentro de la sociedad se le enseñará a volar y otras artes; también aparecen las prohibiciones: no probar sal, así como no violar o robar, las artes no pueden ser usadas para beneficio propio; esto es valido en los brujos de Chiloé y en las antiguas brujas y brujos europeas.

Una historia de Brujos (fuente aquí) es «La camiseta del brujo» de Renato Cárdenas Álvarez:

Doña Rosalía ya se lo había advertido en un par de oportunidades, que si no sanaba pronto a su marido te­nía que vérselas con sus hijos.

―A vuelta del Navarino van a regresar de la Argentina, Pelapecho maldecío―, le gritaba a pleno cami­no público.

Don Carmelo Barría había sido un hombre ro­busto y bueno para el trabajo, pero por cuestión de des­lindes se enemistó con Juan Estanislao, brujo rematado según el vecindario. Ahora no era ni la sombra de lo que fue hace un año.

Primero lo sajaban a pleno día. Después lo extra­viaron en su propio monte, a cuenta una manchita de matorrales, que cuando uno estaba entrando por un lado ya estaba saliendo por el otro.  Pero  ahí  estuvo  dando vueltas medio día enlesado hasta que su vieja lo salió a buscar y lo encontró difareando, sentado en un palo podrido.

Después de este percance ya no fue el mismo. Empezó a ponerse maganto y falto de apetito. Lo llevaron al médico, a Castro, pero sus vecinos les aconsejaron que estaban perdiendo plata porque ese era trabajo de una machi. Pero ésta se declaró incompetente porque el  raiguae era muy poderoso y no podía contrarrestarlo. Sin embargo, le dio algunos consejos. Pero necesitaba a sus hijos para eso.

Después cayó en cama y entonces cuentan los vecinos era una función cada noche con tan­to lucerío que transitaba la casa. Doña Rosalía se confundía, aten­diendo siembras, sus animalitos, a su marido y a los bru­jos por la noche. Pájaro que se aposentara salía persiguiéndolo con ti­zones del fogón.

¡A cuentas un puñado de huesos está mi viejo! le gritaba la mujer. ¡Espérate que vengan los chicos lo amenazabaahí te quiero ver, brujo sarniento!”.

Y así fue como una tarde de otoño, en la lancha de recorrido se bajaron dos mocetones gruesos, forzudos, cargando pesados cacharpe­ros y un par de valijas de madera terciada.

Después de los llantos de rigor, la madre les contó, con más detalles que en las cartas, lo que estaba sucediendo en su hogar. Los mucha­chos escucharon en silencio y con sigilo salieron de la casa antes que amaneciera.

Lo pillaron todavía en su cama. Y con ese bozarrón autoritario que identifica a los viajeros a la Patagonia, uno de ellos le gritó de afuerita del cercado.

¡ Sale de tu cama, brujo flojonazo, que aquí te precisamos !”.

A penas se acercó lo tomaron de un ala y se lo llevaron. No hubo palabras durante el tra­yecto. Al llegar, lo introdujeron en el dormitorio y fue atrincado por la fami­lia. El viejito, acurru­cado en su poncho café, negaba todo con mo­nosílabos. Doña Rosalía ordenó:

Ahora, sáquenle esa manta. Ahí dentro debe traer su macuñ.

Apareció una camiseta ennegrecida por el hollín y grasienta, que le quitaron en el acto. Quedó en puros cueros, encogido y protegiéndose el pecho.

¡Máchavete ahora! hijo de satanás le replicó la mujer.

El anciano recogió su poncho y en dos zancadas alcanzó la puerta.

Ahora chicos ordenó la madre más calmada va­yan a buscar unas varitas bien sobaditas y fuertes porque a esta camiseta la vamos a moler a palos. Este es el chaleco con que ese brujo miserable vuela cada noche. Májenlo bien esto, una hora cada día, hasta que tenga­mos resulta­dos. Al día siguiente, contaban los vecinos, el viejo Juan Estanislao cayó en cama.

¿Y cómo va el enfermo aquí?, pregunta­ban curiosos.

Saben, contestaba doña Rosalía arregentando está. Hoy, hasta unas papitas al res­coldo comió.

Y así no más fue. A la semana, la camiseta no era más que un puñado de hilachas y la salud del embrujado ya se había recuperado casi por completo. El día que sa­lió al corredor de su casa, aprovechando el solcito de la mañana, se detuvo un vecino a saludarlo.

Miren qué alentadito que están don Carmelo. ¿Capaz que tengan fuerzas para ir al sepulte del finado Juan?

¿Qué Juan, hombre?

Juan Estanislao ¿qué otro?. Parece que murió a la amanecida. A mí fueron a suplicar para que diera ra­zón al fiscal… y repiquen las campanas.

La Voladora

Las Voladoras son mujeres que participan en las actividades de la brujería en Chiloé, y que tienen el don de transformarse en un ave. Son ayudantes y mensajeras de los Brujos. Generalmente la elegida es una hija de brujos o una mujer leal a ellos; a la cual se le enseñarían algunas artes mágicas, pero no todos los secretos. Para poder llevar los mensajes la mujer se transforma en ave, generalmente en garza nocturna (Nycticorax nycticorax), llamada también: bauda, gauda, guaco, huairavo, huaco o martinete común.

Para realizar la transformación requiere beber un jugo amargo preparado por un brujo; mientra vomita sus intestinos en una lapa (vasija de madera) el brujo recitaría ciertos versos para iniciar la transformación. Mientras vuela la voladora lanza desagradables gritos que pueden ir de risas histéricas a burlonas carcajadas; el lamento de un animal herido o el llanto de una mujer. Las viseras deben ser puestas a buen resguardo, ya que si al volver antes de que amanezca no encuentra sus intestinos y no los vuelve a tragar, entonces no puede recuperar su forma y queda atrapada en el cuerpo del ave, muriendo un año después.

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Para mas referencias sobre los mitos de Chiloé se puede consultar: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí

Leyendas de Chiloe (2) Mitos de las aguas y el Mar.

Caicaivilú y Tentenvilú

Los primeros mitos de Chiloé (Chile) se remontan al surgimiento de la gran isla. Es interesante como reconocen los pobladores que los terremotos dieron forma a aquella porción de tierra, hoy separada del continente. Caicaivilú, serpiente del mal (la diosa del mar), deseaba incorporar esa parte de la tierra a sus dominios bajo las aguas marinas, Tentenvilú (o Trentren-Vilu) es la serpiente del bien (dios de la tierra, el fuego, y sus volcanes.), elevaba los cerros cada vez que su rival hundía ese pedazo de tierra, hoy transformado en un gran archipiélago, siendo la isla mayor Chiloé.

Según los mitos de los mapuches, estas dos serpientes serían hijos de los pillanes más poderosos, que como castigo habrían sido convertidos en estos seres. Los pillanes son un tipo de espíritu benigno entre los mapuches, y están vinculados a la creencia del culto a los ancestros del pueblo Mapuche. Cada familia antigua mapuche tenía su Pillán que los vigila y protege. El mapuche cuya vida terrenal era prospera y tuviera una gran descendencia para que lo recordaran podía convertirse en un pillán; en el caso de la mujer este espíritu de los ancestros se conoce como wangulén. Como los pillanes también podían castigar, por la falta de ceremonias en su recuerdo, provocando sequías, inundaciones, terremotos o enfermedades; la influencia cristiana equiparó a este espíritu de los ancestros como un ser maligno, una especie de genio o diablo que causa todos los males y catástrofes naturales.

El mito cuenta que al principio, incluso ante que los hombres, ya existían pillanes y wangulén; entre ellos los más luminosos y poderosos estaban Antü (luz) y Peripillán (fuego). Antü escogió entre todas las wangulén (mujeres) a Kuyén; ello provocó la envidia de la otras mujeres y de los otros pillanes y con ello se empezó a perder la armonía en el wenumapu (cielo sideral); Antü molesto por la actitud y provocaciones que incitaba Peripillán, decidió castigarlo, y con ello comenzó la gran lucha entre los pillanes. La disputa no solo abarcó el wenumapu, sino que fue tan grande, que alcanzó el mapu (la tierra), el ankawenu (el cielo = atmosfera) y el minchemapu (inframundo), liberando a los wekufe (espíritus malignos) y los laftrache (equivalentes a los genios y gnomos europeos).

El resto de pillanes y y wangulén terminaron tomando partido por algún bando y la disputa se propagó por tanto tiempo que incluso los hijos de estos llegaron a adultos y tomaron parte en la pelea. En medio de la batalla los hijos pensaron que era el momento de sustituir a sus progenitores y la disputa creció ahora entre padres e hijos. Antü y Peripillán se enfurecieron al ver la actitud de sus hijos, que los agarraron y lanzaron del Wenumapu al Mapu, y estos gigantes se estrellaron contra la tierra y destrozándose cuales ladrillos de barro; y sus cuerpos tendidos e inertes formaron las montañas.

Finalmente Antü y sus aliados lograron prevalecer; y así pudieron dominar a las fuerzas de Peripillán; que derrotados también fueron lanzados sobre el mapu y fueron sepultados bajo las montañas. Sobre Peripillán, Antü echó las rocas más grandes, formando de este modo el volcán Osorno.

Antü apago de esta forma todas las luces del cielo, quedando solo la suya (el sol); Kuyén sería la luna, y el resto de las wangulén las castigó por su envidia a apenas billar en la noches como pálidas estrellas. Al resto de los pillanes, encerrados bajo tierra, tratan de tanto en tanto de surgir de la tierra (el fuego de los volcanes), pero no pueden y finalmente su luz resbala por las laderas de las altas montañas (lava) para apagarse y convertirse finalmente en piedra.

Por su parte las wangulén vencidas lloraron a sus hijos y esposos muertos, y tanto fue su sufrimiento que sus lagrimas alcanzaron el mapu y casi lo llenaron de agua (el mar). Pu-am (otro de los antiguos espíritus) se conmovió y para recuperar el equilibrio devolvió a la vida a los hijos caídos, pero sólo como habitantes del mapu y no permitió que recuperaran su forma antigua (gigantes), reencarnándolos en otras formas. Así fue como el hijo de Peripillán fue convertido en una inmensa culebra cuyo nombre es Kaykayfilú y el hijo de Antü fue convertido en otra inmensa culebra cuyo nombre es Trentrenfilú

Ambas culebras serían adversarias, así como fueron sus padres. Caicai habría sido mandada a vivir en el mar para cuidarlo, y Tenten habría sido enviado a la tierra, siendo ambos el instrumento a través del cual se cumplía la voluntad de los antiguos espíritus. Se cuenta que Caicai dormía bajo las aguas y un vez despertó y sintió el desagradecimiento de los hombres a lo dado por el mar; se enfureció y golpeó el agua con su cola creando un diluvio que arrastraba todo al mar. Tenten ayudó a los seres humanos y animales a escapar subiéndolos a su lomo y a los que quedaban atrapados por las aguas los transformó en aves para que escaparan volando; a los se ahogaban en mamíferos marinos y a los ahogados en sumpall (seres similares a las sirenas y tritones) que pasaron luego a ser guardianes de las aguas, ríos, lagos y fuentes; en el mito mapuche cuando alguien moría ahogado se convertía en un sumpall. Los seres humanos que quedaron inmóviles por el terror se habrían transformado en mankial (estatuas de piedra).

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La lucha entre ambas serpientes provocó que la costa que antes era una sola estuviera ahora plagada de infinitos archipiélagos e islas. Caicai se volvió a dormir y de tanto en tanto causa los maremotos cuando se revuelve en medio de su sueño; por su parte Tenten se molesta luego por la actitud desconsiderada que tenían algunos los hombres y provoca temblores, terremotos y erupciones volcánicas, haciendo que estos abandonen las altas montañas a sitios más seguros y estables.

Millalobo, dios de los mares

Millalobo es un dios marino, cuyo origen está en una joven india (nombre desconocido) que tuvo amores con un león o lobo marino en la época de la gran inundación provocada por Caicai. De esta unión no natural fue provocada por la serpiente marina nacería Millalobo. En la mayoría de las representaciones tiene torso humano y parte inferior de lobo marino. Es comparable a los selkies, ya que se puede transformarse en león marino pudiendo así pasar inadvertido y ayudar a las naves y marinos perdidos en el mar.

Tras la pelea con Tenten, Caicai vio en este ser híbrido alguien en quien delegar funciones mientras duerme; asi Millalobo se volvería rey de los mares frente a las costas chilenas, el equivalente del Poseidon griego o el Neptuno romano. Las funciones en las aguas son muchas y muy variadas, es por ello que Millalobo delega funciones entre su hijo Pincoy y sus hijas Pincoya y la Sirena (sin nombre); y entre las labores de estos hijos está la de recoger los cuerpos de los muertos en el mar y llevarlas al Caleuche (el barco fantasma, también conocido como barco de los brujos), cuyo capitán es el propio Millalobo. Los muertos son revividos y convertidos en esclavos que trabajan en barco, por ello es peligroso morir en el mar y no poderse recuperar el cuerpo, implica quedar atrapado como esclavo por el resto de la eternidad.

Entre las leyendas se cuenta la siguiente historia (fuente original aquí):

Era un matrimonio bien avenido, con dos hijos medianos. Ella atendía sus huertas y sus animales y de vez en cuando salía toda la familia a mariscar. El era pescador y mal no le iba. Vivían en una isla.

Una mañana que volvía de la pesca observó una pareja de lobos que tomaban el sol en un peñasco que sobresalía del mar. Se acercó por atrás sigilosamente, porque pensaba cazarlos. En el pueblo pagaban bien por los cueros y el aceite esa un buen tónico.

Cuando el pescador estuvo encima de ellos, recién se dieron cuenta de la intención del humano y se tiraron al agua, pero el más pequeño recibió todo el mazazo de la pala del remo y quedó flotando entre dos aguas, mientras la loba rondaba bufando alrededor del bote.

Desde lejos se acercaban dos hombres que venían costeando, casi pisando el mar. El pescador que estaba en preparativos de pesca y sólo se percató de ellos cuando ya estaban en su patio, cuando fue hacia la bodega a buscar más beta para fondearse. Vio que observaban el cuero del lobito, clavado en la pared para que se oreara .

Les interesa el cuerito dijo a manera de saludo lo pesqué ayer nomás.

Lo mato, querrá usted decir, dijo secamente el más alto, mostrando varios dientes de oro.

A veces se les caza por estos lados —agregó el pescador, sin entender muy bien el sarcasmo del hombre de los dientes de oro.

Lo estábamos ubicando señor… , se interrumpió.

Francisco Colhuante, para servirle. ¿Para qué me precisaban?.

Nosotros somos mandados… comenzó exponiendo el que hasta ese momento había permanecido callado. Su voz era más precisa y no evidenciaba emociones.

¿De parte de quién será ? interrumpió el pescador, con cierta tensión por el carácter formal que adquiría la conversación.

Somos tripulantes de «El Marino» empezó somos mandados por el Millalobo. Él no permite que ninguno de los animales marinos sean sacrificados inútilmente, ni maltratados. Usted, sin ninguna necesidad, mató ese lobito y la loba sufre estos días lo que usted tendrá que padecer, cuando su hijito mayor muera.

¿Qué…? ¿Qué dice usted hombre?, reaccionó el pescador que se había quedado de una pieza.

A veces tienen que pagar justos por pecadores, como dicen ustedes aquí en tierra, confirmó él de la sentencia».

El pescador corrió desesperadamente al interior de su casa, porque no dudó de lo que esos hombres le decían con tanta severidad. Encontró a su hijo tendido en un sofá y con síntomas de fiebre. Llamó a su mujer y volvió al patio. Ya no estaban ni los hombres de El Caleuche, ni tampoco colgaba el cuero del lobito en la pared.

A los días el niño moría en los brazos de su padre y ante la consternación de su comunidad.

El Caleuche, el barco de los muertos

El Caleuche es un barco fantasma, es conocido también como Buque de Arte, Barcoiche, Buque Fantasma o Barco de los Brujos, con aspecto de un gran velero antiguo cuya cubierta principal está siempre llena de luces brillantes la cual proviene de las fiestas en su cubierta. La tripulación del barco, son por un lado aquellos que han muerto en el mar y revividos como esclavos; brujos de Chiloé y sus sirvientes, o por quienes pactaron con los brujos para obtener riquezas.

El origen del mito deriva de la llegada al Archipiélago de corsarios holandeses quienes en el siglo XVII usaron la región por un breve periodo para ocultar operaciones de contrabando y piratería sobre los barcos españoles que atravesaban el estrecho de Magallanes. La idea del contrabando permanece ya que según algunos el barco de los muertos es usado por los brujos para transportar sus mercaderías con los que tienen trato con ellos. Para abordar el barco, los brujos, usan al caballo marino; ya que el Millalobo les tiene prohibido en los mares usar la magia.

Sobre los muertos en el mar hay dos versiones, una dice que en el Caleuche pasan a formar parte de la tripulación y disfrutan de las fiestas que se dan en cubierta, justificando así las luces sobre el barco. Pero el destino de los muertos en el mar que terminan en el Caleuche en la mayoría de las versiones es como esclavos del barco, incluso el propio barco es una trampa, que cual sirena clásica atrae con la música de su cubierta a los pescadores para convertirlos en tripulantes esclavos que llevan una pierna doblada sobre la espalda, de forma similar al Invunche.

Las historias señalan que la tripulación (brujos) del Caleuche hace pactos con comerciantes en la costa. Cuando una persona en Chiloé hacía una rápida fortuna era por el pago de favores a los tripulantes del barco; mas cuando el comerciante adquiría una gran fortuna al poco tiempo que algún familiar desaparecía en algún naufragio, un sacrificio menor condenar como esclavo del barco a algún pariente cercano, si se comparaba con la recompensa monetaria recibida en el pago del trato.

El origen de las riquezas de los tripulantes del barco se encontraban en poder alcanzar ciudades ocultas llenas de tesoros, como la Ciudad de los Césares, donde suele parar el barco de tanto en tanto. Los lugareños hablaban que a la llegada de los conquistadores, a principios del siglo XVI, existía una ciudad repleta de perlas y diamantes que aparecía y desaparecía en la niebla (una versión local del Dorado, y fue el último gran mito en la conquista americana). Algunos señalan que los brujos que viajan en el Caleuche permiten a los marinos muertos en el mar, ahora esclavos en el barco, bajar a tierra una vez al año para llevar consuelo y ayuda económica a sus familiares.

Otros dicen que el Caleuche era un ser (espíritu) dotado de conciencia, que asumió la apariencia de un lobo marino; tuvo por esposa a una loba marina; pero esta fue muerta cruelmente por unos pescadores. Desde entonces odia a los pescadores. El Millalobo unió el espíritu furioso al barco, para impedir el escape de los esclavos; justificado también el porque el barco atrae a sus redes a los pescadores, es una forma de venganza; y el por que ayuda a los brujos y por que aquellos que contemplen el barco fantasma pueden terminar locos o con el cuerpo retorcido.

La historias de Pincoya, Huenchula (Cuaco) y Huenchur

Millalobo distribuyo funciones entre sus hijos; la más conocida es la sirena Pincoya, descrita como una hermosa joven cabellos dorados, que cuando baila mirando al mar indica prosperidad y buena pesca, mirando a la costa lo contrario. Tiene también una función psicopompa, ya que recoge los cuerpos de los muertos en el mar y los conduce hacia el Caulenche (el barco fantasma).

La madre de la Pincoya fue una joven humana llamada Huenchula, quien le decía a su madre, Huenchur, que era seguida, cuando iba a la playa, por un ser mitad foca y mitad hombre. Su madre creyó que eran cuentos, eso hasta que la chica desapareció durante un año de su hogar. Cuando volvió llevaba envuelta en sus brazos a la recién nacida Pincoya para presentarla a sus padres, pero inicialmente les dijo a sus padres que no abrieran el bulto donde se encontraba la joven; la anciana, sin embargo, no se pudo resistir ante la curiosidad y desenvolvió el bulto de ropa, esperando encontrar dentro a su nieta, pero lo que halló fue un charco de agua; Huenchula volvió a la casa e increpó a su madre por no haber tenido paciencia. Le dijo que ahora había perdido la oportunidad de conocer a su nieta y que ella ya no volvería jamás a visitarla. Luego se fue para siempre. Al llegar al mar vació los restos del agua que quedaban en la cuna; llamó a Millalobo y le contó lo ocurrido; este la tranquilizó haciendo emerger de las aguas a Pincoya, ya adulta.

La abuela de Pincoya era una gran machi (curandera) que vivía cerca del océano Pacifico. Conocida con el nombre de Huenchur. En sus viajes al bosque por hierbas encontró un viejo leñador moribundo, a quien salvó y sería luego padre de su única hija (Huenchula). Años después, la desaparición de su hija truncó la alegría de sus padres. El leñador murió de pena al perder a su hija y de nada sirvieron los rezos y hechizos de Huenchur para recuperarla. Huenchur se embarcó a buscar a su hija, gritando en sus andanzas: Cucao, Cucao, Cucao… (nombre con el que llamaba a la joven); finalmente se adentró en el mar, donde su frágil embarcación se hundió, ahogándose. La Pincoya socorriendo el naufragio reconoció a su abuela y la llevó al Cahuelche (el barco fantasma) donde su padre le devolvió la vida. Hoy cuando hay mal tiempo y el viento del mar sopla, resuenan los gritos de aquella anciana: Cucaooo… Cucaooo…, que dieron nombre al pueblo donde vivía.

Durante la inundación de la tierra, ocasionada por la culebra Caicaí, algunos hombres fueron transformados en mamíferos marinos por la culebra Tenten, con el objeto de librarlos de la muerte. Uno de ellos dio origen al Cahuelche o Cahuella; animal físicamente igual a una tonina (tipo de delfín). El Cahuelche fue puesto por Millalobo a las ordenes de Huenchur, quien se convirtió en la administradora de las tempestades y las mareas. Como Huenchur no le está permitido comunicarse directamente con los seres de la tierra, usa al fiel y obediente Cahuelche para avisar a los marinos las tormentas que vienen, o la presencia del buque fantasma «el Caleuche». También a veces se acerca a las costas y con sus sonoros llantos avisa la pronta muerte de alguno de los habitantes de la orilla.

Hay un mito que también incluye a la sirena Pincoya, se cuenta que en la laguna Huelde, ubicada cerca de Cucao, vivía una joven de hermosa voz. Ella cantaba sobre las rocas y sus cantos elevaban un tronco de oro (la Curamilla) que volvía las aguas transparentes y curativas. Muchos peregrinos fueron hasta la laguna a buscar los favores de la sirena. Esta desapareció, no se aclaran las causas; si fue por estar molesta con las suplicas de tantas personas o si fue raptada por uno de tantos peregrinos, que deseando robar la curamilla cambio de idea al enamorarse de la hermosa joven. Lo cierto es que la curamilla se hundió y la laguna tiene aguas oscuras desde entonces.

Pincoy y la Sirena

Picoy, es el príncipe de los mares, por ser hijo del Millalobo; administrador y vigilante de los dominios marinos de su padre, atiende especialmente los relacionados con la reproducción de los peces y demás habitantes del mar. Ayuda y protege a sus hermanas, Pincoya y la Sirena Chilota, a quienes socorre cuando ellas lo requieren. Entre sus actividades más características está la de ayudar a llevar a los muertos del mar hacia el Caleuche.

Tiene el aspecto de tritón, pero la parte inferior como su padre es de un lobo marino, de color plateado brillante, es descrito con hermoso y varonil rostro humano, a diferencia de su padre que algunos describen en su rostro rastros de le´pon marino; luce una poblada melena (dorada según descripciones); con la cual encanta mágicamente a las bellas mujeres, por las cuales suele sentirse atraído, para lograr conquistar sus favores. Los pescadores cuentan que a corta distancia de sus embarcaciones, se puede observar como el Pincoy pasa nadando a una velocidad extraordinaria, brillando como un rayo plateado.

Algunos marineros hablan de una otra sirena, esta si con cola de pez, ya que la Pincaya es descrita con piernas humanas; conocida simplemente como la Sirena de Chiloé; es hermana menor de Pincoya y Picoy; habita en la isla de Laitec. Una vez quedó apresada entre las redes de pesca de unos pescadores, ante sus suplicas lastimeras fue liberada por aquellos. En agradecimiento la sirena los compensó con buena y abundante pesca.

Trempulcahue y Tempilcahue

Las trempulcahue o tempulcalhue eran cuatro ancianas que en las noches eran transformadas en ballenas, según la mitología mapuche. Su labor era llevar las almas de los muertos en tierra a través del mar hacia Ngill chenmaywe (geográficamente asociada a la Isla Mocha); Desde esta isla, las ánimas (püllü) se convertirían en espíritu (alwe); y partirían hacia el reino de los muertos en el lejano occidente. Las ánimas debían pagar con llancas (piedrecillas de color turquesa) el transporte.

En Chiloé, cerca de Cuaco; la labor de llevar las almas corresponde a un barquero, conocido como Tempilcahue y al igual que el Caronte griego cobraría por el transporte; y un poco más si al difunto le acompañan perros y caballos.

Los habitantes de Chiloé cuentan que en los acantilados cerca de Cucao se pueden escuchar además dela mar, escalofriantes lamentos, llantos y súplicas que procederían de angustiosas ánimas de almas en pena, que deambulan en esta zona. Conocidas estas almas como las Ánimas de Cucao, ellas gimen con desesperación y congoja, suplican y llaman al balsero Tempilcahue a que venga a buscarlas; ya que atrapadas en este mundo aun sufren las amarguras, odios, rencores y dolores que no las dejan descansar en paz.

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Para mas referencias sobre los mitos de Chiloé se puede consultar: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí