Cosmogonia 13.- Dioses Romanos (1° Parte) – Los panteones Etrusco y Sabino

Cuando pensamos en dioses romanos imaginamos a: Júpiter, Marte, Venus, Diana, Neptuno, …; sólo por citar algunos de ellos, y para los efectos son un simple renombre de los dioses griegos (Zeus, Ares, Afrodita, Artemisa, Poseidón…), sin la fuerza de los primeros. Jupiter está lejos del ser el conquistador de chicas, Marte, más que un dios iracundo y sin templanza, aquí es en sus orígenes un dios agrícola, Venus deja de ser tan vengativa con rivales y amantes indispuestos a sus avances sexuales; etc.; todos ellos son para los efectos una versión que ha pasado por una especie de censura de lo ‘políticamente correcto’.

Roma, sin embargo, tuvo sus propios dioses y cultos, y durante la expansión de su imperio simplemente absorbieron los cultos de los pueblos conquistados, asociando y vinculando los nombres de sus antiguos dioses a los mitos de estos pueblos absorbidos bajo la sombra de Roma; primero de latinos, sabinos, umbros y etruscos, luego se empaparon de los mitos griegos, hasta hacerlos propios; y esta idea de permitir los cultos foráneos hizo que en Roma fuera abierta a cultos extranjeros como los de: la Cibeles frigia, la Isis egipcia y el Mitra persa, que alcanzaron durante el Imperio una gran adoración, y es esa permisividad lo que toleró la llegada del culto de un carpintero crucificado que promovía la creencia en un único dios. Es en este punto cuando todo se fue para el carajo (para el resto de los cultos se entiende), ya que adorar a uno era más simple y rentable que adorar a muchos, y donde nunca se sabía a cual moléstate para culpar de tu mala suerte.

Hay que señalar que el pueblo romano tuvo sus orígenes por el 750 a.C., terminando su periodo monárquico cerca del 450 a.C.; siguió luego la república, que es cuando ocurrió la expansión de Roma y fue celebre por las guerras punicas (entre 264 a 149 a.C.), y que finalizó con la muerte de Julio Cesar y la posterior toma del poder de Augusto en el 27 a.C.; desde entonces se habló del imperio, que se mantuvo hasta el 395 d.C., cuando el emperador Teodosio lo divide en dos partes; la parte occidental cae finalmente menos de un siglo después en 476 d.C., mientras que el oriente sobrevive unos diez siglos más como imperio bizantino hasta sucumbir a manos de los turcos en el 1453.

El panteón etrusco

Para entender muchas de las divinidades romanas mayores, hay que buscar las raíces en los pueblos vecinos, entre ellos destacan primero los etruscos (quienes se denominaban a sí mismos como rasenna) y que habitaron la región centro-occidental de la Italia actual desde inicios de la edad de hierro (~1000 a.C) compartiendo/compitiendo territorio con pueblos vecinos como los umbrios, sabinos y latinos. Su mayor expansión ocurrió entre el 500 al 300 a.C., llegando hasta casi la actual Venecia y la isla de Córcega. Luego vino su declive y en los dos siglos siguientes fueron derrotados y absorbidos por los romanos, desapareciendo como pueblo totalmente cerca del 100 a.C.

La civilización etrusca tuvo un carácter básicamente urbano, y se desarrollaron siguiendo el modelo de ciudades-estado. No se puede hablar de un país etrusco unificado, ya que, aunque tenían la misma cultura, cada ciudad suponía un reino independiente que seguía sus propias directrices políticas.

La lengua etrusca no tuvo escritura hasta el siglo VII a.C. aproximadamente, coincidiendo con el momento que tomaron contacto con los alfabetos que usaban los griegos y los fenicios, por ello podemos ‘leer’ (deletrear) sus escritos dado el alfabeto adoptado por ellos, y así reconocer dioses y personajes de la mitología clásica tales como: Achle (Aquiles), Achlae (Aqueolo), Achmemrun (Agamenon), Achrum (Aqueronte), Aita (Hades), Aplu (Apolo), Areatha (Ariadna), Aritimi (Artemisa), Atlenta (Atalanta), Atunis (Adonis), Casntra (Casandra), Catmite (Ganímedes) y que los romanos llamaban Catamito; Cel (Gea), Cerca (Circe), Charun (Caronte), Easun (Jason), Ecapa (Hecuba), Ectur (Hector), Elinei (Helena), Erus (Eros), Esplace (Asclepio); Hercle (Heracles), el Hércules romano; Kastur (Castor), Letun (Leto), Meleacr (Meleagro), Metaia (Medea), Nestur (Nestor), Patrucle (Patroclo), Pecse (Pegaso), Pele (Peleo); Perse (Perseo); Phersipnai (Perséfone), Priumne (Priamo), Prumathe (Prometeo), Pultuce (Polux), Semla (Semele), Sisphe (Sísifo), Telmun (Telamon), Urphe (Orfeo), Urusthe (Orestes), Uthiste (Odiseo/Ulises), Thaitale (Dedalo), Vikare (Icaro) y Vilae (Iolao); e identifican al héroe Teseo como Estas; sólo por citar los más conocidos.

Es en este periodo de contacto con las culturas orientales (750 al 600 a.C.) que héroes griegos como Heracles pasaron a formar parte de los mitos etruscos, pero como su lengua no era indoeuropea, tenemos que ocurre que leer las letras no es igual a entender las palabras; lo que ha hecho que se recurra a las representaciones artísticas tanto en objetos, como en pinturas (murales), para conocer los mitos etruscos.

A saber la religión etrusca tenía muchos aspectos comunes a otras culturas mediterráneas, por ejemplo el sacrificar animales a los dioses y ver sus entrañas para predecir el futuro (como griegos y fenicios); un elaborado culto sobre la vida después de la muerte (similar al egipcio); pero a diferencia de los dioses griegos estos no estaban limitados a una forma y condición determinada, podían ser jóvenes o adultos según la historia que de ellos se contara; o bien cambiar de genero sin muchas complicaciones, y no tenían la misoginia que tuvieron los cultos griegos. Además daban mucha importancia al concepto de pareja, y ello explicaría la dicotomía presente en muchos dioses romanos posteriores con igual nombre y diferente sexo: Liber/Libera, Caco/Caca, …, o el Pales sabino, que podía ser varón, hembra o hermafrodita, según el cuento dado. Tenían además muchas diosas madres, y la idea de diosas vírgenes no existía; su diosa Mnerva (de donde viene la Minerva romana) en muchas representaciones etruscas amamanta y es acompañada por sus hijos; era también una diosa del clima, con poder sobre el rayo, y posiblemente una deidad lunar dado que presidía sobre los calendarios; aspectos que nada tienen que ver con su contraparte helénica y con la posterior versión romana.

El panteón etrusco tenía un complejo origen, y sobresalían dos tríadas divinas: una con carácter supraterreno, compuesta por Tinia, Uni y Mnerva, y la otra integrada por los dioses infernales.

Tinia (Tin, Tinh, Tins o Tina) era un dios celeste, y el más alto de la mitología etrusca, comparable en posición al Júpiter romano y al Zeus griego. Era el señor del trueno y el rayo, de las tormentas, el día y el cielo mismo. Bajo del nombre de Veltha (Velthume, Voltumna) se le pone también como un dios de la tierra o los campos, señor de las estaciones, era una deidad ctonica vinculada a los mitos de muerte y resurrección de la naturaleza, y que los romanos latinizaron como Vertumno/Vortumno, el señor de las estaciones y los arboles (frutales), siendo bajo esta apariencia entre los sabinos conocido como Falacro/Falacer, un dios de los arboles (frutales) y de las lluvias, y donde autores modernos lo ponen como un sobrenombre etrusco para dios del cielo, y cuyo culto fue absorbido por Júpiter.

Y hablando de Júpiter, su nombre deriva del dios umbrio Ju-pater (djous/día + pater/padre), padre del día/cielo; su contraparte es Cupra/Kipra/Supra, una diosa de la fertilidad, y cuyo nombre parece derivar del griego Kupria (de donde viene la palabra cobre), y que era un sobrenombre para Afrodita, de quien se decía había tocado por primera vez tierra en la isla de Chipre (de donde viene el nombre de la diosa) y donde habían importantes minas de este metal. El hijo de Venus (Afrodita) es conocido entre los romanos como Cupido, y como muchos dioses romanos vienen emparejados en nombre (Liber/Libera; Fauno/Fauna, Caco/Caca…), así el dios del amor es la versión masculina de esta divinidad umbria arcaica de la fecundidad.

Veltha era una deidad ctónica cuyo culto deriva de un arcaico dios cretense, Velchanos, un joven dios de la vegetación y los bosques, y que en el mito es el hijo de la madre tierra. El mito de Velchanos es semejante al mito sumerio (Mesopotamia) de Tammuz/Dumuzid, dios pastor amante de la diosa Isthar/Inanna, y hermano de la diosa Geshtinanna, señora de la agricultura. El mito de Tammuz paso al mundo griego desde los fenicios y su dios Adonis, un dios eternamente joven que simbolizaba la muerte y la renovación anual de la vegetación. Así tanto el Velchanos cretense, como el Veltha/Velthume etrusco, y su forma latina como el Vertumno, son dioses todos del cambio de las estaciones a semejanza del Adonis fenicio y el Talmuz semita.

En la versión minoica Velchanos es hijo de la gran madre Rea, gran diosa madre de la fertilidad, y luego la tradición griega fusiono al joven dios de la vegetación con Zeus, siendo Creta el sitio donde Rea dio a luz al padre de los dioses, lugar donde esconde a su hijo de la furia de su padre Cronos. Pero en esta fusión Velchanos pierde su aspecto de dios de las cosechas, de moler los granos y fabricar el pan en el horno, aspecto que es más propio de dioses como Ceres, Vesta y Vulcano en la cultura romana; y por eso muchos también ven en Velchanos el origen de Vulcano, a quien los etruscos llamaban Sethlans, pero que igual identificaban con el nombre de Velchans. Velchans/Sethlans era inicialmente un dios de los hornos y luego por su asociación como un dios del fuego paso a ser además dios de la fraguas y herrero, equiparándose con el griego Hefesto; y no deja de ser curioso como la fabricación del poderoso rayo de Zeus quedó entre los griegos en manos de Hefesto y los cíclopes, indicando una posible y antigua relación, todas estas son demasiadas semejanzas y coincidencias para simplemente descartarlas.

El origen antiguo de Vulcano como un dios herrero proto-europeo se registra también en otras culturas, indicando ser anterior al mito romano establecido formalmente. Entre germanos y escandinavos existe un dios llamado: Wayland (inglés) quien fue un dios herrero atrapado en la tierra y esclavizado por un rey, Wayland se venga matando a los hijos del rey y luego escapó con ayuda de un cisne; se le describe igual de deforme que Hefesto y un creador de armas mágicas para héroes y reyes; y como el dios griego, es separado de Olimpo por su apariencia deforme. Como Weland (inglés antiguo) se menciona al herrero creador de la armadura del héroe Beowulf; aparece como: Völundr y Velent (en sagas islandesas y nórdicas), Wiolant (antiguo alto alemán) y Gallant o Galans (Francia), y que el latín medieval se deletreaba Guielandus. Guillean (y era pronunciado ‘whallin’ o ‘wellin’), y es el creador de las armas y armaduras mágicas del héroe irlandés Cuchullain. Hay incluso algunos que señalan que el famoso mago Merlín de la gesta Arturica, entre las lenguas gaelicas (escocesas, irlandesas) era Melinus (y se pronunciaba Welinus), y la famosa isla de Avalón, donde se forjó la espada Excalibur, es una forma corrupta del gaélico ‘hy Guiellean’ (pronunciado ‘a Wulan’ = ‘Isla de Wayland’).

La esposa de Tinia/Veltha era Uni, una diosa de la fertilidad, sobre todo de lo relacionado con el campo, más parecida aquí a la Ceres romana. Su poder era tan grande que tenía al igual que su marido la capacidad de lanzar rayos; además su culto no estuvo limitado al pueblo etrusco, sino que fue adorada por sabinos y umbrios, y estos últimos la identificaron con su diosa Cupra. Fue su condición de diosa suprema del panteón etrusco y esposa de Tinia lo que hizo que pasara al panteón romano como Juno, la esposa de Júpiter; y es durante el periodo de encuentro de la cultura etrusca con las culturas orientales (griegas y fenicias) y su identificación con Hera, que Uni se volvió también una diosa de la maternidad, el embarazo y el parto; papel que correspondía a otra diosa etrusca, Thalna (Thalana, o Talna) y cuyo nombre parece venir de la hora griega Thallos/Talos (crecer) asociada a la primavera, o de la gracia Talia (florecer).

Thalna era una diosa de los partos, equiparable a la Ilitía griega, o a la Lucina sabina. Suele ser acompañada en esta labor por otras dos diosas: Ethausva y Thanr; las tres representadas normalmente con alas, similares a ángeles (es de esta cultura es que asociamos a los ángeles con alas, en la cultura hebrea original se les representan igual que simples hombres, pero en la cultura etrusca se ponen alas en aquellas deidades que tienen conexión con el inframundo). Las representaciones conocidas de estas tres diosas son ayudando a Tinia a dar a luz a Mnerva y a Fufluns; mitos seguramente absorbidos del mundo griego, cuando Atenea emerge de la cabeza de Zeus y Dioniso de su muslo respectivamente.

Ethausva suele ser además identificada como una forma de Hestia (de la que parece tomar el nombre), esto es que era además una diosa del hogar y señora de las matronas; mientras que de Thanr, cuyo nombre traduce ‘escases’, y opuesta a la sabina Ops (abundancia), no hay mayores referencias para poder identificarla con alguna diosa griega o romana; pero el número tres recuerda a las Morias/Parcas (diosas de destino), que se presentaban ante el recién nacido a dar sus dones, así que Thanr, no sólo es una diosa del parto, sino (dado su nombre) es también posiblemente una diosa del destino, similar a Atropos, quien con sus tijeras corta el largo del hilo de la vida, y que entre los etruscos era llamada Athrpa, una de las tantas diosas del destino, pero aquí en vez de tijeras, ella sostiene un martillo y un clavo, indicando con ello que lo dictado no puede ser cambiando, y que quedaba fijo en la pared.

Tinia y Uni formaban una tríada con Mnerva (conocida también como Menrva, Menerva, Mera o Merva), triada que paso al mundo romano (Júpiter, Juno y Minerva) como la tríada capitolina (por la colina de igual nombre) y que era adorada por la clase patricia gobernante. Mnerva era uno de los dioses etruscos con poder sobre el rayo, siendo así una diosa atmosférica y a su vez de la fecundidad; ella es representada como nodriza y quien amamanta a los demás dioses. Mnerva era la diosa de las artesanías, artesanos y gremios comerciales; fue la mecenas de las artes y el aprendizaje, del grabado, el tejido, la pintura, la escultura, el teñido, el hilado, de los maestros y estudiantes, lo que también le valió ser una diosa de la curación. Tenía un papel mántico (premonitorio), y bajo este aspecto era llamada Nortia (Nartia, Nurtia, Nursia o Nyrtia), otra diosa del destino, que al igual que Athrpa sostiene un clavo y martillo. En Mnerva su carácter como una diosa de la guerra no ocurrió hasta que fue identificada con Atenea. Es en estos mitos donde se la describe apoyando los grandes héroes; incluso en la versión etrusca es la compañera de Hercle, y ambos fueron padres del dios Maris.

En Maris algunos ven el origen de Marte, (Mars en la lengua inglesa) pero salvo por la semejanza del nombre no hay relación con el dios de la guerra. Maris es representado siempre como un niño, aparece en escenas que representan un rito de inmersión para asegurar su inmortalidad, (similar al mito griego de Tetis sumergiendo en las aguas de Estigia a Aquiles para hacerlo invulnerable). Maris era un dios de la fertilidad y la agricultura, representado como un niño pastor; era quien advertía de las plagas de ratones que se comían las cosechas (y también quien las enviaba). Y mientras Maris cuidaba los campos, Selvans era el guardián de los bosques y sus límites; y dado los peligros de los bosques, se le atribuye también funciones psicopompas, conduciendo las almas de aquellos que caen es sus dominios. Selvans se le representa como un joven con un sombrero hecho de cabeza de jabalí. Selvans apareció entre los cultos etruscos por el siglo V a.C.; siendo un dios posiblemente prestado del Silvano de los pueblos latinos, (deidad tutelar de campos y protector del bosque).

Hercle, por otra parte, es puesto entre los etruscos como hijo de Tinia y la mortal Alchumena (Alcmena); y a diferencia de la versión griega donde Hera persigue al héroe incansablemente, en la etrusca tenemos una Uni favorable al semidiós, y para hacerlo inmortal la diosa le permite mamar de su pecho (siendo este ya un adulto), volviéndose así en la madre adoptiva el héroe; y con este acto Hercle fue entonces el primer hombre elevado a la divinidad a través de sus obras, y los aristócratas etruscos intentaron identificarse con esta ascensión.

Hubo varias diosas lunares (similar al mundo griego), la forma más conocida es Losna (la Selene etrusca) y estaba asociada a las mareas, y por ello algunos la relacionan como protectora de los puertos marinos (similar a la diosa Leucotea, que no sólo era una diosa marina, sino también era identificada como una diosa lunar). En otros lados a la luna se la llamaba Tiv (Tiu, Tivr, Tiur) y aquí estaba posiblemente más identificada con la Diana romana. El compañero de Tiv es el dios solar Usil, al que equiparan al Helio griego, o con el mismo Apolo.

Con Catha (Cavatha, Cavtha, Cath, Cautha) tenemos una versión femenina del sol; y es frecuentemente emparejada con el dios etrusco Fufluns (el Dionisos/Baco etrusco). Catha es puesta como hija de Usil, eso hace también que se la vea como una diosa lunar, o como una diosa del amanecer, papel que tenía la diosa Thesan, la diosa de la aurora (la Eos etrusca). La relación entre ambas diosas es más que sólo coincidencias, tanto Catha, como Thesan son diosas del parto (por eso de traer la luz), ambas tienen vinculación con el inframundo (vienen de la oscuridad), son diosas de la adivinación, y como muchas diosas de submundo etrusco se les representa con alas en la espalda. Thesan a sobrevivido en el folklore local como la hada Tesana, quien visita a los jóvenes antes del amanecer y los bendice para que tenga buena fortuna ese día. Tanto Catha, como Thesan, suelen ser representadas entre los dioses Usil y Nethum, indicando al sol que se levanta en oriente, mientras que la costa de los etruscos esta en el poniente. Así el origen del culto fue traído de otras tierras (posiblemente de Umbria), o incluso de la cultura minoica, ya que Catha también tiene semejanza con Pasífae, la madre del Minotauro y de Ariadna/Areatha (esposa de Dionisos/Baco/Fufluns). Pasífae era una hija de Helios (el sol) y fue adorada como una diosa de los oráculos y lunar, además de ser una bruja como su hermana Circe; aspectos todos que se le ponen a la diosa etrusca Catha.

Fufluns era el dios de la vida vegetal, la felicidad, el vino, la salud y el crecimiento en todas las cosas (similar al cretense Velchanos); su equivalente romano es Liber, pero al ser identificado con el Dionisos griego, los etruscos lo hacen hijo de la mortal Semla (Semele) y el dios Tinia, y le dan por compañera a Areatha (la forma etrusca de Ariadna). Al pasar su culto a los romanos se le llamó Fufluns Pacha (Baco) y sus rituales cambiaron mucho por la influencia de los frenéticos festivales dionisíacos. El Fufluns etrusco fue visto a veces como una deidad ctónica asociada con el inframundo (por eso de la muerte y resurrección de la naturaleza) y un psicopompo que guiaba y protegía a las almas; donde se asociaba con la diosa etrusca Catha, ambos con el papel de conducir a las almas.

El dios etrusco de los ríos era Volturno, a quien los romanos lo identificaron con su propio río Tiber/Tiberino, ya que las fiestas a ambos dioses coincidían en fechas; por otra parte se tenía que Nethuns era un dios importado de los pueblos umbrios; donde era señor de los pozos de aguas y la salinidad de esas aguas, pero en el contacto con oriente se lo identificó con Poseidón, donde paso poco a poco a convertirse en dios de todas las aguas, incluidas las marinas, superando en poder al Volturno. Nethuns se representó como un hombre joven cabalgando sobre un pez. También podía aparecer junto con delfines o caballos de mar en escenas con carácter psicopompo, ya que era uno de los encargados de llevar el alma al más allá (de aquellos que mueren ahogados). Nethuns suele ser acompañado con una diosa portuaria y marinera, a quien los romanos identificaron como Mater Matuta, una diosa del amanecer, de los bebés recién nacidos, del mar y de los puertos, y que seguro por la descripción no se trata de otra que Catha/Thesan.

Nethuns (Neptuno) es al igual que Vulcano un dios proto-europeo; el celta irlandés Nechtan se asocia con un manantial afluente del río Boyne, y que conocido como el pozo de la sabiduría; que bajo el nombre de Nuada es esposo de la diosa Boann (señora del río Boyne). En la mitología irlandesa Nuada es el primer rey de los Tuatha De Danann (los hijos de la diosa Dana). En Galia se le conoce como Nodens, deidad celta asociada con la curación, el mar, la caza y los perros y en Gales es Nudd/Lludd, y como el dios irlandés, aquí es el dios del brazo de plata.

El dios de la guerra etrusco es Laran, y por su asociación con el Ares griego y el Marte romano, a Laran se le hace hijo de Tinia y Uni. Laran es retratado como un joven desnudo con un casco y una lanza (vaya forma de ir a la guerra, y después se preguntan por qué desaparecieron). En las imágenes conocidas del dios aparece luchando contra el gigante Celsclan (literalmente hijo de Cel). Cel (Celens/Cilens) era la diosa asociada a la tierra misma, similar a la Gea griega o la Terra romana, y como diosa de la fecundidad de los campos se la hace responsable de hace crecer el grano, siendo así la precursora etrusca de la diosa romana Ceres. Como muchas deidades etruscas en general, ella tiene conexiones con el inframundo (los muertos vuelven a la tierra) y con el destino. Celsclan por otra parte no sólo es descrito como un gigante, sino que lo identifican además con Hercles, siendo así Cel su madre.

La lucha entre Celsclan y Laran lo ponen más cercano a una forma de Apolo, quien mato al gigante Ticio; es por tanto un primitivo dios solar y del fuego. Apoya esta idea el hecho que Laran suele ser acompañado por Veiove/Veive, un dios menor descrito como un joven con corona de laurel y llevando flechas (ambos atributos de Apolo). A Veiove lo acompaña una cabra, animal usado en los sacrificios para evitar las plagas, así Veiove es puesto como un dios de la curación, llamado entre los romano como Vejonis, e identificado con el griego Asclepio (un hijo de Apolo). Veiove también es el responsable de las erupciones volcánicas, siendo un dios del fuego, similar a Vulcano, y es descrito como un dios de la venganzas, quien mata con los rayos cual Júpiter maligno, indicando un aspecto atmosférico.

La compañera de Laran era la diosa etrusca del amor y la belleza diosa Thuran, quien es identificada con la Afrodita griega. Thuran es representada en gran cantidad de obras dentro arte etrusco; aparece con sus amantes, como con Atuns (el Adonis de los griegos), o participando en el Juicio de Elkhsntre (Alexandros/París) con Uni y Mnerva, donde se la identifica fácilmente por el hecho de que sube su falda para mostrar un buen trozo de pierna. Si bien en el mito griego Heracles y Afrodita no fueron amantes, en las representaciones etruscas Hercle aparece como uno de los tantos amantes de la diosa.

Al igual que muchas diosas etruscas a Thuran se la muestra como una diosa alada, y a sido una de las pocas deidades a las que aún se venera en Italia, bajo la forma de Turanna, un hada que ayuda a los amantes y a los enamorados. Thuran aparece acompañada por una pequeña figura alada identificada como Aminth quien se atribuye como la personificación del amor (Cupido), o de erotes (pequeños cupidos). Turnu por otro lado es la contraparte masculina de Thuran, se le identifica como su hijo, y es similar al Eros griego, un chico alado.

La personalidad de Thuran difería también de la Afrodita griega. Thuran personificaba la confluencia del sexo y de la muerte (de ahí su iconografía con alas), y se usaba su representación en las tumbas para mantener a los demonios alejados de los difuntos. Suele ser acompañada por una serie de diosas menores, las Lasas, y entre ellas tenemos a: Malavisch (suavidad), la diosa de las novias; Zipanu (brillante), una diosa del deseo intimo; Hinthial (sombra), diosa de los espejos (del reflejo en el mismo); Munthuch (elegancia), diosa de la buena salud; y Alpan (regalo), una diosa de la primavera y de los perfumes, a quien se la pone como la líder de las lasas, y se la llama por ello Lasa simplemente; y hay quienes identifican Alpan a con Harmonia, la diosa griega de la concordia e hija de Ares y Afrodita. A Thuran la acompaña además su cisne llamado Tusna.

Thuran y su amante Atuns aparecen acompañados en las imágenes que los representan con Evan (tiempo), a quien se le reconoce por la corona de flores y se la describe como un dios o una diosa de los ciclos anuales. Con Mean (victoria) tenemos a la diosa etrusca de la fama y el triunfo, está asociada a las Lasas, aunque no necesariamente una de ellas. Aparece actuando como el mensajera o apoderada de Thuran; generalmente en el juicio de París, donde eleva una corona para indicar la ganadora; o sobre la cabeza de Hercles cuando este vence a la muerte al traer del inframundo al perro de las tres cabezas. Al igual que Alpan y Thuran, Mean parece haber sobrevivido en el folklore toscano como una hada llamada Meana, considerada una dueña del amor que otorga favores a los amantes y novias.

Acompañando a las Lasas en algunas representaciones aparecen sátiros danzando o tocando flautas con ellas, otros aparecen acompañando a Fufluns; similar a la versión griega donde estas criaturas de los bosques juegan con ninfas y dríades, o son compañeros de juerga de Dioniso/Baco. Entre los nombres citados en las imágenes tenemos a: Chelphum (¿agreste/peligroso?), quien aparece bailando con Munthuch; Sime (¿apestoso?), quien es un sátiro joven que toca la flauta para Fufluns y Areatha; otros nombrados son: Aulunthe, Hathna, Achsun, Mastei y Puanea; todos nombres desconocidos dentro de los mitos griegos, y cuyos significados se ha perdido en el tiempo.

Otros dioses importantes importados de oriente son los ya mencionados: Sethlans, el dios del fuego, de la metalurgia y de los artesanos, y era adorado sobre todo en los centros industriales y Fufluns, un dios del crecimientos vegetal y los cultivos; a estos se les suma Turms, quien era el dios del comercio, y como su contraparte griega Hermes también tenía tenia funciones de heraldo de Tinia y de psicopompo, compartiéndose entre los líderes de ambas triadas, actuando como intermediario entre el mundo superior y el inframundo, entre los humanos y los dioses, y entre los dioses mismos. Parece no haber sido objeto de ningún culto, y aparece sólo como una figura en la mitología. Por otra parte, tanto Aplu (Apolo), como Artumes (Artemisa), fueron introducidos directamente de los mitos griegos, incluidos sus nombres; y no tuvieron gran culto entre los etruscos; Aplu es identificado como un dios del trueno y solar, además de señor de las artes, mientras que Artumes es, al igual que su contraparte griega, una diosa protectora de la naturaleza, señora de los lobos y la caza. Entre los sabinos se les equipara a Sorano, una deidad solar y su compañera Feronia, una diosa de los bosques vírgenes.

La pareja de dioses que regían el inframundo etrusco eran: Mantus y Mania, y cuando fueron reemplazados por las versiones griegas de Aita (Hades) y Phersipnei (Perséfone), entonces estos dioses arcaicos se volvieron los guardianes de la ultratumba. Manea/Mania paso a ser entre los romanos una diosa infernal de los muertos y junto con su compañero Mantus se les identificó a ambos como los padres de los fantasmas, los muertos vivientes (vampiros) y otros espíritus de la noche.

Manea tienen relación con los espíritus griegos conocidos como Maniae, creaciones de la noche (la Nix griega, o la Nox entre los romanos), pero que en la tradición griega personifican la locura y el frenesí (nuestra palabra ‘manía’ viene de la versión griega) y de donde viene el culto romano a los manes, que eran las almas que se iban al otro mundo lejos de sus familiares, o aquellos muertos en accidentes, homicidios u otras tragedias; los deudos les prendían velas para que estas lograran encontrar el camino a casa; y a su vez se alejaran de sus puertas a aquellos extraviados que pudieran entrar y causar males dentro, buscando entre los vivos cobrar la desgracia que causo su muerte.

Aita y Phersipnei son los señores del reino de los muertos, tuvieron sus propias características iconográficas dentro del mundo etrusco que los diferenciaban de los griegos Hades y Perséfone. Phersipnei poseía cabellos en forma de serpiente, similar a las erinias griegas o furias romanas, mientras que Aita era representado con una piel de lobo sobre la cabeza sosteniendo una serpiente en su mano izquierda. Esta imagen no proviene del mundo griego, sino que la toma del dios etrusco Calu, quien es visto como otro nombre para Aita. Aita y Phersipnei forman una trinidad con la diosa Cilan (Cel), que tenía alas y se representaba ricamente adornada, todos ellos vinculados a funciones ctonicas, en una versión similar al mito griego que relaciona a Hades, Demeter y su hija Core.

Calu es descrito como un dios de los lobos, a quienes los romanos identificaron Luperco, un dios pastor y de los lobos, e identificado como un epíteto de Fauno, y con el dios sabino Februus, un dios de la purificación, de las riquezas (dinero/oro) y la muerte, todas características mismas del romano Plutón, el Hades romano (Plutón toma su nombre del griego Pluto, dios de la riqueza). Además de señala que ambos dioses Fauno y Februus son celebrados en la fiesta romana de la Lupercalia, (debido a esta coincidencia, ambos dioses (Fauno y Februus) a menudo se consideraban la misma entidad entre los romanos). La Lupercalia era un antiguo festival anual pastoral, posiblemente prerromano, celebrado en la ciudad de Roma a mediados de febrero (de ahí el nombre del mes) para evitar los espíritus malignos y purificar la ciudad, liberando salud y fertilidad. En esta fiesta el dios Februus paso a convertirse en la diosa romana Febris (fiebre), diosa a quienes las madres rezaban para bajar la temperatura de sus hijos ante las pestes, enfermedades y plagas. Calu y/o Februus como dioses infernales pudieron ser por tanto dioses de los males, a quien se le rezaba para evitar estas pestes.

Por encima de ellos, Aita/Calu y Phersipnei, (o Mantus y Mania), sobrevolaban distintas figuras humanas consideradas como las almas de los muertos que, similares a los insectos, pululaban esperando una oportunidad que les permitiese reencarnarse y volver a ser personas. Junto a ellos y estaban Vanth y Charun, así como varios demonios alados, entre ellos Tuchulcha.

Charun, tomado del barquero infernal griego Caronte, se le representaba con grandes alas y serpientes en torno a sus brazos, con una nariz ganchuda y piel azul, que simbolizaba la putrefacción que traía consigo la muerte; llevaba un martillo (símbolo de lo inamovible que es la condición de muerto) y que era su principal atributo. A su lado la diosa alada Vanth aparecía junto a él, ella con serpientes, llaves y antorchas. El trabajo de ambos no era castigar a los muertos sino escoltarlos hasta su destino final, pero mientras Charun es una figura amenazante, Vanth aparece como una figura psicopompia benévola. Vanth no tiene contraparte en los mitos griegos o en los latinos, pese a los intentos de compararla con las erinias griegas o las furias romanas, diosas colectivas de venganza. Otros señalan que tanto Charun, como Vanth, no son deidades individuales, sino que son nombres para demonios colectivos ya que en muchos frescos aparecen más de uno.

Aunque la ultratumba etrusca se representaba con las imágenes transmitidas por la épica homérica (la Iliada), lo cierto es que su más allá no era exactamente comparable al inframundo griego. Las cámara funerarias se solían enmarcar con imágenes de guerra, de muerte o de sacrificios humanos. Las vanths y charums siempre estuvieron presentes en el mundo de la muerte, ya que anunciaban el fallecimiento de los hombres. Para los etruscos el viaje al más allá comenzaba en el mismo momento de la muerte; el alma del difunto era acompañada por distintos demonios, tanto femeninos como masculinos, los cuales debían cumplir con ciertas funciones relacionadas con este difícil tránsito. El sacrificio humano que encontramos en el arte etrusco adquiría un importante trasfondo ritual y religioso; y se pretendía transformar al difunto en un héroe, dándole vida y fuerza en el más allá a través de estos sacrificios de sangre; que se realizaban para asegurarse de que el muerto consiguiese llegar a su destino de la ultratumba y se uniera a sus ancestros y a los dioses Aita y Phersipnei. En el mejor ejemplo de estas escenas podemos contemplar como Aquiles degüella a un troyano ante el espectro de Patroclo, acompañado de Vanth y de Charun.

También habitantes del inframundo tenemos a Culsans, quien en la mitología etrusca es el dios de las puertas; conducía las almas de los muertos hacia el mundo del más allá, además de proteger la entrada a los infiernos. Es acompañado por otra deidad etrusca, la furia Culsu, quien lleva una linterna y unas tijeras (como la Atropo griega), la cual anunciaba la muerte de los hombres; ambos son descritos como dioses de dos caras y su función es supervisar la puerta de entrada de la otra vida. El nombre de Culsans es comparable con el dios hitita Gulsant (el que corta) y que tenía una función similar a la realizada por los destinos romanos (las parcas). Así Culsans y Culsu son dioses del destino, y ambos están representados con dos caras (ambas jóvenes), siendo Culsans el posible origen, dado sus afinidades físicas y de labores, del dios romano Jano (pero este tenía un rostro joven y otro anciano).

Por otra parte Tuchulcha era un demonio ctónico u ogro, cuyo sexo es variable en las distintas representaciones, es descrito con piel amarilla, orejas puntiagudas, cabello hecho de serpientes y un pico (esto último similar a Charum); se le ve como similar a la Ker griega, un espíritu de la muerte violenta. Y otra deidad infernal es Letham/Latum, con carácter guerrero y sexo algo indefinido (el algunas imágenes es varón, en otras mujer); poco se sabe de este dios/diosa, salvo su carácter ctonico y de la fecundidad. Su nombre traduce ‘vejez’, pero pese a su nombre se le representa como un/una joven, normalmente en las puertas del inframundo; y se le identifica como el dios/diosa de la muerte, similar al Thanatos griego, o a la Mors romana.

El panteón sabino

Los sabinos, junto con los etruscos, los latinos y otros, fueron pueblos antiguos que habitaron la Italia prerromana. Su origen no se puede determinar con seguridad, pero se cree que estuvieron en el Lacio desde la prehistoria; algunos colocan el origen de los sabinos en la misma Italia, sea como un pueblo autóctono, posiblemente descendiente de los umbros (ya que comparten muchas divinidades); o como emigrantes lacedemonios o espartanos; esta segunda versión apoyada en que se trataba de un pueblo guerrero, y la historia de Roma desde su fundación, describe extensamente las guerras entre etruscos, romanos y sabinos. Además en el estudio de la escritura sabina se encuentra similitud con el alfabeto griego, lo que permitía afirmar que los sabinos lo habrían recibido directamente de los griegos sin mediación etrusca.

Al igual que con los etruscos, la historia latina se puede dividir un periodo arcaico, vinculado a la edad del hierro, que duro hasta el 700 a.C., fecha en que se inicia el periodo orientalizante (de contacto con griegos y fenicios); periodo en que se divide el uso de la tierra urbana en dos parte, una donde viven los vivos, la otra es el lugar que ocupan los muertos (necrópolis). Esta distinción es un avance importante en una población protohistórica, aunque no se adecue plenamente al concepto romano de ciudad. Los templos o santuarios tampoco se encuentran dentro de la ciudad, sino que están afuera y es un punto de encuentro en lugares estratégicos en el valle del Tiber, es cuando aparecen una serie de asentamientos menores a lo largo del río y en las cercanías de grandes explanadas ideales para la agricultura o pastoreo. Ya para el 500 a.C., sabinos y latinos/romanos luchan por las tierras, luchas que terminan cerca del 250 a.C., cuando finalmente instaurada la república romana, fueron asimilados a la cultura y llegaron a ser ciudadanos de Roma; y fueron incluidos como parte de la leyenda de los orígenes de Roma, en la celebre historia del Rapto de las Sabinas.

Los sabinos eran un pueblo ganadero (por ello sus deidades son principalmente dioses agrícolas y de los bosques), quienes habitaban las colinas cercanas a Roma en el Lacio, y como muchos grupos étnicos de la Italia prerromana tendían a vivir en asentamientos temporales y no en pueblos o ciudades. Es notoria la influencia del pueblo sabino en la historia de Roma antes y después de la república. Se cree que varias de las instituciones practicadas por los romanos son de origen sabino. Las fuentes históricas dicen que los sabinos eran personas religiosas, y el rey-sacerdote en el pueblo sabino jugaba un importante rol, donde además de cumplir las funciones reales de gobierno, era intermediario e intérprete de la voluntad divina. De sus dioses no se conocen mucho, y la mayoría fueron absorbidos por la religión latina, que los hizo indiferenciables. Sus deidades estaban estrechamente ligadas al ciclo de la naturaleza, pero los nombres de las mismas nos han llegado a través de los romanos, y puede ser que los sabinos las hayan venerado con otros nombres.

El dios nacional de los sabinos era Sanco/Sango, quien era un dios de la confianza, la honestidad y los juramentos. Su culto fue uno de los más antiguos entre los romanos, probablemente deriva de pueblos umbrios. El dios protegía los juramentos del matrimonio, la hospitalidad, las leyes, comercio y contratos en particular. Algunas formas de juramentos se utilizaron en su nombre y honor en el momento de la firma de contratos y otros actos civiles importantes. Aun hoy cuando decimos que algo es ‘santo’ o esta santificado, hacemos referencia al dios. Los romanos llamaron a este dios como Dius Fidius (creer) y lo identificaron con Júpiter, quien cumplía un papel similar como dios de los juramentos.

La compañera de Sanco es Salus (salud), diosa de la seguridad y el bienestar social, con el tiempo fue asociada a Valetudo, la diosa romana de la salud personal, quien era equiparable a la griega Hygieia (higiene). Aunque sus funciones difieren considerablemente, la influencia griega hizo que se representara a Salus como la hija del dios de la medicina Asclepio/Esculapio; sosteniendo una patera (plato poco profundo usado en ceremonias religiosas) para alimentar a una serpiente que se enrolla alrededor de un altar (hoy el símbolo de la farmacia). Salus es una de las diosas romanas más antiguas, vinculada a diosas como Murcia (diosa del mirto, árbol sagrado para las diosas Afrodita y Demeter), Semonia (siembra), Seia/Setia/Seja (plantar), Segetia (sembrar), Mesia (cosecha) y Tutilina (almacenar), todas ellas deidades menores agrarias de la región de Lacio cuyos cultos se perdieron en el tiempo. Vista así su influencia original era sobre la protección de los campos y los cultivos, las buenas cosechas eran sinónimo de buena alimentación, y por tanto de buena salud.

A la diosa Vacuna se le atribuye origen sabino, eruditos la identifican con numerosas otras diosas, incluidas Ceres, Diana, Minerva, Bellona, Venus y Victoria; y la protección que le rogaban y ella proporcionaba sigue siendo desconocida en la actualidad. Se la hace hija de Sanco, y se asume que era una diosa a la que se le agradecía tras la cosecha y haber terminado el trabajo agotador del campo, es así la diosa del descanso (de su nombre viene la nuestra para decir vacaciones).

En la antigua religión romana Ops u Opis (abundancia) era una deidad de la fertilidad y una diosa de la tierra de origen sabino, era la matrona de la riqueza, la abundancia y la prosperidad. Se la representaba sentada, como lo son normalmente las deidades ctonicas, sosteniendo un atado de trigo y una cornucopia. La mitología romana la puso como la esposa de Saturno, el dios latino de la cosecha; identificándola luego con la Rea griega, y volviéndola hija de Terra (Gea) y Caelus (Urano), así como la madre de los dioses (Júpiter, Neptuno, Plutón, Juno, Vesta y Ceres). Pero pese a la fusión con el mito griego, la Ops original era más semejante a la Ceres romana, ya que su nombre también se identifica con el trabajar la tierra, el arar, y el sembrar; y compartía funciones con el dios Consus/Conso, a quien se identificaba como su consorte, de ahí que los romanos pusieran a Saturno como su esposo.

Consus es el dios protector de los granos, y si Ops era sinónimo de siembra, Consus era el de la cosecha, de los silos, y del almacenamiento del grano. Consus, como Saturno, era un dios al que se le pedía consejo, y por ello se convirtió en un dios asociado con las conferencias secretas; y de su nombre deriva la palabra de concilio (asamblea, corte, cámara, y/o reunión privada).

La diosa Feronia era una diosa asociada con la vida silvestre, la fertilidad, la salud y la abundancia. Como la diosa que otorgaba la libertad a los esclavos o ayudaba con los derechos civiles a la parte más humilde de la sociedad, fue especialmente honrada entre los plebeyos y los libertos. Era una diosa de los cultivos y la honraban con los primeros granos de la cosecha, para asegurar una buena recolección al año siguiente. Sus fiestas coincidían con la del dios Dis Pater (padre rico), originalmente un dios vinculado con tierras agrícolas fértiles y riqueza mineral; pero como los minerales provenían del subsuelo, más tarde se lo equiparó con las deidades ctónicas como Plutón (Hades) y Orco.

Entre los sabinos, etruscos y otros pueblos cercanos, Dis Pater era llamado también Sorano; un dios de los lobos y del inframundo. Vistos así Feronia y Sorano son comparables a Demeter/Ceres y Hades/Plutón; pero se señala que el culto de Sorano fue absorbido entre los romanos por Apolo, en este caso Feronia, como señora de los bosques se la puede identificar también con la Diana romana o la Artemisa griega.

Venilia era la diosa sabina de las brisas en las costas, y es señalada como una de las compañeras de Salacia (la esposa de Neptuno), y en algunas versiones también una de las amantes del señor de todas las aguas. Venilia con el río Volturno/Tiber fue la madre de la ninfa Juturna, como amante del dios romano Jano fue la madre de la ninfa Canens (Canción), la esposa de Pico, uno de los hijos de Saturno, y como mujer del rey Dauno, ella es la madre del héroe Turno, muerto por el troyano Eneas en su disputa por la mano de la princesa latina Lavinia. En la versión del poeta romano Virgilio se tiene que Venilia es hermana de Amata, madre de Lavinia, la esposa de Latino, quien es el hijo de Fauno y nieto de Pico.

Pales fue el dios sabino de los pastores (aunque a veces es asociado a una diosa, a una pareja, o a un colectivo de dioses rupestres); su equivalente fue el romano Luperco (lobo), quien era adorado como un protector de rebaños, y donde mitos posteriores lo identificaron como un epíteto del dios Fauno; de ahí seguramente la idea del colectivo de los faunos, genios traviesos de los bosques, y que poco tenían que ver con los libidinosos sátiros griegos, de los cuales tomaron su apariencia.

Entre otros dioses de la fecundidad tenemos al dios sabino Falacro/Falacer, dios de los arboles frutales y de las lluvias, comparable al dios Veltha/Tinia etrusco, al cretense Velchanos, o al romano Vertumno; autores modernos lo ponen como un sobrenombre etrusco para dios del cielo, y cuyo culto fue absorbido por Júpiter. Similar destino tuvo Termino (límite), un dios asociado a los linderos, que tuvo importancia en los orígenes de la ciudad y su extensión frente a otras ciudades vecinas, el tiempo lo volvió otro epíteto de Júpiter.

En la mitología romana Flora era una diosa de origen sabino, era la imagen de la primavera, un símbolo de la naturaleza, de las flores (especialmente la flores de mayo), y de la juventud; así era más cercana en origen a Proserpina/Perséfone/Core y a Iuventas/Hebe; pero que al final identificaron con la ninfa griega Cloris. Es la vinculación con esta ninfa griega lo que hizo que perdiera su importancia original, y se le diera como compañero al viento Favonio (el Céfiro romano), de quien se decía que era esposa. Es igualmente esta relación entre Flora y Favonio es lo que pone a la diosa romana Pomona (diosa de los frutos) como hija de la pareja, ya que en la versión griega la ninfa Carpo (fruto) es hija de Cloris y Céfiro.

Summano era el dios del trueno nocturno, contrapuesto a Júpiter, el dios del trueno diurno. Se pensaba que era de origen etrusco y uno de los nueve dioses del trueno (y el gemelo oscuro de Tinia), pero otras fuentes lo consideraban de origen sabino. Se cree que el nombre proviene de Summus Manium (el más grande de los Manes —espíritus de los muertos—), reflejando su naturaleza ctonica y siendo comparable al Plutón romano o al Hades griego, el hermano de Júpiter/Zeus. Entre los romanos la dicotomía SummanoDius_Fidius encarnarían el primero el aspecto violento, nocturno/oscuro y misterioso de la soberanía, mientras que el segundo reflejaría su aspecto tranquilizador, diurno/visible y legalista. En Roma en el año 278 a.C. se construyó un templo en honor a Summano por haber ayudado en las guerras pirricas (conflicto entre romanos y las colonias griegas al sur de Italia, que terminaron por poner a Roma como una nueva potencia militar en el Mediterráneo); el templo estaba ubicado cerca del Circo Máximo, en el monte Aventino, pero en menos de un siglo después, en 197 a.C., un rayo alcanzó la estatua del dios, cortándole la cabeza, que según cayó a las aguas del Tiber. La adoración a Summano pronto cayo superada por la de Júpiter.

En la mitología y religión romana Quirino (lanza) es un dios arcaico del estado romano, retratado como un hombre barbudo con vestimenta religiosa y militar. Quirino fue en sus orígenes probablemente un dios de la guerra sabino, y que la tradición romana identificó como la deificación del legendario Rómulo, fundador de la ciudad. En esos primeros tiempos la triada divina capitolina romana eran: Júpiter, Martes (entonces un dios de la agricultura, y quien luego reemplazó a Quirino como dios de la guerra) y Quirino/Rómulo (que pasó a representar el concepto del estado romano). Con el tiempo Quirino se volvió menos significativo, y estuvo ausente de la tríada posterior, más ampliamente conocida (él y Marte habían sido reemplazados por Juno y Minerva), y su culto desapareció finalmente cuando los romanos comenzaron a favorecer cultos personales y místicos sobre el sistema oficial de creencias del estado. Estos incluyeron los de Baco, Cibeles, Mitra e Isis.

Lucina era la diosa sabina de los partos, quien ayuda a dar a luz, de ahí su nombre; su culto fue absorbido por las diosas romanas Juno y Diana pasando a ser un título de las mismas; y quienes en su versiones griegas también era diosas de los partos, si bien el papel de Lucina era más semejante a la Ilítia griega, diosa de los nacimientos y comadronas. Lucina era una de las tantas deidades asociadas a los nacimientos y la infancia; era acompañada por Vaticano/Vagitano, a quien se le agradece cuando el niño tras el parto suelta su primer llanto (señal de que ha nacido bien y vivo), y Fabulino, a quien se le da una ofrenda cuando el niño expresa su primera palabra, indicando que esta creciendo fuerte y sano. La presencia de estas deidades y muchas más tomaban importancia teniendo en cuenta que en la antigüedad la tasas de mortalidad infantil era mayores a uno de cada tres nacimientos; y de la madre en una de cada diez mujeres embarazadas. Así bebes fallecidos menores de un año no recibían ritos formales de entierro; estas muertes debían llevarse con ecuanimidad y sin lamentos; si todavía el niño estaba en su cuna; y sólo después de diez años es que se daban al niño muerto los ritos funerarios completos, edad que para entonces se suponía que ya el niño había superado muchos de los peligros de la infancia.

Bellona/Duellona (guerra) fue una antigua diosa diosa sabina de la guerra, e identificada con la romana Nerio (valor), consorte del dios Marte. Su principal atributo es el casco militar emplumado que lleva puesto en la cabeza y vestida con una armadura, o al menos una coraza con una falda debajo; sostiene una espada manchada de sangre, lanza, escudo, u otras armas, y aparece blandiendo una antorcha o un látigo mientras cabalga veloz a la batalla en un carro de cuatro caballos, y de vez en cuando, suena una trompeta para el ataque. Muchas de estas representaciones son más bien modernas, en la cuales incluyen a sus pies los cañones, siendo ella reconocida como la inventora de las armas de guerra.

Tanto Nerio, como Bellona, fueron identificadas con la griega Enyo (horror), una diosa vestida de azafrán que representa la destrucción y la guerra, y quien era una de las Greas (las grises), hermanas de las gorgonas y famosas brujas caníbales de la antigüedad. Las hermanas de Enyo eran Deino (temor) y Penfredo (alarma); y el hijo de Enyo y Ares era Enyalio, un dios menor de la guerra y el valor en batalla adorado por los soldados espartanos.

Los números – Naturaleza, alegorías y más (Tercera Parte)

Los números triples

Son números triples aquellos formados por tres dígitos, dentro de ellos los llamados números maestros (aquellos que repiten un mismo dígito) son un grupo de singular importancia, porque su vibración es superior al repetirse los números, así sí un dígito cualquiera tiene cierta vibración, al sumarse otro igual a su lado su vibración aumenta y al sumarse un tercero su vibración alcanza un nivel superior.

El cien, el número de la abundancia

El cien (100) es un número que siempre ha representado la abundancia a través de la expresión cientos, por lo tanto, es un número que representa la grandeza y las grandes cantidades.

Prácticamente todas las monedas del mundo se dividen entre 100. El euro son 100 céntimos, la libra son 100 peniques y el dólar son 100 centavos.

En la Biblia el hijo de Abraham nace cuando su padre tiene 100 años y su mujer no es ya fértil, algo que hace pensar que lo imposible es posible.

Un siglo vale cien años. La historia humana se mide en siglos.

Es la suma de los primeros nueve números primos (2+3+5+7+11+13+17+19+23 = 100)

 
El ciento uno, el número del arcángel Miguel
  El ciento uno es el valor del nombre del arcángel Miguel en letras hebreas.

El arcángel Miguel es considerado en todas las tradiciones el jefe de los ejércitos de Dios.

Entre los judíos fue el protector del pueblo de Israel y las sinagogas; entre los cristianos es el protector de la iglesia, y entre los musulmanes es el ángel que entrega las bendiciones.

El ciento uno (101) es visto en mercado como una forma de insinuar que se le da algo más de lo que se tiene previsto (el 100 que es lo abundante); así hay muchos libros que empiezan con: 101 formas de…, o 101 problemas resueltos de…

El ciento cuatro, el número de años del siglo azteca
El ciento cuatro (13×8 = 104) representa un «siglo» entre los aztecas, y obedece a una relación en que cada ocho años terrestres (8×365,25 = 2922) y 13 años en Venus (13×224,7 = 2921) han transcurrido (casi) la misma cantidad de días.

Para completar se tiene que en esos 104 años terrestres han habido casi 100 ciclos lunares (2922/29,5 = 99), así cada 104 años los tres cuerpos celestes (Sol, Luna y Venus) están ubicados en la misma posición en los cielos.

El ciento ocho, el número sagrado del oriente
El ciento ocho aparece como número sagrado en varias culturas; entre los Rosacruces (occidente) es el producto del 9 terminal con el 12 cósmico, así es entre ellos conocido como el número de la consecución.

En matemáticas el 108 es el hiper-factorial del tres: (11x22x33=108); y como el 108 es un múltiplo del nueve, su reducción y la de sus múltiplos siempre dará nueve, por ejemplo: 3×108 = 324 = 3+2+4 = 9.

Hay 108 cuentas en los rosarios hinduistas, budistas y tibetanos; hay 108 deidades en India, 108 estrellas sagradas en China, 108 puntos de presión en las artes marciales, 108 fueron las reencarnaciones de Buda; 108 golpes a la campana se dan en el año nuevo japonés.

La distancia Sol-Tierra es 108 veces el diámetro del Sol, y la distancia Tierra-Luna es 108 veces el diámetro de la Luna, por eso se ven de iguales. (Realmente en el caso de la Luna es 110, si no los eclipses solares completos no durarían nada)

El ciento diez, el número de la eucaristía

El ciento diez es el producto de 10×11, el pecado y el reinicio; aparece como la cantidad de veces que Jesús fue empujado en su camino al calvario de la cruz; y 110 fueron (según algunas tradiciones) las heridas que provocaron la corona de espinas en su cabeza.

El 110 como producto de 22×5 tenemos a los 22 elementos (representados por cada una de las letras del alfabeto hebreo) y son cinco las grandes heridas de Jesús en la cruz (los clavos en las dos manos, los dos pies y la del costado); representa el resultado de una vida de santidad y virtud, terminando a veces en condiciones muy dolorosas, pero glorificación para el alma de la persona misma o para el alma de las personas como él.

El ciento once, el número del gran flujo
El uno es un número creador, del mismo emana fluye la creación, el once es salirse de lo establecido; el ciento once (111) representa la apertura de las puertas, nada se detiene ante el flujo de las energía; a diferencia de su predecesor (el 11) y el 111 suele ser considerado una cantidad positiva, ya que su suma 1+1+1=3 lo vincula con lo sagrado.
El ciento veinte, la edad máxima de la vida humana

120 es según la Biblia la máxima edad que alcanzara el hombre en su vida (Génesis 6:3) y se ve como un castigo después del Diluvio. Es también la edad que vivió Moisés.

Todos los Patriarcas anteriores a Noe llegaron, según las santas escrituras, a vivir casi mil años, no llegaron a más de mil, como los reyes de los relatos sumerios ya que Adan había pecado. Una explicación moderna es que los antiguos contaban los meses lunares en vez de años solares; eso le daría a Matusalén, por ejemplo, una edad real de 969/12,4 = 78 años cuando murió.

Ciento veinte grados es el resultado de dividir la circunferencia (360°) en tres partes iguales, así cada parte del circulo celeste representa a cada una de las tres personas de la trinidad, representado principalmente el poder de Cristo Rey.

En matemáticas 120 es el valor del factorial de cinco: 1x2x3x4x5 = 120.

Es el más pequeño de los números triperfectos, la cantidad es igual a la suma de todos sus divisores entre tres: (1+2+3+4+5+6+8+10+ 12+15+20+24+30+40 +60+120)/3 = 120

En la Gran Sinagoga, con Esdras como el líder, un grupo de 120 ancianos judíos lideraron el esfuerzo de recopilar y editar los escritos que se convertirían en lo que llamamos el Antiguo Testamento. (24 libros en la tradición judía, 39 en la protestante, 46 en la católica y 51 en la ortodoxa, cada quien los divide como quiere, y pone o quita según su criterio propio).

El ciento veinte tres, otro número para la trinidad

Ciento veinte tres representa en sus componentes: 1+2+3 nuevamente a la trinidad, son respectivamente el padre, la madre y el hijo; o para efectos de la Iglesia, son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Ciento veinte tres era la edad que alcanzó Aarón, el hermano mayor de Moisés; quien para los efectos fue el primer Sumo Sacerdote del pueblo de Israel.

El ciento veinte seis, el número de la mentira del diablo

Ciento veinte seis se asocia al engaño y la mentira del Diablo, ya que en gematria el nombre de Dios en letras latinas es: YHVH, vale: 25+8+22+8 = 63; luego el diablo que quiere duplicar a Dios es: 2×63 = 126.

Ciento veinte seis es entre los judíos un número de buena fortuna; se dice «siete veces vivo’ (7×18 = 126)», ya que la palabra vivo en hebreo esta formada por dos letras cuyo valor suma 18.

El ciento cuarenta y cuatro, el número de la estabilidad
El 144 es el cuadrado de la docena (12×12=144). Si el 12 representa el orden cósmico, su cuadrado considerado el número de la estabilidad y la perfección divina; así el muro de la ciudad celestial que es descrita en el Apocalipsis mide 144 codos (casi 72 metros de alto).
El ciento cincuenta y tres, el número del pueblo elegido

La Iglesia Católica lo considera un número asociado a la totalidad del pueblo elegido, ya que ciento cincuenta y tres personas fueron convertidas en Tebas durante la predicación de los apóstoles después de la Ascensión de Cristo.

En matemáticas el ciento cincuenta y tres es igual a la suma del los números del 1 al 17.

El ciento cincuenta y tres es también el número de peces que capturaron los apóstoles tras las muerte de Jesús; y es la cantidad de veces que se repite la oración del Ave María en el rosario.

De las 18 de apariciones de la Virgen en Lourdes, 17 transcurrieron en un periodo de 153 días desde la segunda a la ultima; igual periodo de días ocurrieron en sus seis apariciones en Fátima

El ciento ochenta, el número del gran viraje
Se dice que hay un cambio de rumbo de 180° cuando hay un giro de opinión, plan o decisión contrario a la idea original.

Un giro de 180° en el movimiento equivale a regresarse por donde se vino.

La suma de los ángulos internos de cualquier triángulo vale 180°

El doscientos, el número de las parejas separadas

El 200 marca el inicio de una nueva centena. El dos es la hospitalidad, el afecto y la unión de la pareja; aquí magnificado cien veces denota expansión, separación, diferencias; son las parejas disparejas.

De acuerdo al libro de Enoc, doscientos ángeles bajaron a la tierra y se acostaron con 200 hijas de los hombres, fruto de esta relación nacieron los gigantes bíblicos, quienes luego esclavizaron a los hombres.

El doscientos veintidós, el número de las disputas
El 2 representa la dualidad y lo femenino; el 22 potencia lo femenino; el 222 representa una nueva multiplicación de esta cualidad, es por ello que se asocia la fecunda madre tierra, y entre los cristianos es el templo (iglesia) en que se apoya la fe.

En su aspecto negativo el 222 se vincula a los conflictos y las disputas; los opuestos (la dualidad, el dos) es llevado a un punto donde no hay acuerdos entre los extremos.

El trescientos, el número de la lucha por la libertad

El 300 es el inicio de la tercera centena, el tres se asocia a la trinidad y a lo divino. Aparece citado como cantidad donde se marcan limites, de espacio o tiempo; así: trescientos codos media el arca de Noé; trescientos serán el total de Papas en la iglesia católica antes de la segunda llegada de Cristo; trescientos días duró el embarazo de Buda.El 300 es la suma de dos números primos gemelos: (149+151)

300 aparece como el número de guerreros que acompañaron al juez israelita Gedeón contra los medianitas; al rey israelí Saul contra los soldados de Goliat, y el número los guerreros espartanos que resistieron al millón de invasores persas durante la batalla de las Termópilas.

El trescientos treinta y tres, otro número de la santísima trinidad
El tres es la Trinidad, colocado tres veces (número maestro) indica que la vibración que emana la Trinidad permite conectar con toda la sabiduría del Universo; por ello el trescientos treinta y tres (333) también se usa para representar a la Santísima Trinidad, al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Entre los movimientos esotéricos occidentales modernos se asocia el 333 al demonio Choronzon; demonio de la dispersión, del desierto, y habitante del abismo vacío; quien es el último obstáculo entre el adepto y la iluminación. Choronzon es un siervo de Babalon (la mujer escarlata que en el Apocalipsis es descrita como la madre de todas las abominaciones).

El trescientos cincuenta y cuatro, el número de días del año lunar
En los antiguos pueblos se median los años contando doces meses, pero estos se median con el paso entre lunas, por desgracia entre luna llena y luna llena hay 29,5 días aproximadamente, eso da al multiplicar por 12 lunas al año unos 354 días, esto es que sobran 11 día cada año; así para unificar los ciclos solares y lunares, lo normal es que cada ocho años lunares se agreguen intercalados unos tres meses para corresponder la Luna y el Sol con las estaciones anuales.
El trescientos sesenta, el número de la visión global.
El trescientos sesenta (360) es el número de grados en una rotación completa, y quedar donde estaba. En el idioma coloquial traduce verlo todo alrededor.

360° = 6×60°; así la perfección y la base numérica sumeria quedaban unidos en los cielos; ya que en la cosmología sumeria, su año duraba 360 días; para estar en concordancia con los grados del circulo completo; la idea era que cada noche las estrellas fijas avanzaban un paso (un grado) en los cielos de la noche.

El trescientos sesenta y cinco, los días del año solar

El trescientos sesenta y cinco (365) es el número de días de un año; marca el ritmo de las estaciones con su paso lento y callado, por ello entre los hebreos es el número del silencio.

En el mito egipcio cuando la diosa Nut (la celeste) quedo embarazada de su hermano Geb (lo terrenal), el padre de ambos Ra (dios solar) la castigo a no poder dar a luz en ningún día del año. Thot (dios lunar) intervino creando un juego de cartas o un tipo de ajedrez, cada vez que gano a Ra agregó un día al año; pasando de 360 a 365; en cada uno de esos días nacieron: Osiris, Isis, Seth, Neftis y Horus (en una versión posterior Horus fue convertido en el primogénito de Isis y Osiris).

Cuatrocientos, el número de la fragilidad humana
En el siglo XII el escolástico Theobald de Langres asigno al 400 el significado de la fragilidad humana, ya que 400 es el cuadrado de 20, luego potencia la idea de resurrección y salvación, así para este monje medieval la vida humana es corta y poco puede contra el destino.El Sol es aproximadamente 400 veces mayor que la Luna, pero se encuentra a unas 400 veces más lejos, resultando de similar tamaño a los ojos humanos.
Cuatrocientos cuarenta y cuatro, el número de la presencia de Dios
El cuatro es la materia, repetido cuatro veces magnifica este significado; pero dado que su suma es 12, y por reducción 3, ambas cantidades vinculadas a lo divino; entonces se le pone al 444 como una representación de la presencia de Dios, y se asocia también a la protección y vigilancia de los ángeles.  
El cuatrocientos noventa y seis, el tercer número perfecto

El cuatrocientos noventa y seis es el tercero de los números perfectos. (1+2+4+8+16+31+62+ 124+248 = 496)

El número 496 es muy importante en la teoría de Cuerdas. En 1984 se comprobó que una de las condiciones necesarias para que esta teoría tuviese sentido, era que la dimensión (tamaño) del grupo de Gauge de la Teoría de cuerdas de Tipo I debía ser 496; y así que como 6 en la antigüedad y con el 28 en la edad media, el 496 parece responder hoy en la modernidad a un plan de Dios.

El quinientos, el número de años de vida del ave Fénix
Según los mitos el ave Fénix es una criatura fantástica que tras su nacimiento en Egipto volaba por Arabia hasta India y China; y al cumplir los 500 años regresaba al lugar de su nacimiento para poner un único huevo; y tras encubarlo por tres días el ave ardía hasta consumirse, surgiendo nuevamente del huevo colocado el ave en todo su esplendor. El mito cristiano señala que el Fénix fue la única ave que no consumió alimento del árbol de la vida, por ello se lo recompensó con la inmortalidad; es por ello símbolo, no sólo del fuego, sino de la inmortalidad misma.
El quinientos cincuenta y cinco, el número del Necronomicon
El 5 es el número de la magia, su repetición lleva a multiplicar este efecto, tanto es así que en gematria la palabra Necronomicon (un grimorio o libro de magia ficticio en la literatura fantástica moderna usado para invocar demonios) vale 555. Visto así el 555 se vincula a la magia negra, los cultos satánicos, brujería, etc.
El seiscientos, somos muchos para contar
El 600 entre los antiguos romanos significaba muchos, o una cantidad incontable; similar al 1001 de los pueblos árabes, o al 40 de los judíos.Inicialmente se hacia referencia al tamaño de una cohorte romana, (la original tenía 600 hombres) que luego se estandarizo a 5 centurias (5×100 = 500 hombres) y donde 10 cohortes formaban una legión romana (10 x 500 = 5000); pero estas cantidades variaban con el tiempo, la centuria más común solía tener 80 hombres, y una cohorte romana podía estar formada entre cinco a diez centurias (400 a 800 hombres).

Según la Biblia, Noé tenía 600 años cuando se inició el diluvio; y el Faraón persiguió a los hebreos guiados por Moisés con 600 carros de guerra.

El seiscientos sesenta y seis, el número de la bestia

Si bien el seis es el número de la perfección (primer número perfecto) entre los griegos, entre los judíos, al estar vinculado a los seis días que Dios trabajo para crear el mundo, pasa a representar justamente lo contrario, esto es que Dios (el 7), es lo único perfecto. El triplicado del seis (666) es en la tradición judía es por tanto un indicativo de la multiplicación de lo impuro; por ello Juan, el apóstol, lo usa para indicar en su libro de las Revelaciones como una señal de la bestia (el Anticristo).

En matemáticas el 666 es la suma de los primeros 36 números naturales. (1+2+3+…+35+36=666)

Pese al significado maligno dado en occidente, el China el 666 traduce ‘todo esta bien‘ y es usado en escaparates y letreros de neón.

 
El setecientos, el número de la resurrección
El ave fénix (escrito en griego) vale según la gematria 700; así esta cantidad, como la mítica ave, se asocia a la resurrección.Entre los chinos, el cuerpo humano dispone de 700 puntos de poder, puntos que son usado en la acupuntura para curar el cuerpo.

El 700 en curiosidades matemáticas es la suma de cuatro número primos consecutivos (167+173+179+181)

El setecientos setenta y siete, el número de Dios/Cristo
Por lo dicho antes, si el siete es la divinidad y el conocimiento entre los judíos, su triplicado (777) sólo eleva este valor y por tanto es el Dios mismo, y entre los cristianos representa a Cristo.
El ochocientos, el número de la liberación del Karma.
El ocho marca el casi final de un ciclo; aquí en la octava centena se le asocia con la liberación karmatica individual.En matemáticas 800 es igual al producto de 25 por 52, y también es la suma de cuatro números primos consecutivos (193+197+199+211).

El número de jeroglíficos usado por los antiguos egipcios rondaba los 800 caracteres.

El ochocientos ochenta y ocho, el fin de la mala suerte

El ocho es el último de los números pares de un dígito, se vincula a los logros alcanzados; su repetición se asocia al pronto final de un ciclo; así el 888 traduce que pronto una mala racha llegara a su fin.Como dato curioso en el Nuevo Testamento en griego, el nombre de Jesús, en griego, vale en gematria 888, y este nombre se repite en esta versión de la Biblia 888; por ello se asocia el número con Jesucristo, la resurrección y el bautismo.

888 como curiosidad matemática es también la suma de ocho números primos consecutivos: (97+101+103+107+109+113+127+131)

El novecientos, el número del hedonismo
El nueve es el final de los números de dígito; se vincula al final de un ciclo; en este caso es el inicio de la ultima centena. Es el cuadrado de 30 (900 = 30×30). El treinta se asocia a la auto-expresión y la intuición; su potencia eleva estos aspectos, así el 900 es el ascenso a un grado superior de conciencia y a la búsqueda del idealismo y de alcanzar los sueños.Como aspecto negativo se potencia el yo sobre los otros, se da prioridad a las emociones, al disfrute y las fiestas; a los placeres y el hedonismo.
El novecientos noventa y nueve, el número del fin del mundo
El novecientos noventa y nueve (999) es el más grande de los números triples; así como el nueve marca el final de los dígitos individuales y es la búsqueda de algo nuevo; el 999 es esa angustia elevada al superlativo; cada fin de milenio trae esa angustia de fin del mundo; se vivió en el 999 d.C. y hace poco en el 1999 d.C.; por ello es el número de los grandes cambios y del temor al mismo.

Los números milenarios

Sobre el 999 hay pocas cantidades a tomar en cuenta por su simbolismo y/o significado, se recuerda que en la notación romana el último numero identificado con una letra propia es el mil (M), era para esos tiempos el mayor valor identificado con un signo. La mayoría de estas cantidades mayores del mil sólo han adquirido mayor importancia en la modernidad y en la ciencia, dado que estos grandes números se usan para medir cosas fuera de la experiencia humana.

1000 (103) (el millar), el número de lo eterno

Decir que algo durara mil años traduce que va a durar para siempre; así el millar (1000) traduce lo que es eterno. Por ejemplo los nazis decían que el Tercer Reich duraría mil años, esto es que sería eterno.

El milenio vale un millar de años; o diez siglos; es una escala pocos usada; por ejemplo la era cristiana solo tiene dos milenios de existencia pero se prefiere hablar de dos mil años, se siente más grande; el homo-sapiens sólo tiene en el planeta unos treinta mil años y sus ancestros se remontan a unos doscientos mil años en el pasado.

1000 animales fueron ofrecidos al fuego en sacrifico por Salomón para pedir sabiduría a Dios.

1000 años sera atado el demonio en el inframundo tras ser vencido por Cristo.

1001 (Mil y uno), el número de lo infinito
El mil y uno (1001) nos llega de los pueblos árabes, quienes agregaron la unidad al mil, pasando lo eterno más uno a significar lo infinito (en forma poética); así : ‘los cuentos de la mil y una noche‘ traduce que son infinitos los cuentos.
6666, el número de demonios en las legiones que sirven a Satanás

Según los ocultistas modernos, las tropas de Satanás incluyen 6 legiones de 6666 demonios cada una.El 6666 se asocia al caos y lo negativo, si aparece en sueños, o en imágenes, se vincula con la presencia de problemas en la cercanía o en futuro inmediato.

Algunos ven al 6666 como el número de años entre la caida/salida de Adán del paraíso hasta la caída del Anticristo; durante ese tiempo el demonio y sus huestes abran rondando en la Tierra y corrompido a los hombres.

10000 (104) (diez mil), el número de la plenitud.
10 mil es el cuadrado de 100; multiplica al cien y es por ello considerado símbolo de la plenitud, la abundancia y la fertilidad.San Pablo y otros apósteles usaban esta cantidad muy frecuentemente en sus declaraciones para indicar lo incontable; por ejemplo: «prefiero hablar cinco palabras con entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua incompresible» (1°Co14:19).

Hay diez mil versos en los veinte libros que escribió Zaratustra.

12000 (doce mil), el límite de lo divino

El doce como número de lo divino, multiplicado por mil (lo incontable) se traduce en un limite de medida para lo sagrado; así la ciudad Santa (la nueva Jerusalén) mide en sus tres dimensiones 12 mil estadios. (Nota: un estadio media 180 metros, así que esta ciudad mide 2160 km de lado; para dar idea es casi 1/6 el diámetro de la Tierra; o casi la distancia entre New York y Londres)

El doce mil aparece varias veces en el libro del Apocalipsis; entre ellas se dice que de cada una de las tribus de Israel serán salvadas 12 mil personas; es nuevamente un recurso poético para indicar la inmensidad del poder de Dios.

Doce mil pieles uso Zaratustra para escribir sus veinte libros.

25920, la duración del Gran Año Cósmico
El movimiento de la Tierra alrededor del Sol se da en tres formas; la rotación cada 24 horas, la traslación cada 365 días y la precesión de su eje cada 25920 años (el valor real del periodo de precesión de eje terrestre se ha medido en 25776 años). Esto es que la posición del polo Norte cambia con los siglos; hoy apunta la estrella Polar o Polaris en la Osa Menor, pero dentro de 12000 años apuntara a la estrella Vega en la constelación de la Lira.

Esto es que cada 72 años (aproximadamente) las estrellas fijas avanzan un grado en los cielos; así cada 2160 años avanzan los cielos un signo zodiacal; actualmente pasamos de Piscis a Acuario (se habla de la entrada en esta nueva era); y mientras Piscis hace referencia al cristianismo (el símbolo de Cristo era un pez), la nueva era promete una época de equilibrio entre opuestos (ciencia y religión van de la mano, por ejemplo).

Como dato curioso el hombre promedio hace 18 respiraciones por minuto, eso da 25920 al día.

100000 (105) (cien mil), otra medida de lo inmenso y lo abundante

Para los antiguos encontrar cosas que superan el millar era extraño; así que decir cien veces mil, era igual a decir una cantidad incontable.

La Biblia cita que los Israelitas conquistaron a los Agarenos (descendientes de Abraham y su esclava Agar) y en tomaron 100000 prisioneros. El rey israelita Acad acabó con 100000 soldados sirios, cuando estos atacaron Israel; y el rey de Moad entregó al rey Acab 100000 ovejas y 100000 carneros como tributo.

100000 monedas de oro dejó David a su hijo Salomon para que edificara el templo del Señor.

144000 (144 mil), la cantidad de salvados por el señor en el Apocalipsis
El Apocalipsis señala que de los descendientes de las 12 tribus de Israel serán salvados 12 mil por cada una, del sufrimiento que vendrá; ello da 144 mil personas que serán selladas sus frentes (similar a lo que hizo Moisés para salvar a los hebreos cuando vino el ángel de la muerte por todos los primogénitos). El número traduce que todos los elegidos (una cantidad incontable) están bajo la protección de Dios.

La Gran Piramide, según estimaciones, tiene 144 mil piedras.

150000 (150 mil km), la Unidad Astronómica (UA)

La distancia media entre el Sol y nuestro planeta, la Tierra, es de 149597870700 metros, o en forma redondeada 150 mil kilómetros. Esta cantidad es conocida como Unidad Astronómica (UA); y se usa para medir distancias dentro del sistema solar.

Así Mercurio se ubica a 0,4 UA; Venus a 0,7 UA; Marte a 1,5 UA; Júpiter esta a 5,2 UA, Saturno a 9,6 AU; Urano a 19,2 UA; Neptuno a 30,1 UA; la distancia media de Plutón es 39,3 UA; el viento solar llega tan lejos como 100 UA; la nave Voyager (la primera en explorar los planetas exteriores) que salió de la Tierra en 1977 se encuentra a 125 UA; la nube Oord, que es límite del sistema solar termina a las 75000 UA.

300000 (300 mil km/s), la velocidad de la luz
La luz viaja a la increíble velocidad de 299792458 m/s; más conocida como 300 mil kilómetros cada segundo. A esa velocidad se llega de la Tierra a la Luna en 1,3s; de la Tierra al Sol tardamos 8,3 minutos.

Para distancias mayores en el universo se suele medir en años luz, que es la distancia que la luz recorre en un año (9,5×1012 km); el sistema solar mide casi un año luz de ancho, la estrella más cercana está a 4,4 años luz; la Vía Láctea mide unos 100 mil años luz, la Galaxia de Andrómeda mide unos 240 mil años luz, y está a 70 mil años luz de nuestra galaxia; el grupo local de galaxias forma una esfera de unos 10 millones de años luz; el super-cumulo de Virgo, donde entra nuestro grupo local mide 200 millones de años luz, el universo observable se estima menor a 14000 millones de años luz.

1000000 (106) (el millón de años), la escala del tiempo en la geología

Un millón es decir mil veces mil (la raíz cuadrada del millón es el millar). No suele usarse en la antigüedad, salvo como una idea de lo incontable. Ejemplo «millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él» (Daniel 7:10)

Un millón de años son cien siglos; o diez milenios; es una escala de tiempo que no entra dentro de la vida humana, que hoy casi se acerca al siglo; es usada modernamente para medir eventos en la vida de la Tierra como planeta.

Los primeros homininos se remontan a 4 millones de años; los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años, la gran extinción ocurrió hace 250 millones de años; la vida pluricelular tiene al menos 550 millones de años; la vida surgió hace 2500 millones de años; y la Tierra como planeta es tan vieja como 4500 millones de años; y la edad del Universo se estima por debajo los 14000 millones de años.

Por encima del Millón

Por encima del millón en las mayoría de las lenguas europeas tenemos los mil millones o millardo (109); el billón (1012), los mil billones o billardo (1015), el trillón (1018), …, y se puede seguir nombrado; pero ingleses, portugueses y rusos usan una escala corta, donde después del millón vienen: el billón (109), el trillón (1012), el cuatrillón (1015)…; y es esta diferencia en como se cuenta lo que ha hecho que nadie se preocupe mucho por estos números y darles algún significado más allá del simple nombre.

Por supuesto se han inventado número más grandes, pero sólo presentamos uno de ellos, ya que cantidades mayores que esta, si bien han surgido en algunos cálculos que ningún mortal común entiende o son simples juegos de los matemáticos, y si hubiera que escribirlas en lápiz y papel su desarrollo no alcanzaría el tamaño del universo conocido, por lo cual no tienen mayor significado o uso que el simple nombre que llevan.

[Nota: cantidades como millardo, billardo, trillardo si bien se nombran, no se usan para leer una cantidad ya que no pueden ir seguidas de adjetivos numerales, similar a lo que ocurre con las centenas, decenas o las docenas ; esto es por ejemplo: 1350 es mil ciento cincuenta, no trece y media centenas, o ciento doce docenas]

10100 (el Googol), la duración del universo
El Googol es una cantidad moderna; nombrada por primera vez en 1938 por Milton Sirotta, un niño de nueve años, a quien su tío, el matemático estadounidense Edward Kasner, le pidió que diera un nombre para un número muy grande.

Aunque actualmente hay cantidades mucho mayores, el Googol ha entrado con fuerza para dar medida del universo conocido.

Se calcula que la masa visible de todo el universo ronda los 1080 (el número de Eddington); pero se estima que el tiempo que tardaría un agujero negro supermasivo en desintegrarse por la radiación de Hawking es del orden del Googol de años, para entonces ya no se incrementara la entropía (no hay más energía útil) y el universo entraría en una fase oscura o muerta donde no habría ningún tipo de interacción.

El Googol es aproximadamente igual a 70! (factorial de 70).

El número de combinaciones que se pueden hacer en una partida de ajedrez supera al Googol, con 10116 posibilidades.

El famoso Google inicialmente se iba a llamar Googol, para hacer referencia al tamaño de información que estaría disponible; pero o se equivocaron al transcribirlo, o lo cambiaron para evitar demandas por el nombre.

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Los números – Naturaleza, alegorías y más (Segunda Parte)

Números binarios mayores de 21

Después del veintiuno pocos números han alcanzado importancia o simbolismo. Los números compuestos binarios se definen entre el 10 y el 99, su simbolismo obedece entendiendo que el primero actúa como el dominante y el segundo como el que apoya o acentúa al anterior. Los números formados por dígitos iguales se llaman números maestros y refuerzan el significado del dígito; muchas veces magnificando sus consecuencias o malas influencias.

El veintidós, el número de los caminos
El veintidós representa el número de los caminos, en la Cábala; los 10 sefirots (centros de poder/fuerza) se unen con 22 caminos. Hay 22 letras en los alfabetos hebreo, fenicio, etrusco, copto, caldeo, y otros alfabetos antiguos del oriente.

Es el segundo número maestro; el doble dos potencia lo femenino; la intuición, la capacidad de probar lo nuevo.

El Corán fue dado al profeta en el trascurso de 22 años, del 610 a 632 d.C.

22 son las cartas de los arcanos mayores, si se incluye la carta del Loco, cuyo valor es 0, quien no sabe nada, o 22, quien tras aprenderlo todo busca algo más.

22 representa en la Biblia la desobediencia y el desorden, al duplicar el 11 (el pecado y la transgresión). Ejemplo fueron los reyes israelitas Jeroboam I y Acab, quienes reinaron cada uno 22  años, ambos fueron reyes terribles y pecaminosos, re-introduciendo cultos de dioses semitas en el pueblo de Israel.

El veintitrés, el número hermético
El veintitrés es el primo más pequeño para el que la suma de sus dígitos es un primo impar; y el número primo más pequeño formado por dos dígitos consecutivos. El alfabeto romano tenía 23 letras (no incluía la J, U y W).

Los humanos tienen 23 pares de cromosomas, la Tierra tiene una inclinación cercana a 23°, con 23 puñaladas mataron a Julio Cesar, por eso y más cosas el 23 obsesiona hoy a muchos buscando su presencia en relaciones ocultas 23 en todo.

En oriente es el número del caos y la desintegración; es la casa que sin darnos cuenta tiene grietas y puede caernos encima sin saberlo.

 
El veinticuatro, el número de la totalidad
  El veinticuatro es el doble de la cantidad cósmica (12), hay 24 horas de un día completo (12 día y 12 de noche). Se relaciona con la disciplina, la severidad y el poder. Representa a la Iglesia completa: las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles. Hay 24 ancianos sentados alrededor del trono de Dios en el Apocalipsis.

La biblia hebrea tiene sólo 24 libros; de los 33 milagros de Jesús, 24 fueron curaciones; por ello y más, se toma al 24 como signo de la totalidad.

El alfabeto griego tiene 24 letras y hay 24 runas.

24 quilates señalan que es oro puro.

Los japoneses, chinos y persas dividían el año en 24 partes de 15 días.

El cuerpo humano contiene 24 elementos.

El veinticinco, el número del movimiento
El veinticinco es el cuadrado del cinco; como los cuadrados potencian, el 4 (cuadrado de dos) potencia la creación dando origen a la materia, el 9 (cuadrado del tres) potencia lo espiritual dando origen a la imaginación; el 16 (cuadrado del cuatro) potencia lo material, el 25 potencia al hombre y a la vida; implica movilidad, libertad y búsqueda del ser (de descubrir quien eres). Se identifica con el argonauta; que es el viajero que afronta las dificultades y sale adelante en las pruebas que depara el destino.

25 años de matrimonio son las Bodas de Plata, era (en tiempos antiguos) la primera vez que una pareja celebraba su aniversario con la comunidad, para marcar el logro del primer cuatro de siglo juntos.

Abraham esperó 25 años el nacimiento anunciado de Isaac.

 
El veintiséis, el número de la expansión
  El veintiséis es el número de letras del alfabeto latino moderno; que tomo 21 letras del alfabeto etrusco (tenía 22 como los fenicios) y de los griegos añadieron la ‘Y’ y la ‘Z’; en la Edad media se sumaron la ‘J’, ‘U’ y ‘W’ para completar las 26 actuales. No se cuentan letras especiales en idiomas particulares como la ‘Ñ‘ española, la ‘ß‘ alemana, la ‘£‘ polaca, la ‘Ç‘ portuguesa, la ‘Æ‘ francesa, la ‘Ø‘ noruega, o las ‘þ‘ y ‘Б del antiguo ingles; por citar ejemplos. No tiene ningún simbolismo especial, pero se asocia con la expansión, valido si de considera que el alfabeto latino es el más usado y conocido en el mundo.

Entre Adán y Moisés hubo 26 generaciones.

Se especula que Jesús tenía 26 años cuando murió su padre José .

El veintisiete, el número de la espiritualidad
El veintisiete es el resultado de 3x3x3, es la segunda cantidad cubica, que lo relaciona así con la espiritualidad; también se vincula con la salud, la sanación, y las medicinas alternativas. Se refuerza la idea con el hecho de que hay 27 libros en el Nuevo Testamento y son los días que tardan las células humanas en regenerarse.

Es el número de días que la Luna hace un periodo orbital sideral completo; y no confundirlo con el periodo entre Luna Llena y Luna Llena que dura 29,5 días.

Según Mateo, hubo 27 generaciones entre David y Jesús. (Aquí no todos se ponen de acuerdo, variando las cifras entre 26 a 28 generaciones, según cómo y quién las cuente).

 
El veintiocho, el número de la consumación
  El veintiocho es cuatro veces siete, se asocia al ciclo lunar completo (de Luna Llena a Luna Llena) y el ciclo de menstruación femenino. Es el segundo de los números perfectos (igual a la suma de sus divisores 1+2+4+7+14=28) y el resultado de sumar los primeros siete números (1+2+3+4+5+6+7=28); estar asociado al ciclo lunar hizo pensar a muchos que debía ser algo más que simple coincidencia, y que estaba en ello la mano de Dios.

El alfabeto árabe tiene 28 letras.

Cada 28 años se repiten las mismas fechas; la explicación es que a dividir 365 días entre los 7 días de la semana sobra un día; y cada año el calendario avanza un día; así que cada siete años deberían repetirse las fechas, pero al haber años bisiestos cada cuatro año, el calendario se mueve dos días esos años; luego el mínimo común múltiplo de siete y cuatro es 28. (Años normales se pueden repetir cada 5,6 u 11 años según los años bisiestos atravesados)

El treinta, el número de días de mes
Treinta son los grados de cada signo zodiacal en el cielo (12×30°=360°); el treinta tiene siete divisores naturales (1, 2, 3, 5, 6, 10, 15).

Treinta días dura el mes promedio, y entre los pueblos antiguos (egipcios, babilonios, y otros) tenían doce meses de 30 días y al final del año se agregaban cinco para celebrar el nuevo año.

A los treinta minutos las manecillas del reloj, tras haberse cruzado se encuentra apuntando en direcciones opuestas.

Es el inicio de la tercera decena (3×10) potencia la auto-expresión, el empuje, la intuición y la ambición.

Es la edad a la que Jesús empezó su ministerio; David empezó a reinar en Israel; y José salió de la cárcel para gobernar Egipto; como todas las decenas indica un comienzo, este asociado al 3×10, se vincula a un cambio en la espiritualidad.

 
El treinta y dos, el número de la amistad
  El treinta y dos es el resultado de multiplicar: 4×8; la materia y el equilibrio; es la primera cantidad multiplicada cinco veces: 2x2x2x2x2 = 25.

Se vincula a las relaciones sociales, las amistades y los negocios.

En oriente en el I Ching lo vincula también las relaciones, siendo el número de duración, el hombre noble no se desvía ni por el viento, ni por el trueno en su ruta, que son eventos pasajeros, pero siempre presentes.

El treinta y tres, el número del sacrificio
El treinta y tres es el tercer número maestro; después del 11 y el 22; si el primero refuerza el individualismo, el segundo lo femenino; este vinculado al tres divino refuerza lo espiritual, nos habla del amor, y el amor se mide en la entrega, el sacrificio y la compasión. 33 era edad de Jesús al morir y Jesús realizó durante su ministerio un total de 33 milagros. Entre los musulmanes la edad de los habitantes del cielo es en un eterno 33. El alfabeto ruso tiene 33 letras.

Es la edad que José tenía al casarse con María; y vivió hasta la edad de 60 años. (Otras fuentes apócrifas señalan que tenía 90 años y vivió hasta la avanzada edad de 110 años; algo dudoso dadas las crónicas y seguramente se le confunde con José, el hijo de Jacob).

 
El treinta y cuatro, el número de la melancolía
  El treinta y cuatro es en el I Ching el número del poder; el rayo que cae e ilumina los cielos; en occidente se ve también como el número asociado al poder de la realización del hombre; pero se asocia además a la tristeza y el aburrimiento.

En la obra la Melancolía de Durero se pone un cuadrado mágico esotérico de 4×4, este tiene por constante mágica 34; hay 440 soluciones posibles y era un recurso que los médicos recomendaban a los pacientes para mantenerlos ocupados (el Sudoku de la época).

El treinta y cuatro fueron los años del ministerio de Pedro el Apóstol.

Como curiosidad en la obra de Dante, la Divina Comedia; el cielo y el purgatorio tiene 33 cantos, pero el infierno tiene 34, juntas todas completan cien cantos.

El treinta y cinco, el número de la tentación
El treinta y cinco es el resultado de multiplicar el cinco humano con el siete divino. Durante el ayuno de Jesús, en su día treinta y cinco, permitió al demonio que se le acercara para que lo sedujera, de ahí su significado en occidente es el de la tentación.

En el I Ching de oriente el treinta y cinco simboliza el progreso, es el fuego (sol) que se eleva presuroso por el horizonte, naciendo por el horizonte de la tierra.

 
El treinta y seis, el número del cielo
  El treinta y seis es el resultado de multiplicar el número cósmico (la docena) por la trinidad (3); representa el cielo mismo. Es el sexto de los números cuadrados (6×6 = 36); es la perfección y el equilibrio multiplicados por si mismo; por tanto se vincula a la paz y la tranquilidad.

Treinta y seis es el número de cartas de la baraja germana (alemana).

Los números sumados del 1 a 36 dan 666, por ello a veces se asocia esta cantidad con el demonio.

La astrología china cuenta con 36 estrellas beneficiosas y 72 estrellas maléficas, su suma da el número sagrado en oriente, el 108.

El treinta y nueve, el número de la maternidad
El treinta y nueve es el resultado de sumar los primeros cinco primos impares consecutivos (3+5+7+11+13); y es el producto del primer y último primo de la secuencia (3×13) y el resultado de sumar el tres elevado a 1, 2 y 3: (31 + 32 + 33 = 39). Es el número de semanas de gestación de una mujer; por tanto se vincula a la maternidad.

Entre los judíos hay treinta y nueve trabajos que no pueden realizarse en sábado.

 
El cuarenta, el número de la purificación
  El cuarenta es una frontera de tiempo para el cambio, la purificación y la iluminación. Por 40 días y 40 noches llovió sobre la tierra; 40 días permaneció Moisés en el monte Sinaí por las tablas de la ley; 40 años vagaron los israelitas por el desierto; 40 días ayunaron Jesús y Buda en antes de empezar sus ministerios.

40 años gobernaron David y Salomón (otras fuentes señalan al primero 44 y al segundo 36 años).

40 años tenían Buda y Mahoma al iniciar su predicación.

Hay 40 días entre el final de las fiestas de carnaval y el inicio de la pascua, es la cuaresma.

Hoy se mantiene como norma 40 días de cuarentena.

El cuarenta y dos, el número sagrado del antiguo Egipcio
El cuarenta y dos es el producto de seis por siete; y tuvo importancia en el antiguo Egipto, que estaba dividido en 42 provincias, y había 42 jueces juzgando el alma del difunto tras su muerte; y 42 preguntas debía responder el alma en su viaje por el más allá. En Japón se considera un número de mala suerte por sonar igual a su palabra muerte.

En el libro de las Revelaciones de Juan (Apocalipsis), 42 meses (3 años y medio) la bestia reinara sobre la Tierra.

Como cosas curiosas: en 42 minutos se recorren en caída libre y sin fricción la distancia entre dos puntos cualesquiera que atraviesen la Tierra; el primer libro impreso, la Biblia de Gutenberg tenía 42 líneas por pagina; un Maratón se corren 42 km y 42 galones americanos son un barril de petróleo.

 
El cuarenta y cinco, el número de la solidaridad
  El cuarenta y cinco es la suma de todas las cantidades escrita con un dígito: 0+1+2+3+4+ 5+6+7+8+9 = 45. Es el resultado de 5×9, lo humano multiplica lo espiritual; se vincula con la solidaridad y la ayuda al prójimo.

El cuarenta y cinco grados marcan la mitad del ángulo recto; y en la rosa de los vientos las direcciones intermedias: Noreste, Noroeste, Sureste y suroeste; se traduce que los asuntos de la materia (lo horizontal) y el espíritu (lo vertical) no se encuentran dominados, y que hay desequilibrio entre ambos aspectos.

Como cosa curiosa la palabra ‘fidelidad‘ es mencionada 45 veces en la Biblia.

El cuarenta y ocho, el número del más allá
El cuarenta y ocho es el resultado de multiplicar el cuatro terrenal con el 12 divino; se le vincula con lo subterráneo y los mensajes del más allá. También es el producto del seis perfecto y el ocho del equilibrio.

En la antigüedad había 48 constelaciones, 24 en el hemisferio norte, 12 en el zodiaco y 12 en el hemisferio austral; y la astrología era (y es) un arte adivinatorio inspirado en los movimientos de los objetos en los cielos divinos.

Es el número completo de cartas de la baraja española (la versión pequeña omite el 8 y 9, quedando un paquete de 40).

 
El cuarenta y nueve, el número de la ley
  El cuarenta y nueve es el resultado del cuadrado del siete; lo divino y el conocimiento multiplicado por si mismo, representa el final de un ciclo completo elevando a su máxima energía. Es el saber mismo llevado al desarrollo máximo, en lo material es la ley física, y en lo humano es la ley jurídica.

En el I Ching el 49 representa la muda, la revolución; arriba el lago, abajo el fuego, cada uno tratando de acabar con el otro.

49 años tenía María a la muerte de Jesús.

El cincuenta, el número de las metas alcanzadas
El cincuenta es 10×5; representa así el alcanzar un logro muy deseado en la vida, es el número de años de las Bodas de Oro; es llegar al medio siglo como pareja, es el segundo aniversario que una pareja celebra con sus amigos y la comunidad; todos los otros son sólo con la familia. En el I Ching representa a la caldera, lugar donde se cocina y preparan los alimentos; es el fuego alimentado por la viento abajo; representa el sacrificio dado a Dios.

El escape de la sagrada familia a Egipto duro cincuenta días.

En los mitos griegos 50 eran las Nereidas, 50 fueron los héroes que viajaron en el Argos a buscar elvellocino de Oro; 50 hijos tuvieron los reyes: Príapo, Lycaón y Egipto, y 50 hijas tuvo el rey Danao.

 
El cincuenta y dos, el número de semanas del año solar
  Cincuenta y dos es el resultado de multiplicar 13×4 = 52; el es el número de cartas de la baraja francesa/inglesa (eso sin incluir los dos comodines que introdujeron a la baraja los norteamericanos); y es la baraja más conocida del mundo. Su suma da siete (5+2 = 7) por eso se le vincula con la buena suerte, el desterrar lo malo; el poder predecir y actuar en consecuencia.

En oriente es la imagen de dos montañas, lo inmóvil, principio y final de todo movimiento; donde se lleva a cabo la meditación.

Hay 52 semanas en un año solar.

Entre los pueblos de Mesoamérica hay un ciclo de 52 años donde el calendario solar se igualaba al calendario lunar.

El cincuenta y cinco, el número de la Virgen
Cincuenta y cinco es el quinto número maestro binario; representa la vibración de la magia y del hombre. Es el tiempo en años que trascurrió entre la anunciación a María del nacimiento de Jesús hasta su asunción, y fueron esos los dos momentos de mayor sorpresa en su vida.

Los rosarios a la Virgen y a la Sagrada familia suelen tener 55 piedras, en honor a María.

 
El cincuenta y seis, el número de la experiencia humana
  Los cuatro palos de la baraja del Tarot esta formada por los número del 1 a 10 más cuatro cartas reales o figuras (siervo, caballero, dama y rey), esto es 14×4 = 56; ello se asocia y representa la experiencia humana. La baraja anterior redujo para jugar una figura (la dama en las barajas españolas y germanas, y el caballero en la francesa-inglesa), quedando 52 barajas en el paquete.

Los españoles vieron que el rey valía ahora 13, para evitar eso, eliminaron el 10, quedando su baraja con 48 cartas; lo alemanes fueron más lejos quitando además el 2, el 3 y 4, y su baraja termino con 36 cartas.

El sesenta, el número de minutos y segundos
Sesenta es la base de un sistema numérico de origen sumerio, que tuvo ventaja sobre el decimal (de base 10), por su cantidad de divisores, que lo hacia muy útil con las cantidades quebradas; hoy los restos de este sistema lo tenemos al dividir las horas y los grados en 60 minutos y los minutos en 60 segundo. En el triangulo equilátero todos sus ángulos miden 60°; y es el producto de 3x4x5.

En oriente el I Ching define al sesenta como el número de los limitado; es el lago que se desborda al entrar más agua a su cuenca.

Sesenta discípulos tuvo Buda, que se dispersaron por el mundo para difundir su palabra.

Es el número de años del ciclo completo del calendario lunar chino; vinculado a los animales del zodiaco chino (12) y los cinco elemento en oriente (agua, fuego, aire, madera y metal)

 
El sesenta y tres, el número de casillas del juego de la Oca
  Sesenta y tres es el resultado de multiplicar el siete del conocimiento por el nueve de lo realizado (7×9 = 63); se ve como el final de un ciclo de aprendizaje y a un paso de entrar en el 64; que es la totalidad del conocimiento en el oriente (I Ching) y la vuelta a empezar.

Hay sesenta y tres casillas en el juego de la Oca, cada una con un significado masónico. Este juego que se juega con la piedra cúbica (dado), que es un símbolo masón y las sesenta y tres casillas representan las diferentes etapas de la vida humana.

El ganso representa el alma humana destinada a convertirse en el último cuadro en el cisne, símbolo hindú de la liberación kármica.

El sesenta y cuatro, el número del encuentro
Sesenta y cuatro es el resultado de la permuta de dos elementos (línea continua – línea quebrada) agrupados en grupos de seis. (26=64), es el tercer cubo (4x4x4) y el equilibrio multiplicado si mismo (8×8).

Sesenta y cuatro son los hexagramas en el I Ching; un método de adivinación chino inspirado en el Yin-Yang; que es la combinación en pares de los ocho trigramas chinos.

En el I Ching el 64 es la combinación del fuego sobre el agua, el primero sube, el segundo baja; los poderes elementales se alejan uno de otro; es volver a comenzar.

Sesenta y cuatro casillas tiene el tablero del juego de ajedrez; que es el lugar para el intercambio y la batalla.

 
El sesenta y cinco, la edad de la jubilación
  Sesenta y cinco es el número natural más pequeño que puede ser escrito como la suma de dos cuadrados enteros distintos: 82+12 = 72+42 = 65. También es igual a: 15+24+33+42+51 . El cuadrado mágico esotérico de 5×5 tiene por constante mágica al 65.

En la mayoría de los países, 65 se toma como la edad de la jubilación.

El sesenta y seis, el número de Alá
Sesenta y seis es el sexto número maestro binario. Entre los judíos el seis se vincula a lo inacabado, por ello el sesenta y seis aumenta esa sensación y se refleja en la tradición judía como una perdida en la fe.

En la tradición islámica, el nombre de dios (Alá) (Al-lah) vale 66; por ello hay un cuadrado mágico de 3×3 con constante mágica 66 que se usa como amuleto en todo el cercano oriente.

Baal el gran duque del infierno, manda sobre sesenta y seis legiones de demonios, el resto de los jefes infernales apenas si supera las treinta y rara vez llegan a más de cuarenta; es sólo superado por el rey Belethcon 85 legiones y el príncipe Bitru con 70 legiones.

 
El sesenta y nueve, el número del placer compartido
  El simbolismo del sesenta y nueve (69), se ve o interpreta como una pareja, con las cabezas de cada una girada a los pies de la otra; lo que traduce que ambos se dan y reciben el mismo placer; y esta asociación nace en la Europa de finales del siglo XIX pero toma importancia en el siglo XX, al finalizar la década de la liberación sexual (los años sesenta).

Como nota curiosa es el mismo símbolo que representa al signo zodiacal de Cáncer girado 90° e invertido en espejo; siendo este un signo zodiacal vinculado a la Luna, las emociones, la familia, la introspección.

El setenta, el número total del naciones (tras el Diluvio)
Setenta fueron los pueblos que se dispersaron tras el diluvio, hijos y nietos de Noé. Simbólica-mente San Lucas dice que Jesús eligió a 70 discípulos para enviarlos a todos los lugares, es una referencia a lo anterior, dispersar la fe por todos los pueblos del mundo.

Según las escrituras Jacob se mudo con toda su familia a Egipto, y eran un total de setenta.

Setenta años duro el cautiverio en babilonia.

Setenta años era la edad de María al ocurrir la Asunción.

La presentación de Jesús al Templo ocurrió a la semana setenta después de la anunciación.

Setenta vírgenes atendieron a Buda tras su nacimiento.

La momificación entre los egipcios tardaba e completarse setenta días.

 
El setenta y dos, el número de la confusión
Setenta y dos es el producto del ocho del equilibrio y el nueve de la inspiración (8×9 = 72), entre el orden antiguo y el caos de lo nuevo, dando por resultado una cantidad que se vincula a eso, la confusión; así setenta y dos fueron los idiomas tras la caída de la torre de Babel (según una tradición posterior); también es el número de los nombres de Dios según la cábala.

El ángulo en las puntas de la estrella de cinco puntas vale 72°.

Cada setenta y dos años la Tierra se mueve un grado respecto a las estrellas fijas por su movimiento de precesión.

Setenta y dos son las estrellas consideradas malévolas en la tradición china; y ese era el número de los discípulos de Confucio.

Setenta y dos fueron los cómplices que ayudaron a Seth a matar a Osiris.

El setenta y seis, el número del cometa
Setenta y seis es el número de años que en promedio tarda el cometa Halley en regresar de nuevo al sistema solar interior. Halley es el único de período corto que es visible a simple vista desde la Tierra, y también el único que quizás aparece dos veces en una vida humana.

La órbita del cometa Halley es muy elíptica, su distancia más corta al Sol es de 0.6 UA, entre las órbitas deMercurio y Venus, mientras que su mayor distancia al Sol, es de 35.3 UA, casi la distancia de la órbita media de Plutón.

Es una curiosidad por su órbita retrógrada, orbita en dirección contraria a los planetas, y pese a ser un cometa de periodo corto, su origen esta en la Nube Oort, quedo atrapado en el sistema solar interior por la gravedad de los gigantes gaseosos.

El estudio del Halley validó las leyes de Newton y permitió el avance de la ciencia y la física.

 
El setenta y siete, el número del perdón
  Setenta y siete es el séptimo número maestro binario; y es el producto del 11 del pecado con el 7 divino. Jesús dice que se deben perdonar hasta setenta y siete veces las faltas de los hermanos (algunas traducciones dicen setenta veces siete).

El evangelio de Lucas enumera setenta y siete generaciones desde Adán a Jesús.

Tras el asesinato de su hermano, Caín tuvo miedo de que otros lo asesinaran, y Dios dijo que esos serían castigados siete veces; uno de sus descendientes, Lamec, el primer polígamo bíblico (tuvo dos mujeres) les dijo a sus esposas que aquel que atentara contra él, por haber matado a un hombre y a un joven que lo agredieron, serían castigados, no siete, sino setenta y siete veces; justificando que a diferencia de su ancestro, él no mató por un acto deliberado, sino por defensa propia y es algo que estaba dispuesto a repetir.

El setenta y ocho, el número de la suma de todo el conocimiento
La suma de las cartas de los arcanos menores (56) más las veintidós cartas de los arcanos mayores (21 figuras, más el Loco (0) (que equivalente al comodín que agrego luego a la baraja inglesa) da un total de setenta y ocho cartas. Es la suma de los enteros del 1 al 12; interpretándose como el número motor de todo el cosmos (el conocimiento divino)

Los arcanos mayores representan el conocimiento en lo material, mental y espiritual; mientras que los arcanos menores son aspectos de la experiencia humanidad en sí; sus cuatro palos representaban: los oro a los negocios, las copas a la religión, las espadas a la política y las ideas, y los bastos al trabajo.

 
El ochenta, el número de los malos augurios
  Ochenta eran las edades de Moisés cuando hablo con el faraón, y de Daniel cuando fue llamado por Baltasar o Belshazar (Bel-Sharra-Usur), príncipe de Babilonia.

Las escrituras señalan que Baltasar profanó los vasos del templo de Jerusalén, para usarlos como servicio de mesa para sus cortesanos, se le apareció una misteriosa mano que dejó escritas sobre la pared unas palabras ininteligibles.

Daniel leyó el anuncio y que tal soberbia sería castigada con la muerte de Baltasar y la caída de su reino, cosa que ocurrió a las pocas horas con la invasión del rey persa Ciro el Grande.

Así en ambos casos el ochenta se vincula a la caída de un reino por la soberbia de sus gobernantes y a las voces no escuchadas que advierten sobre una desgracia inminente.

El ochenta y uno, el número de lo extraviado
Ochenta y uno es 9×9 y la segunda cuarta potencia (3x3x3x3=34); son las artes, la imaginación y la búsqueda de algo nuevo multiplicada por si misma; representa esa especie de exploración por algo que no se encuentra, pero sabemos que esta cerca; es el final de la conciencia, la perdida de algo.

En USA el 81 son las letras H y A, que son usadas como siglas para los Hell’s Angels (Ángeles del Infierno) un grupo de motociclistas.

En Japón es el número del casillas en el tablero del Shogi (el ajedrez japonés).

En China es un número perfecto, el nueve cocinado por nueve días da la píldora de la inmortalidad; en el mito al arquero Houyi los dioses le regalan dos píldoras (o pociones) de la inmortalidad; su mujer la bebe sin saber y asciende a los cielos, dejando a su esposo atrás, y ella se trasforma en la diosa de la Luna. (El 81 es el espejo del 18, el número de la Luna).

 
El ochenta y ocho, el número de las preparaciones
  Ochenta y ocho es el octavo número maestro, el ocho se vincula a lo infinito (el símbolo del infinito es un ocho girado 90°); el 88 simboliza los dos sentidos de lo infinito, lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. También señala que una fase de la vida esta a punto de terminar, y hay que prepararse para la próxima.

Para lo chinos significa la buena suerte o fortuna, ya que suena como su palabra riqueza; también significa adiós en forma reducida en los mensajes de texto de celulares, (escribir 88 en vez de 8181 que es como suena ‘adiós’ en chino mandarín)

Hoy se tiene ochenta y ocho constelaciones en el cielo; y el periodo de traslación del planeta Mercurioalrededor del Sol es de 88 días.

El noventa, el número del equilibrio
Noventa grados miden el ángulo recto; si un circulo se divide en cuatro partes, cada parte mide 90°; el cuadrado tiene lados que forman 90° entre si. Indica que se ha alcanzado un equilibrio entre la materia (lo horizontal) y el espíritu (lo vertical).

En un cambio en la dirección es girar a la derecha o la izquierda; siendo en transito señal de curva peligrosa.

La máxima latitud en grados son: 90°Norte y 90°Sur.

En el beisbol la distancias entre las bases en las grandes ligas son de 90 pies; y en el futbol es la duración en minutos de un partido.

María acompañó a Elizabeth durante 90 días hasta el nacimiento de Juan el bautista.

 
El noventa y dos, el número del Uranio
  Noventa y dos es el número atómico del mayor átomo que existe de forma natural en la naturaleza, el Uranio.

El Uranio se utiliza en la fabricación del Plutonio (número atómico 94), y ambos se usan en centrales nucleares y la fabricación de bombas atómicas, así que modernamente se asocia con la radiación, la guerra nuclear, la muerte y la destrucción.

El periodo de semi-desintegración (reducirse a la mitad por la transformación radiactiva) del Uranio es aproximadamente 4500 millones de años (esto es la edad de la Tierra); por el contrario en el Plutonio su periodo de vida media es poco más de 24 mil años; el plutonio producido por el hombre seguirá en el mundo al menos 25 millones de años más.

El noventa y nueve, el número de lo incompleto
El noventa y nueve es el último entre los de los números de dos dígitos, y el último entre los números maestros binarios. Es casi la culminación de la primera centena , pero se ve y siente que todavía falta para alcanzar una cifra entera múltiplo de diez; por ello transmite la sensación de que estamos faltos de algo, de sentirse incompleto; lo positivo del nueve se invierte en el doble nueve, y donde antes es dar el paso para avanzar, aquí el deseo de hacerlo se transforma en obsesión y compulsión.  
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Los números – Naturaleza, alegorías y más (Primera Parte)

Un número es…

Un número, en ciencia, es un concepto que expresa una cantidad en relación a su unidad. También puede indicar el orden de una serie (números ordinales). En el sentido amplio, indica el carácter gráfico que sirve para representarlo; dicho signo gráfico de un número recibe el nombre de numeral o cifra. El que se escribe con un solo guarismo se llama dígito.

Como contamos …

Para los primeros hombres había sólo dos cantidades, uno y muchos; en algunas poblaciones africanas sólo hay tres cantidades: el uno, el dos y muchos; igual ocurre con algunos pueblos sudamericanos; tenían al uno, el dos, el tres y muchos; pueblos norteamericanos llegaban al cuatro o tenían sistemas basados en el cinco (los cinco dedos de la mano para contar); otros pueblos africanos y del cercano oriente contaban hasta el seis.  
  Los sumerios en Mesopotamia contaban hasta el doce (sistema duodecimal), seguramente inspirados en el ciclo de lunas en un año, y el doce tenía muchos divisores naturales, lo que permitía el trabajo con fracciones. Otros pueblos del cercano oriente (semitas, árabes, egipcios, fenicios, …) e hindúes tenían como base el diez (los diez dedos de las manos). Hoy el sistema decimal es el más usado en el mundo.
Los mayas contaban hasta el veinte (sistema vigesimal); al contar incluían los dedos de las manos y los pies. Usaban como símbolos el cero, el uno, el cinco y el veinte; pero pese a tener el cero no lograron desarrollar un sistema posicional, sino que se parecía al sistema de numeración por suma romano. Otros pueblos europeos como los celtas (y sus descendentes) también usaban un sistema vigesimal para contar.  
  Los babilonios combinaron ambos sistemas (el decimal y el duodecimal) dando origen al sistema sexagesimal; contamos con los dedos hasta diez; pero si se desea contar más cantidades con las manos, entonces el pulgar cuenta las falanges de los cuatro dedos restantes (donde tenemos 12); y la mano libre levanta un dedo por cada docena completa, resultando 12×5=60. Sistemas modernos como el binario que es usado en computadoras sólo usa el cero y el uno; que traducen si esta apagado o encendido un bit; para programar se usan múltiplos del sistema binario, así tenemos: al octal (base 8), el hexadecimal (base 16), el base 32 y el base 64.
Los romanos heredaron su sistema de los etruscos, estos de los griegos, ellos de los fenicios, y estos últimos de los egipcios. Los romanos indicaban cantidades especificas: uno (I), cinco (V), diez (X), cincuenta (L), cien (C), quinientos (D) y mil (M); cuya suma denotaba la cantidad; ejemplo: 126 = 100+10+10+5+1 = CXXVI.

Sólo se podían agrupar hasta tres símbolos iguales, por ello cantidades como: cuatro, nueve, cuarenta o noventa se indican: IV (5-1), IX (10-1), XL (50-10 y XC (100-10).

Cantidades superiores al cuatro mil se indican igual pero se identifican con una barra arriba; así se podía llegar al millón; ya por encima de ese número no existían criterios para cantidades mayores.

 
  Los sistemas posicionales modernos vienen de oriente, desde India, y pasan a Europa con los pueblos árabes, son los números indo-arábicos: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9.

La posición del numero indica su valor como potencias de la base, así por ejemplo, si usa el sistema decimal (10) tenemos:

253 = 2×102+5×101+3×100 2×100+5×10+3×1 = 200+50+3.

La ventaja de este sistema permitió los avances en matemáticas más allá de las simples representaciones geométricas existentes (intente por ejemplo dividir: LIV entre VII usando los números romanos) y el escribir cantidades muchos más grandes que el millón, y fracciones más pequeñas que la 1/12.

Los primeros diez (Dígitos)

Para los pitagóricos los números no eran simplemente esas cantidades abstractas que hoy conocemos y asociamos al nombre, sino algo que ellos consideraban de naturaleza real. Asociados a las cantidades habían significados ocultos, una belleza escondida que pocos podían notar; sobre todo cuando extendían las relaciones entre los números y las comparaban con las notas musicales o las proporciones en la naturaleza.

El cero, el número de la nada
  Simplemente antes del Uno no hay nada; representa hoy al vacio, el huevo cósmico de donde todo surgirá; la causa primera o el aliento de Dios. La posibilidad de algo, la idea primera. Todos los mitos parten de que antes de algo no había existencia.

En el Tarot se identifica con la carta del Loco; para los efectos, el ignorante que no sabe nada, y por tanto desconoce lo que existe y lo que se sabe.

El Cero es un número moderno; no se ‘conocía’ en la antigüedad. Fue el aporte de India a los números y permitió indicar decenas, centenas, miles, millones, colocándole al lado de los nueve primeros dígitos, sin necesidad de crear nuevos signos.

El uno, el número del creador
Los pitagóricos vieron en el Uno el origen de todo y por ello se volvió su arche (principio de todas las cosas). En el Tarot es la carta del Mago, quien inicia al aprendiz (el Loco) en la búsqueda del conocimiento.

El uno es un simple punto de donde todo surge, es el demiurgo (el Creador/Dios), el único que es singular entre los números, todos los demás números son pluralidad.

Los números pares eran femeninos, y los impares masculinos; el uno tiene el poder transformador de cambiar los ‘géneros’, sumado a un impar, este se volvía par, y a un par, lo transformaba en impar; así el uno, y por ello Dios mismo, son asexuales.

 
El dos, el número de la dualidad
  El Dos, siempre a representado la dualidad, los opuestos, el contraste: día-noche, luz-oscuridad, vida-muerte, son lo positivo y negativo; el yin y el yang, lo complementario; es el número de la reproducción, se requieren dos opuestos (hombre-mujer) para procrear.

Dos puntos forman un segmento de recta, surge la primera dimensión (lo lineal). El dos es el primer par (femenino) y es el primer número que no admite la división (primer número primo y el único par), simboliza las cosas corruptibles.

En el Tarot es la carta de la Sacerdotisa, señora del conocimiento oculto, el secreto de las mujeres.

El tres, el número de la trinidad
El Tres es el punto que hay entre dos puntos, es el número la suma de los dos primeros, por tanto tiene de ambos, pero sin ser ninguno; y de ahí su relación con el nacimiento.

El Tres como la fusión del uno y el dos; es el primer impar; es la unión de lo material, lo mental y lo divino; es el número de la trinidad, representa al padre, la madre y el hijo, a las triadas divinas.

En el Tarot es la carta de la Emperatriz, la gran madre tierra dadora de vida. Es la primera figura geométrica, el triangulo. Son las tres dimensiones espaciales.

La naturaleza se muestra siempre en tres: pasado, presente y futuro; nacimiento, vida y muerte; cuerpo, mente, y espíritu, cielo, tierra e infierno, …

 
El cuatro, el número de la materia
  El Cuatro es el cuadrado del primer par; por ello de la dualidad surge lo material, son los cuatro elementos, las cuatro estaciones y los cuatro puntos cardinales.

En el Tarot se identifica con la carta del Emperador, el constructor.

Es la primera figura geométrica tridimensional (tetraedro). Es la cuarta dimensión, el tiempo que es ilusión.

En el plano es el cuadrado, de ahí suele ser identificado con un número estable, lo terrenal; el cuadrado representa la tierra fija e inmutable, mientras que el circulo representa los cielos en movimiento perpetuo.

En china el cuatro es el numero de la mala suerte por sonar su pronunciación muy similar a su palabra muerte.

El cinco, el número de la belleza
Con el Cinco surge el primer polígono estrellado, el pentagrama; esa estrella de cinco puntas que tiene proporciones áureas (una medida para la belleza).

Es el número del matrimonio (la suma del primer par (2) y el primer impar (3)).

Al ser la suma de ambos se le considera un ser andrógino (dos sexos); de ahí su identificación como el número de la magia, y por ello el Tarot lo identifica con el Sumo Sacerdote o elDruida, el guardián del conocimiento sagrado.

Es el número del hombre, construido de los cuatro elementos, y se le suma un quinto, el alma inmortal. Son los cinco sentidos humanos.

 
El seis, el número de la perfección
Es el primero de los números perfectos, que es la suma de sus divisores (1+2+3=6), y a su vez el número producto de todos sus divisores (1x2x3=6). Nota: otra definición de números perfectos es que es igual la mitad de la suma de todos sus divisores positivos (incluido el propio); 6 = (1+2+3+6)/2.

La estrella de seis puntas (llamada también estrella de David ) resulta de superposición de dos triángulos (que justamente son las formas con que se representaban los cuatro elementos clásicos, son los opuestos que se unen), por ello el seis también es asociado al equilibro; a la honestidad, y a lo humanitario.

El seis en elTarot es la carta de los Enamorados, traduce en la carta a la decisión, las relaciones, y el amor .

 
El siete, el número del conocimiento
  El siete es la suma del tres divino y el cuatro material, contiene al todo, por tanto representa al universo.

En el Tarot es el Carro, quien avanza sin poder ser detenido.La estrella de siete puntas tiene muchos significados, y quizás donde más se uso fue en la alquimia, donde representaba a los siete los planetas (de la antigüedad), las siete virtudes, los siete pecados, las siete notas musicales, los siete metales, los siete caminos de la transformación, etc.; visto así es el número asociado al conocimiento y la inteligencia.

Entre los pitagóricos es el número de la virginidad; el circulo no puede ser dividido (separado) en siete partes iguales usando escuadras y compás.

El ocho, el número del equilibrio
El Ocho es el último y mayor de los números pares de un digito; y es el producto de 2x2x2; siendo la primera cantidad cubica. El cubo representa a la solidaridad, la justica, el equilibrio, el poder, los logros alcanzados y la administración.

En el Tarot es la carta de la Justicia, quien juzga los actos realizados. Ocho son los trigramas chinos presentes en el Pa Kua usado en el Feng Shui.

El octágono es visto como el comienzo de la transformación del cuadrado al circulo. La estrella de ocho puntas árabe, es el resultado de la superposición y cruce de dos cuadrados, el primero son los cuatro estados de la materia, el segundo su proyección cósmica.

Entre los judíos es el valor del nombre de Dios escrito en letras hebreas (YHVH) (Yahveh, Jehovah, …) .

 
El nueve, el número de las artes
  El Nueve finaliza con los números de un solo dígito, es la suma de tres veces tres; y entre los pitagóricos fue llamado ‘el alfa y el omega’ ya que era el cuadrado del primer impar (3×3=9).

Representa a las artes(hay nueve musas), a lo espiritual, o a la santidad (existen nueve coros angelicales), es conocido también como el número del paraíso terrenal.

Como es el final antes de volver a contar, es por tanto el número de la imaginación y el de plantarse nuevas metas, se juntan los logros, la estabilidad y los cambios.

En el Tarot es la carta del Ermitaño; quien tiene la sabiduría que dan los años.

Números mayores de un dígito

Por encima del nueve los números se suelen volver a sumar tantas veces sean necesarias hasta alcanzar un digito; por ejemplo: 452 se reduce a 4+5+2 = 11; y 11 se reduce a 1+1 = 2. Sin embargo algunos números siguen teniendo significados especiales, mismos que se han ido sumando en distintas eras y culturas.

El diez, el número del reinicio
  El Diez es el último número que podemos contar con los dedos, por ello es el número de la perspectiva humana.

Entre los judíos el número de lo completo, de lo realizado. Diez son los mandamientos de Dios.

En el Tarot es la Rueda de la Fortuna, hoy arriba, mañana abajo; marca por ello el final de algo y el inicio de un nuevo comienzo.

Entre los budistas es el número de la perfección, y hoy la nota máxima en las escuelas es el diez o alguno de sus múltiplos.

El diez es la base del sistema decimal usado hoy en todo el mundo.

El once, el número del pecado
El once es el número de la imperfección y el pecado; es romper los diez mandamientos, es la trasgresión, los doce apósteles fueron reducidos a once tras la traición de Judas.

En el Tarot representa a la Fuerza que necesitamos y usamos para avanzar.

Es el quinto número primo; y el primero de los números maestros (que repite el mismo digito), por ello representa la visión, el idealismo, el superar lo establecido; así al estar el once entre el 10 (la perspectiva humana) y el 12 (la perspectiva divina); no es terrenal, ni celeste; sino la búsqueda de algo entre ambos.

 
El doce, el número del orden cósmico
  El doce es el primer número duo-perfecto (la suma de sus divisores pares es igual al número 2+4+6=12), es el producto del tres divino y cuatro material.

El dodecaedro está formado por doce pentágonos.

El doce es la perspectiva divina; y por ello aún contamos en docenas; hay doce meses al año, doce horas en el día y doce horas en la noche, doce signos zodiacales, doce apóstoles, doce tribus de Israel, doce frutos en el árbol de la vida (Cábala), doce dioses del Olimpo, doce caballeros de la mesa redonda, …

En el Tarot es la carta del Colgado, hace referencia a Odín quien se cuelga del árbol de la vida para obtener el conocimiento sobre el futuro de los dioses; es la búsqueda de la iluminación.

El trece, el número de la mala suerte
El trece es el número de la fatalidad, y la mala suerte, en el Tarot se identifica con la Muerte y por ello no se habla de 13, es el número tabú en occidente; aunque la carta traduce más bien una renovación.

Contando desde la Luna Llena esta inicia su curso a menguante antes de desaparecer totalmente del cielo a los trece días.

Todos los años hay doce ciclos lunares completos, pero un ciclo lunar es incompleto. Lo anterior se vincula a que había doce apóstoles más Jesús (12+1 = 13), quien fue traicionado, igual ocurrió con Arturo y los doce caballeros de la mesa redonda.

 
El catorce, el número de la bondad
  El catorce es el número de la ayuda y la misericordia; Isis recogió los catorce pedazos de Osiris y al decimo cuarto día lo resucito; de igual forma la Iglesia tiene catorce santos auxiliadores, y hay catorce estaciones en el viacrucis.

En el Tarot representa la Templanza, quien buscar el equilibrio de los opuestos.

Hubo catorce generaciones entre: Abraham y David; entre David y la deportación a Babilonia; y entre de la deportación y Jesús. (Nota: una generación contaba una media de cuarenta años).

Hay catorce cartas en cada uno de los palos de los arcanos menores del Tarot.

El quince, el número del diablo
El quince son los días para tener una Luna Llena contados desde la Luna Nueva, es de importancia por los efectos asociados a la Luna Llena en la psique humana, es la noche de los lunáticos (locos), de los hombres lobos, se vincula a cultos paganos y/o satánicos; se despiertan los instintos salvajes y por ello en elTarot se asocia el quince al Diablo, quien se deja llevar por las pasiones.

El quince es la suma de los cinco primeros números (1+2+3+4+5 = 15); quince eran los peldaños del tempo de Salomón; el primer cuadrado mágico esoterico de 3×3 tiene al 15 como su número mágico.

 
El dieciséis, el número de la destrucción
  El dieciséis es el único número natural que cumple la condición xy = yx. Es la suma de los cuatro primeros impares (1+3+5+7) Al multiplicar la materia (4) por si misma se tiene que cae por su propio peso.

En el Tarot es el número de la Torre de Babel que cae por la mano de Dios. En el Apocalipsis tras el paso del diablo (15) disfrazado del salvador vendrá el final (16), por ello es el número de la destrucción.

Entre los budistas hay 16 caminos de la perdición, contra las 8 sendas de la salvación. Hay dieciséis profetas en el viejo testamento.

Era la edad de María al casarse con José y al tener a Jesús.

El diecisiete, el número de la esperanza
El diecisiete es el número de la esperanza, se llama así porque la Luna Nueva inicia a trece días después de la Luna Llena, desaparece por tres días, pero su luz regresa a los cielos en el décimo séptimo día.

El Arca de Noé llego al monte Arafat el día 17 del séptimo mes, tras haber sufrido toda la tierra el Diluvio Universal, para un nuevo comienzo.

En el Tarot se identifica con la carta de las Estrellas; y la gran estrella en la carta también se iguala con Venus, y con la estrella que guió los Reyes Magos al Niño Dios.

Diecisiete es el número de los años perdidos de Jesús, durante los que se preparó para su ministerio.

 
El dieciocho, el número de la Luna
  El dieciocho se vincula a los ciclos de la luz y la oscuridad, cada 18×10 = 180 días se pasa del verano al invierno. Hay 18 runas celtas.

Astronómicamente los eclipses lunares y solares se repiten en ciclos de 18 años; llamado ciclo Saros, por ello es el número de la Luna.

El dieciocho se suele vincular a la Virgen, y como ejemplo 18 veces  la Virgen que se apareció en Lourdes/Francia en 1858.

Es el numero de las iniciaciones, por ello se nos considera adultos a los 18 años en la mayoría de los países, podemos votar, casarnos y entrar al ejercito; (para beber aún no, se exige 21 en USA).

El diecinueve, el número del Sol
El diecinueve es el número dorado (del Sol) y ello se refleja en imagen de la carta del Tarot asociada; se pone como causa de ello a que en el siglo V a.C. el matemático y astrónomo griego Metón de Atenas descubrió que cada 19 años se emparejaban las fechas de los años solares con los 235 meses lunares.

También doce meses y los siete días suman 19, doce signos zodiacales y los siete planetas astrológicos sumas 19; así el número se vinculaba a algún orden cósmico.

El veinte, el número de la salvación
   El veinte es el producto del cinco y el cuatro; representan los cinco libros de Moisés (viejo testamento) y los cuatro evangelios cristianos (nuevo testamento). Por ello es el número de la ley, la indulgencia y la salvación.

Es la segunda decena, se asocia a las oposiciones y antagonismos, es la pelea entre Dios y el Diablo; entre la vida y la muerte; por ello en la carta del Tarot es la imagen de la Resurrección de los muertos ante el ángel que toca la trompeta en el fin de los días.

El veintiuno, el número de la globalidad
El veintiuno es el resultado de tres veces siete; por ello entre los judíos marca a la perfección; igual cantidad tienen los arcanos mayores del Tarot, donde cada grupo de siete cartas representa un ciclo de aprendizaje, el primero sobre lo material, el segundo sobre lo mental, y finalmente el tercero sobre lo espiritual; cuando se ha aprendido todo lo que hay en los tres mundos se ha alcanzado el conocimiento pleno, por ello el veintiuno es el número de la integridad (la globalidad) ya que abarca todo lo conocido, y se representa en las cartas con el Mundo mismo.

Tras la muerte de Jesús, María vivió 21 años, hasta los 70; cuando ocurrió la Asunción.

Veintiún años son considerados la Mayoría de Edad Plena, a partir de este punto se asume que es un adulto responsable de todos sus actos (se puede beber en USA).

 

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Breves discusiones sobre el Purgatorio y el Alma Sola

Hace poco me hicieron una pregunta, quizás la respuesta inmediata era tratar de enviar a la persona que consultaba a algún portal donde estuviera una imagen específica sobre la señora María Celestina Abdenago; figura icono asociada en México al culto santero del Alma Sola. Pero a medida que iba planteando una respuesta apropiada esta creció lo suficiente como para merecer una entrada independiente.

Para la consultante la respuesta quizás más simple es que me temo que no vas a conseguir en la red una imagen específica sobre la señora María Celestina Abdenago; en parte por que es un mito o leyenda que se ha adaptado o solapado a la imagen del Alma Sola; entendida esta como los pecadores y/o pecadoras que condenados al Purgatorio esperan la redención definitiva para subir al Cielo finalmente.

Como dato interesante Abdenago es el nombre caldeo que el jefe de los eunucos impuso al mancebo judío Azarías; uno de los tres judíos que el libro de Daniel se oponen a reverenciar al ídolo de oro del rey Nabucodonosor II de Babilonia; furioso el rey ordena que los muchachos sean arrojados a un horno, donde milagrosamente no son quemados por las llamas y sobreviven a la experiencia incólumes. El rey contempla en el horno a una cuarta figura (un ángel o espíritu divino); y después de que los tres jóvenes salen del horno, Nabucodonosor ordena que todos adoren al Dios de los judíos en lugar del ídolo de oro.

Para los recién llegados tenemos primero que el Purgatorio ha sido aceptado o rechazado por distintas ramas de la cristiandad y otras religiones del tronco de Abraham; las posturas sobre este lugar o de como funciona (en aquellos que aceptan su existencia) también varían. Por un lado es un lugar de espera hasta el juicio final; esta versión tiene sentido si tomamos el siguiente ejemplo moderno y hoy en boga: si nos remontamos tan solo a unas pocas décadas atrás, o si nos movemos a países orientales de hoy, la homosexualidad era y es considerada un pecado mortal, o poco menos como hacen en algunos países de África y el Medio Oriente, hay que lapidar, ahorcar, fusilar, etc., a los sodomitas; hoy sin embargo en gran parte de occidente, cuya visión a inicios del siglo XX era que la homosexualidad de una enfermedad psicosomática que había que curar, ha pasado a una visión de que la verdadera enfermedad es la homofobia; no discutiremos un punto u otro a favor o en contra de esto; pero tomemos al siguiente posibilidad, supongamos que aquellos homosexuales y lesbianas muertos antes de 1970, por poner una fecha, estaban en pecado mortal y por tanto se fueron directo a alguna de las pailas del Infierno, y que los muertos después de 1970, no era un pecado, y como tenían ningún pecado y habían sido personas buenas, merecen en Cielo; entonces, quién decide que es lo bueno o lo malo; así es lógico que todos esperen hasta el día del juicio final para que finalmente en unos tres mil a seis mil años más o menos de larga y aburrida espera, todas las almas sean juzgadas con un único criterio valido para todos, les guste o no; a menos que consideremos la posibilidad de muchas religiones de orientes de la reencarnación, a la que estaríamos atados hasta alcanzar la iluminación y poder así salir de ese ciclo eternos de muerte y resurrección.

La segunda opción es más común, se trata de un sitio donde te castigan por tus pecadillos (no mortales, prefiero llamarlos así a pecados veniales y faltas), y eso por supuesto tiene un gran criterio de amplitud para decir que esto o aquello es pecado; pero en ese tiempo eres torturado (alejado de la gracia y luz de Dios), pero una vez que has pagado por estos pecadillos puedes finalmente subir al Cielo; claro que en estos caso no hay un tiempo asignado de duración por tal o cual pecado, así sabe cuando se entra (se muere) pero no cuando se sale y se va al Cielo. Por ello en la Iglesia Católica se reza en cada misa por las almas del Purgatorio, como una forma de ayudar a aquellos pobres atrapados en este sitio para que puedan pronto ser conmutados sus pecadillos y poder así finalmente subir al Cielo. Es esta versión la que más ha dado ideas en el cine moderno, de aquellos que mueren y vuelven a la tierra, como fantasmas o reencarnaciones para ayudar a sus seres queridos, o tratar de remediar la vida de otras, de esta forma pagas por tus pecadillos. Ejemplos clásicos del cine de estas obras son Ghost (1990), el Cuervo (1994), Dos en el cielo (1943) y su remake Always (1989), Corazones y Almas (1993), El cadáver de la Novia (2005), El cielo puede esperar (1978), etc.

Aclaradas estas dos versiones básicas, el Alma Sola, no importa como se llegó a este estado siempre plantea en el curso de sus historias y leyendas la idea de alcanzar el perdón después de muerto; un poco basado en la segunda versión. El Purgatorio es por tanto el lugar que sirve para expiar las culpas y los pecadillos; y así, el Ánima Sola refiere al culto de las almas del purgatorio.

La idea cristiana del Purgatorio se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia, donde eruditos como San Gregorio, San Agustín, más tarde Santo Tomás, trataban de dar justificación ‘filosóficamente’ a la fe y la existencia de Dios; preguntándose sobre lo que es la existencia y la esencia de Dios, y si ambas son iguales o equivalentes, o sea la existencia de Dios es a si mismo la esencia del mismo.

Aclaremos un poco estos términos, sin ponernos muy filosóficos; una de las preguntas iniciales del hombre era ¿que es el ser?; o sea que características definían que algo existía o no; sobre esto se debatieron muchas ideas, pero podemos resumir a dos respuestas grandes y opuestas; una que todo lo que conocemos es una creación de nuestra mente, lo que existe es solo lo mental, un poco a lo Matrix; la segunda es que las cosas ‘materiales’ existen independientemente de que las pensemos o no, y no porque cerremos los ojos dejan de existir. Claro que eso planteó la existencia de dos mundo, el mental y el material; las cosas en el mundo mental son eternas, constantes, ideales; un 2 por más que se esfuerce jamas podrá ser un 3, y es algo mental porque por mucho que enfoquemos nuestros sentidos nunca veremos nadando a un 2 o escucharemos cantar a un 3. Por otro lado el mundo material es cambiante, y en esto Aristóteles propone que las cosas tiene acto y potencia; el acto es como eres ahora, la potencia son las posibilidades a futuro; por ejemplo un acto es un huevo, la potencia es que en un futuro sea una gallina, gallo o tortilla, según sea el caso.

Hasta aquí la cosa es sencilla, salvo por el hecho de que las cosas materiales tienen ademas propiedades como sustancia y esencia; por sustancia entendemos a la materia que las forma, pero por esencia la cosa no es tan fácil; las cosas tienen su esencia según el significado o valor que le demos; por ejemplo mi carro tiene su esencia, no solo porque se diferencia de los demás por la placa, modelo, color, sino por lo que representa para mi y para los demás; con el hombre la cosa es un poco más complicada, y Platón planteó que la esencia es el alma de la persona misma, que es única, eterna e inmutable, propia de cada ser. Hoy esta idea a cambiado un poco, en parte porque desde Descartes la existencia se vincula a lo mental: si pienso, existo; los animales no piensan, por lo tanto no existen, viven; cuando estamos dormidos, no existimos, vivimos solamente.

Así si la existencia es pensamiento, y la esencia es alma, la idea de un Dios que sea existencia y esencia al mismo tiempo era algo lógico y justificable a aquellos padres de la primera iglesia, y aunque ellos buscaron, no llegaron a estas conclusiones, en parte porque estas ideas son más bien modernas; y en el siglo XX los existencialistas hicieron de la idea una condición de doble sentido, se debe existir para poder pensar; y hoy no se habla sobre almas, sino sobre conciencia y capacidades cognitivas.

Aclarado, esperemos, esta parte filosófica volvemos a nuestro Purgatorio; los jesuitas trajeron a México y el resto de Latino-América la idea del mismo; y las primeras representaciones mostraban a las almas rezando y/o con las manos extendidas al cielo encerradas en celdas rodeadas de llamas o fuego, simbolizando el paso para poder ir al cielo. El Purgatorio se representaba con el fuego rodeando el anima, sin embargo en el texto sagrado se describe como un lugar oscuro, silencioso y que carece de la presencia de Dios, pues Dios es luz y salvación. Estas imágenes surgieron con la idea de que los vivos pidieran por la salvación de estas almas. Además, recordando que todo hombre que comete pecado estará irremediablemente condenado a sufrir su paso por el purgatorio.

Pero en específico con la señora María Celestina lo más seguro que ese cuento de la mujer que daba agua a los condenados en la cruz en los años del evangelio de Jesús no sea cierto, o que se tratara de una bruja u otras similares ideas por la cual fue condenada es poco menos probable. Hay algunas versiones, por ejemplo, de que el Dracula de los cuentos fue condenado a su maldición de vampiro por renegar de Dios; y así se pueden citar muchos otros ejemplos.

Hay que tener presente que cuando se trata de espíritus del Alma Sola, estos son de baja luz, se dice que María Celestina Abdenago es descrita manejando una serie de entidades menores; y suele ser considerada por sus adeptos como una gran aliada, pero cuidado; imagínela como que tiene de mascota una serpiente de cascabel, que duerme con usted en las noches, puede que no pase nada, pero si por casualidad usted se gira y pisa a la sierpe, esta no es un perro que a lo mejor ladrará, se trata de un ser con dientes cortantes y veneno mortal que nunca dudará en usar si trata de defenderse, ya que los reptiles son animales que más o menos entienden los premios, pero nunca el castigo. Por los general aquellos que piden ayuda a entidades tan bajas en energía deben tener cuidado porque estas suelen trabajar bien para lograr el objetivo primario (deseo del consultante) pero no paran en las consecuencias colaterales y daños que se puedan infringir para lograr esas metas.

Personalmente creo que se trataba de alguna santera y/o curandera que paso a la leyenda mexicana y que posiblemente tiene sus raíces en La Celestina del bachiller Fernando Rojas del 1500, quizás incluso se puede suponer que de ahí viene el nombre, una mujer que ayudaba a los amantes, vieja alcahueta, regenta de prostíbulos y lupanares, partera que ayudaba a las mujeres con asuntos del corazón y las consecuencias de amores no deseados (abortos), así que si se busca la imagen de esta señora hay que buscarla en aquella mujer en letra del bachiller Fernando que hace ya cinco siglos se describía a si misma como:

Calla tu lengua, no amengües mis canas, que soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Vivo de mi oficio, como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no le busco. De mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón.