Los hombres pez (1) Glauco y otros mitos

¿Qué impulsa a los hombres a entrar al mar hasta terminar convertidos en seres mitad pez mitad hombre?

Una explicación es la idea ancestral de que la vida surgió de la aguas y es un deseo inconsciente de regresar a los orígenes; aun hoy el feto humano «nada» durante nueve meses dentro de la placenta materna. Si nos vamos a los mitos primitivos se tiene que el mundo surge de las aguas y aun hoy la ciencia reconoce que en las aguas surgió la vida.

En el antiguo Egipto, Nun o Nuu es el «Océano Primordial», es una divinidad benefactora, es representado algunas veces con forma humana, y a veces con cabeza de rana. El mito señala que en el principio, antes de la creación, sólo existe Nun, un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad, de Nun surgirá el huevo del que nace dios Solar Ra y de este toda la creación.

En Asia menor, Oannes o Uanna, fue una manifestación del dios  Enki (dios de la tierra y las aguas subterráneas), su aspecto era de un ser mitad pez mitad humano, que hizo su aparición en el golfo Pérsico, y solía hablar con los hombres y enseñarles buenos modales, letras, matemáticas, arquitectura, etc.

Enki compartía poder con Enlil (dios del viento y las tormentas),  y como dato importante hay que señalar que los animales de Enki eran la cabra (animal terrestre de la ganadería local) y el pez (signo de las riquezas del río): la combinación de ambos animales es el signo de Capricornio.

Más al este, en las costas del Mediterraneo, el dios Dagón es representado como un ser mitad hombre y mitad pez y era visto como un dios del mar; Dagón era un dios filisteo que surgió de las aguas y enseño a los hombres a cultivar la tierra, a semejanza de Enki;  pero para algunos Dagón es un hijo de Oannes y es asociado al dios  Marduk, hijo de Enki, un dios civilizador que heredó el trono celeste a vencer a Tiamat, pero para ello tomo los poderes de su padre Enki y de Enlil, convirtiéndose así en el dios de las tormentas y la fecundidad; algo equivalente al Baal fenicio que vence al Leviatan.

Otros, sin embargo, señalan un origen para Dagón en otro dios llamado Dagan adorado en todo el Oriente Medio, pero principalmente en la zona de Siria que era el dios de los cereales y los cultivos. Dagan, dgn, significa grano o semilla; pero al pasar el vocablo por pueblos semitas, como los hebreos,  palabra relacionada con dag era pez, lo que motivó la errónea interpretación de Dagan (cereal) como el dios-pez (Dagón) y finalmente como un dios del mar, que era mas importante para los fenicios y filisteos pueblos navegantes a agricultores.

Los griegos, otro pueblo de navegantes, tomarían esta imagen del hombre-pez del dios Dagón y la asociarían a sus propios dioses marinos. Las nereidas, hijas del dios del mar Nereo y Doris (una hija del Océano y Tetis) eran ninfas del mar con torso humano y el resto de pez.

Tritón, primogénito de Poseidón/Neptuno y Anfítrite/Salacia (una nereida) tenía como su madre un torso humano y cola de pez, y sería padre del resto de los tritones. Tritón era el heraldo de su padre y su atributo especial era una concha de caracol que tocaba como una trompeta para calmar o elevar las olas del mar.

Los Telquines eran nueve hermanos, mitad marinos, mitad terrestres, con cabeza de perro, la parte inferior del cuerpo en forma de cola de pez o de serpiente y los dedos de las manos palmeados; eran hijos de Ponto (padre de Nereo) y de Talasa (la hija de Éter y Hemera) y fueron transformados en rocas por Zeus que no les perdonó el que manipularan los fenómenos atmosféricos (algo de su propiedad).

Pero entre los mitos griegos se hace referencia a otro marino que tuvo similar suerte a la de Hombre pez de Liérganes. Según la historia un pescador de nombre Glauco en una de sus excursiones de pesca llegó y quedo varado en una de la miríada de islas del Egeo; ante el hambre se vio obligado a comer algunas algas del lugar; algo no del todo extraño entre pescadores; así por ejemplo en el Japón y Chile actual la dieta incluye algunos tipos de algas. Pero volviendo a la historia, tras haber probado las algas, Glauco se sintió envenenado; no pudo respirar y su cuerpo empezó a cubrirse de escamas. Con sus ultimas fuerzas logró alcanzar la costa y se sumergió en las aguas. Entre sus costillas se abrieron paso agallas y al tragar aquella agua salada y esta salir por los costados de su pecho ahora abierto pudo respirar; la transformación continuo fusionado sus piernas en una sola y dando origen a una cola de pescado.

Imposibilitado de volver a tierra Glauco se sumergió en las aguas hasta alcanzar las profundidades. En su viaje, su cuerpo ahora adaptado a la vida bajo el agua, miró las maravillas de los corales y los bosques de algas llenos de peces de múltiples formas y colores; así también contempló monstruos marinos, pulpos gigantes y tiburones de fauces enormes. Finalmente alcanzó los palacios de los dioses marinos Océano y Tetis, quienes al ver a este ser, mitad hombre mitad pez, lo reconocieron como su igual y lo aceptaron entre sus filas.

Algunos cronistas hacen a Glauco hijo de Nereo y Doris, hermano de las nereidas y justificando así su apariencia de tritón; otros lo hacen hijo de Poseidón con la náyade Nais (nais = fluir; una ninfa de los ríos), y por tanto es muchas veces representado como el hijo más famoso del dios de mar, Tritón, con torso humano y cola de pez, como la versión masculina de una sirena moderna. 

 

La historia de Glauco no termina aquí, entre sus muchos viajes por los mares llegó a la costa entre Sicilia e Italia y conoció a la ninfa Escila, hermosa ninfa hija de Forcis (el hermano de Nereo) y Hécate (una diosa de la noche, prima de Apolo y Artemisa, que llevaba las almas de los muertos al inframundo). Glauco se enamoró de la bella ninfa, pero esta al ver la apariencia de pez del amante lo rechazó. Glauco nadó hacia el norte hasta la isla de Circe, la bruja, para pedirle ayuda. Ya sea porque la hermosa bruja tenía algunas tendencias zoofilicas —recordemos que ella transformó en bestias los hombres de Ulises /Odiseo y su hermana Pasífae, esposa de Minos, se acostó con un magnífico toro de cuya relación nació el minotauro—, le propuso a Glauco que se olvidara de la ninfa y se quedara con ella.

Glauco rechazó la oferta y la bruja no se tomó muy bien el rechazó. Circe le dio a Glauco una poción que debía ser vertida en la laguna donde se bañaba la ninfa. Así hizo Glauco, pero la poción no era de amor, como esperaba el marino, y cuando la ninfa entró al agua su cuerpo convulsionó y fue transformada en un ser como un dragón de múltiples cabezas de la cintura para abajo (la parte que se sumergió en la laguna). Ante el horror Glauco simplemente escapó, nunca más hizo tratos con la bruja y no se atrevió a cortejar a otra ninfa por temor al rechazo.

Escila por su parte paso a ocupar una gruta frente al estrecho de Mesina, en un lado estaba ella y en otro Caribdis una hija de Poseidón, que por inundar la tierra para ampliar el reino submarino de su padre, Zeus la transformó en un monstruo que tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas veces, adoptando así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance. Los dos lados del estrecho estaban tan cercanos que los marineros que intentaban evitar a Caribdis pasaban demasiado cerca de Escila y viceversa. La expresión «Estar entre Escila y Caribdis», vale decir, «estar entre la espada y la pared», o sea, en un problema de difícil (si no imposible) solución. Los argonautas fueron capaces de evitar ambos peligros gracias a que los guió Tetis. Odiseo no fue tan afortunado, eligió arriesgarse con Escila a costa de perder parte de su tripulación antes que perder el barco completo con Caribdis. Escila fue finalmente muerta por Hércules en uno sus viajes y transformada en una roca frente a la costa.

Los hombres pez (2) El hombre pez de Liérganes

La historia del hombre pez de Liérganes es la que más ha sido documentada en virtud de quien la escribió, el Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), todo un erudito de la ilustración del siglo XVII al XVIII, que pese a creer poco en las creencias y supersticiones de los pueblerinos, los narradores de la historia eran personas de gran renombre y respecto, para no ser documentada y explicada. La historia es relatada por la obra «Criaturas del más allá» de la serie «Mundo Insólito» y en el articulo del Dr. Kynes (2009) «El hombre pez de Liérganes, nadando en la leyenda» como sigue:

Según la crónica que recoge Feijoo, Francisco de la Vega y Casar fue el segundo de cuatro hermanos, todos naturales de Liérganes. Francisco nació en 1657, y a los quince años marchó a Bilbao para aprender el oficio de carpintero. Dos años después, en 1674, Francisco junto con otros compañeros fue a bañarse a la ría de Nervión, pero sus amigos lo perdieron de vista tras observarle nadando ría abajo. Tras esperarle durante largo tiempo, intuyeron que se había ahogado. El joven fue dado por muerto, llegando la noticia a su familia.

Cinco años mas tarde, en 1679, en la costa de Cádiz unos pescadores divisan una figura que ellos creen un hombre «nadando sobre las aguas, y sumergiéndose en ellas a su voluntad». El supuesto hombre desaparece al poco tiempo, pero en días siguientes los mismos pescadores vuelven a avistarlo en el mar. Un día, deciden dar «pesca» a la misteriosa aparición por medio de redes y lo consiguen, atrayéndole con pedacitos de pan arrojados al mar ante su presencia. Una vez en cubierta, los marineros comprobaron que no se trataba de ningún monstruo, como ellos habían supuesto al principio, sino de un ser humano, un hombre joven de seis pies de altura, corpulento, pelirrojo y con las uñas desgastadas por el salitre. No decía ni una sola palabra y no parecía comprender ningún idioma. Ya en tierra firme, se le llevó al convento de San Francisco en la provincia gaditana, donde al parecer se le practicó un exorcismo para ver si «le poseía algún espíritu maligno». Allí pasó hospedado algunos días sin decir nada, hasta que un buen día pronunció la palabra «Liérganes». Nadie sabía a lo que se refería hasta que un joven montañés que se encontraba trabajando en Cádiz, la reconoció. Averiguando posteriormente que el Secretario de la Inquisición, Domingo de la Cantolla, era originario del lugar, se le remitió el caso y este dio fe de la existencia de un joven de la localidad al que se había dado por ahogado en Vizcaya años atrás.


Un franciscano dedicado a la peregrinación que había llegado a Cádiz por aquel tiempo, se ofreció para llevar al joven a su localidad natal. Fue en 1680, un año después de su reaparición. Tras amarrar en Santander (y supuestamente recorrer un buen trecho), Fray Juan Rosende dijo al joven que le guiase hasta su pueblo. Así lo hizo, y fue derecho a la casa de su madre, viuda, quien le reconoció como su hijo Francisco, dado por muerto cinco años atrás. Francisco se quedó entonces a vivir con su madre en Liérganes, pero no dio nunca ninguna muestra de afecto, ni de sociabilidad y siempre permanecía absorto y sin interés por nada, no hablando a penas. Iba descalzo, casi nunca pedía comida, aunque cundo le ofrecían alimento o bebida lo consumía de manera compulsiva, aunque había días en los que no probaba bocado. No respondía verbalmente a ninguna pregunta, pero cuando se le ordenaba hacer algo (recados para gentes del pueblo), los acometía puntualmente y de manera dócil, «de manera que parece entendía lo que se el decía; pero él por sí nada discurría». Las únicas palabras que Francisco llegó a decir eran tabaco, pan y vino (a parte de Liérganes) pero sin propósito alguno. Solo iba vestido si alguien le ofrecía ropa, y le daba igual aparecer desnudo. La crónica transcrita por Feijoo cuenta que una vez le encargaron que llevase un mensaje escrito en papel a alguien en Santander y que fue a nado desde la cercana a la capital localidad de Pedreña, atravesando su ría. Feijoo también se hace eco de que en su infancia y adolescencia Francisco era considerado un gran nadador y que pasaba largo tiempo cerca del rio Miera, el cual baña Liérganes. Nueve años después de su regreso, Francisco de la Vega desapareció misteriosamente y desde entonces nada se volvió a saber de él.


¿Una explicación de los hechos?

Hay que señalar que este caso no es único en la costa del océano gaditano donde encontraron al joven Francisco de la Vega y Casar cinco; en el siglo I D.C. el historiador Plinio ¿el Viejo? señalaba que en misma región se había encontrado a un «hombre marino» cuyo cuerpo era enteramente humano. Plinio lo oyó comentar a unos caballeros romanos que fueron testigos oculares del suceso.

 

Eso y este hecho han hecho a algunos modernos imaginar historias como la que sigue a continuación planteada en el portal del Grupo Elron:

En una consulta de un tal Billy G. a un tal profesor Velmont sobre el caso, este profesor le responde de la siguiente forma:

Apreciado Billy: Es un asunto que lo teníamos en agenda desde hace tiempo. Lo preguntamos en la sesión del 24/10/2003. Como las preguntas y las respuestas fueron muy exhaustivas, directamente te transcribo la parte de la sesión donde se habló del tema.

Interlocutor: Aquí tengo agendado preguntarle sobre lo que se ha dado en denominar «el enigma de los hombres-pez». La pregunta concreta que le hago antes de empezar, es si en nuestras aguas, es decir, océanos, mares, lagos, etc., hay seres acuáticos racionales. Me estoy refiriendo obviamente a extraterrestres que hayan venido a nuestro planeta, porque sé que los seres humanos no somos acuáticos.

Ron Hubbard: La respuesta es que sí, que hay seres extraterrestres acuáticos en el planeta Tierra.

Interlocutor: ¿Y han sido vistos por los humanos?

Ron Hubbard: Así es. Hay fosas marinas que no son muy profundas. Espera un segundo que el decodificar del receptáculo está filtrando lentamente la información que le estoy transmitiendo.

Interlocutor: Está bien, espero.

Ron Hubbard: Son fosas que no pasan de trescientos o cuatrocientos metros de profundidad.

Interlocutor: ¿Próximas a la costa?

Ron Hubbard: Así es. Fíjate que hay fosas en los océanos que llegan hasta los once mil metros, como en Las Marianas.

Interlocutor: ¿Los extraterrestres tienen tecnología como para construir campos energéticos que resistan tal presión del agua?

Ron Hubbard: Por supuesto que la tienen, pero utilizarla significaría un gasto enorme de energía. Entonces van a abismos menos profundos. Si hubieran estado en las fosas profundas, los seres humanos nunca los hubieran avistado.

Interlocutor: ¿Estos seres viven permanentemente en el agua? Me refiero a si son como los peces, que fuera del agua se mueren.

Ron Hubbard: Sí, viven en el agua totalmente. Son seres marinos, no terrestres.

Interlocutor: ¿Serían algo así como acuanautas pero con agallas? Digo así para darme una idea aproximada.

Ron Hubbard: Sí, es algo así.

Interlocutor: ¿Son totalmente extraterrestres o hay alguna mezcla con humanos?

Ron Hubbard: Son totalmente extraterrestres.

Interlocutor: ¿Hay muchos?

Ron Hubbard: Hay una civilización pero dividida en dos lugares. Una de ellas se encuentra cerca de uno de los centros poblados del Mediterráneo.

Interlocutor: ¿De Roma, por ejemplo? Digo el primer lugar que se me ocurrió.

Ron Hubbard: Cerca de Grecia.

Interlocutor: ¿Y el otro?

Ron Hubbard: En Oceanía, en las costas de Australia.

Interlocutor: Entiendo. ¿Es una civilización que tiene edificios o alguna inmensa campana que los cobija?

Ron Hubbard: No, no tienen edificios ni una campana como la de los Comics. Esto de los Comics me lo acaba de transmitir tu Thetán. Pero tienen una campana de emergencia para protegerse cuando son descubiertos por algún tipo de aparato submarino terrestre.

Interlocutor: Supongamos que hayan sido descubiertos por los tripulantes de alguno de esos aparatos. ¿qué hacen?

Ron Hubbard: Los capturan y los mantienen prisioneros en esa campana, en compartimientos especiales con oxígeno. Te aclaro que esa campana no es para esconderse ellos, sino para mantener prisioneros a los seres humanos que los descubren.

Interlocutor: Entiendo. ¿Y qué medios utilizan para capturarlos?

Ron Hubbard: Esa campana tiene una especie de campo gravitatorio atractor y simplemente los absorben hacia ella.

Interlocutor: Veo que la realidad es más sorprendente que la ficción. Por lo que usted me dice, veo que estos seres viven en el agua tal cual como los peces, sin necesidad de ninguna cobertura especial. ¿Es así totalmente?

Ron Hubbard: Es así totalmente. Son como los famosos tritones de la mitología. En cada mundo hay un tipo diferente de estos seres acuáticos. Los que han venido aquí tienen ojos muy grandes, de color blanco, como las ranas, con una pupila completamente aplanada y vertical. Los ojos están cubiertos por una membrana transparente como el de muchos peces.

Interlocutor: ¿Parpadean como nosotros?

Ron Hubbard: No, no parpadean. Tampoco pueden cerrar los ojos y no ver, porque, reitero, sus párpados son transparentes.

Interlocutor: ¿Tienen algún tipo de manos o directamente aletas?

Ron Hubbard: Tienen aletas con manos y con pies.

Interlocutor: ¿Cuántos dedos tienen?

Ron Hubbard: Igual que los humanos, cinco dedos en las manos y cinco dedos en los pies. Las aletas son similares a las de las ranas.

Interlocutor: ¿Los Thetanes de estos seres en qué plano están?

Ron Hubbard: Igual que el de los seres humanos. Hay Thetanes en el plano 2, 3, 4 y 5.

Interlocutor: ¿Esto significa que yo, como espíritu, si el día de mañana decido encarnar en estos cuerpos anfibios puedo hacerlo?

Ron Hubbard: ¡Por supuesto! Incluso puedes contactarte mediúmnicamente con sus Thetanes.

Interlocutor: ¡Qué notable! A veces lamento tener tan poco tiempo para hacer todas las experiencias que se pueden hacer. ¿Pero qué es lo que hace allí, en un cuerpo anfibio, un ser de Luz?

Ron Hubbard: En realidad no son peces sino humanoides. Tienen un decodificador tan importante como el humano. Su boca es como una protuberancia aplanada como si fuera una castañuela. Por eso digo que el corte de cara es similar al de las ranas. Pero estrictamente no se los puede llamar anfibios, porque este término se utiliza para denotar sólo a los animales que pueden vivir indistintamente en el agua y en la superficie, y estos seres no pueden vivir en tierra, salvo por poco tiempo.

Interlocutor: ¿Pero cómo se comunican? Acaso, y perdóneme la chanza, ¿con «glugús?

Ron Hubbard: Se comunican mediante gestos.

Interlocutor: Entiendo. ¿Y cómo hacen para ver? Lo pregunto porque es obvio que en las fosas marinas prácticamente no hay luz.

Ron Hubbard: Tienen una visión tan aguda que pueden ver casi en lo que para los humanos sería una oscuridad absoluta.

Interlocutor: Era casi una cosa lógica. ¿Y qué comen?

Ron Hubbard: Se alimentan de peces pequeños, moluscos.

Interlocutor: A ver si entiendo. ¿Se sientan a una mesa para comer o directamente abren la boca y engullen como hacen los peces?

Ron Hubbard: ¿Cómo se van a sentar en una mesa para comer? Ten en cuenta que todo tiene que estar relacionado con el hábitat y las circunstancias.

Interlocutor: ¿Usted me quiere decir algo así como que si de pronto yo estuviera en el Polo Norte o escalando una montaña, donde el viento es tan grande que arrastra todo, tendría que agarrar la comida como pudiera?

Ron Hubbard: Algo por el estilo.

Interlocutor: Ahora entendí. ¿Y cuál es su actividad física y mental? No puedo imaginarme a peces pensando.

Ron Hubbard: Tienen una filosofía abstracta, digamos que es como que ellos saben que hay algo más allá que el medio marino en que viven.

Interlocutor: ¿Pueden salir a la superficie?

Ron Hubbard: Sí, porque tienen branquias que se adaptan al medio no acuoso. En este sentido no son peces en el verdadero sentido de la palabra.

Interlocutor: ¿Pero entonces con qué animal conocido podríamos compararlos?

Ron Hubbard: Si yo tuviera que definirlos, los asimilaría a los batracios.

Interlocutor: Justamente he visto algunos dibujos de gente que los ha visto y les ha dado esa forma. Supongo que mucho tiempo fuera del agua no pueden estar. ¿Es así?

Ron Hubbard: Todo depende de lo que se entienda por mucho tiempo.

Interlocutor: Bueno, pienso en media hora, una hora.

Ron Hubbard: No, pueden estar más tiempo, quizás seis o siete horas o quizás más.

Interlocutor: Seis horas o más las considero mucho tiempo, teniendo en cuenta que un pez fuera del agua puede tardar en morir en pocos minutos. Trato de imaginarme qué es lo que hacen estos seres marinos en ese hábitat acuoso. ¿Son como los peces en una pecera, que dan vueltas y vueltas sin hacer nada? ¿Construyen edificios, por ejemplo? ¿Escriben algo?

Ron Hubbard: No, no construyen nada ni tampoco escriben.

Interlocutor: ¿Vegetan?

Ron Hubbard: No, se van transmitiendo unos a otros pensamientos abstractos por medio de gestos, de la misma manera que los indígenas -mal llamados «indios»- norteamericanos se iban transmitiendo las leyendas de padres a hijos o a través de los chamanes.

Interlocutor: A ver si logro entender. Supongamos que yo me sumerjo hasta el lugar donde están estos seres, ¿qué veré?

Ron Hubbard: Lo que verás son naves.

Interlocutor: ¿Naves espaciales?

Ron Hubbard: Así es. Ellos tienen la tecnología necesaria para construirlas y con ellas han venido hasta aquí. Lo que ocurre es que están en la Tierra un poco como de paso, pero se han ido quedando.

Interlocutor: No estoy entendiendo del todo la idea.

Ron Hubbard: Voy a cerrar el círculo. Su mundo original es todo marino. Ellos están acostumbrados a una gravedad más fuerte que la terrestre. Entre trescientos y cuatrocientos metros de profundidad, la gravedad es mucho más fuerte que la terrestre, y cuando ellos salen a la superficie es, en proporción, como si tú te elevaras mil metros. A esa altura la presión es poca y entonces respiras con mucha dificultad. De la misma manera, ellos aquí en la superficie pueden respirar nuestro aire pero con dificultad. Se sienten más cómodos respirando con las branquias, de la misma forma que los peces, el oxígeno del agua.

Interlocutor: Entiendo.

Ron Hubbard: En su mundo, que se encuentra a alrededor de mil años luz, tienen muy poco alimento porque hicieron desaprensivamente una gran depredación de su medio ambiente.

Interlocutor: ¡Parece que en todos lados se cuecen habas!

Ron Hubbard: Tú lo has dicho. Entonces han construido naves espaciales con las cuales han ido a distintos mundos a recoger alimentos y han sembrado en su planeta algo parecido al krill terrestre, que son como langostitas marinas, y también huevos de peces para que en uno o dos siglos del tiempo terrestre vuelva a haber una población marina, ya que de lo contrario se morirían de hambre.

Interlocutor: ¿Esa depredación hizo que se acabaran toda la comida?

Ron Hubbard: Prácticamente sí.Y cuando llegaron a la Tierra se encontraron con la sorpresa de mares ricos en peces a tal punto que los pueden alimentar durante miles de años. Lo que ellos hacen son viajes periódicos llevando a su planeta, de distintos mundos, en peceras gigantescas, seres vivos marinos.

Interlocutor: ¿Solamente marinos?

Ron Hubbard: Sí, solamente marinos, porque es el alimento natural de ellos.No solamente llevan peces, sino también anfibios, como ranas, etc.

Interlocutor: ¿Las naves espaciales son como inmensas peceras?

Ron Hubbard: Algo así. Incluso están llevando animales marinos que en su planeta no existen y los están adaptando para tener variedad de comidas.

Interlocutor: Cuando usted habla de que estos seres provienen de un planeta acuoso, ¿a qué se refiere? ¿Es un planeta como el nuestro, que tiene tierra y agua? ¿O solamente agua?

Ron Hubbard: Es poca la tierra que tienen. El planeta es predominantemente acuático.

Interlocutor: ¿Cómo se llama su planeta?

Ron Hubbard: La estrella se llama Omán.

Interlocutor: ¿Y el planeta?

Ron Hubbard: Omán 3.

Interlocutor: Para ir terminando por ahora con este tema tan interesante, ¿cuántos de estos seres acuáticos hay entre nosotros en estos momentos?

Ron Hubbard: Si sumamos los que hay en las costas del Mediterráneo y las costas de Oceanía, en Australia, hay aproximadamente cuatro mil.

Interlocutor: ¿Estos seres han tenido aventuras fuera del agua? Pregunto esto porque hay muchos relatos de encuentros terrestres con ellos.

Ron Hubbard: Muy escasamente, por la diferencia de hábitat.

Interlocutor: ¿Pero han tenido encuentros con terrestres?

Ron Hubbard: Sí, algunas veces han sido avistados.

Interlocutor: Yo me refería más bien a algún tipo de apareamiento.

Ron Hubbard: No, en absoluto. Son seres de conformación completamente distinta.

Interlocutor: Bueno, lo preguntaba para estar seguro.

Ron Hubbard: Además, el pene de estos seres apenas tiene cuatro centímetros erecto y es muy finito, pues no llega al centímetro su grosor.

Interlocutor: Se supone que un pene tan pequeño debe estar adaptado para una vagina también muy pequeña.

Ron Hubbard: Así es. Y las hembras no tienen la vagina en la parte de adelante sino en la parte de atrás, y cuando copulan, el macho eyacula en tres o cuatro movimientos espasmódicos.

Interlocutor: ¿Son mamíferos?

Ron Hubbard: No amamantan como los mamíferos, sino que son ovíparos, es decir, ponen huevos, pero también practican el sexo.

Interlocutor: ¿A la vista humana estos seres serían directamente feos?

Ron Hubbard: A la vista son de piel como las ranas.

Interlocutor: ¿Y usted dice que hay seres entre ellos del 4º y 5º nivel?

Ron Hubbard: Sería ego de parte tuya pensar que otras razas con otras costumbres no podrían estar en planos de Luz. Hay seres, en esta misma Buenos Aires donde tú vives, que vegetan todo el día y no hacen otra cosa que mirar la televisión o leer el diario mientras fuman su pipa. Y muchos ni siquiera leen ni escriben, y no me refiero solamente a los analfabetos.

Interlocutor: Entiendo la ironía. Es obvio que en el hábitat donde están estos seres, me refiero a su medio acuoso, mucho no pueden hacer. Bueno, creo que con todo lo expuesto ya está bastante claro este asunto de los hombres-peces. A ahora querría pasar a un caso específico, que ha dado en denominarse «El hombre pez de Liérgenes».

La historia más o menos conocida es ésta: En la víspera de San Juan de 1673, Francisco de la Vega Casar, vecino de Liérganes (Santander), se fue a bañar con otros muchachos a la ría de Bilbao, población en la que estaba aprendiendo un oficio. Era un excelente nadador. Sin embargo, se echó al agua y no apareció más. Los compañeros consideraron que se había ahogado. En 1679 unos pescadores gaditanos vieron en medio del mar, nadando con gran habilidad, a un hombre, al que rescataron y resultó ser el citado Francisco que, vuelto a su tierra, vivió nueve años de modo extravagante, sin pronunciar palabra y desapareciendo luego sin dejar huella.

Ron Hubbard: Esta persona fue capturada por estos seres marinos dos veces, la primera vez cuando tenía doce años y durante dos días hicieron con él un experimento genético, donde le pusieron ADN de ellos. La segunda vez, que es a la que tú te refieres, duró 64 meses.

Interlocutor: ¿Cuál fue la razón del experimento?

Ron Hubbard: El experimento consistía en averiguar, por un lado, si este muchacho podía adaptarse a la vida marina y, por el otro, si uno de estos seres marinos, que se prestó para el experimento, podía adaptarse a la vida en la superficie. Se intercambiaron el ADN, pero no todo, sino solamente una parte.

Lamentablemente para estos seres, el ADN del humano era demasiado potente y el ser marino desencarnó.

Interlocutor: ¿Cómo fue el experimento?

Ron Hubbard: A este muchacho le extrajeron un poco de ADN mediante una muestra de su tejido, tipo biopsia, y se lo implantaron a un ser marino que se prestó al experimento. Y al revés, al muchacho le implantaron ADN del ser marino.

Interlocutor: ¿Y cuál fue el resultado?

Ron Hubbard: El experimento lo afectó su decodificador mental e incluso le llegó a cambiar parte de la piel, dejándole algo así como escamas.

Interlocutor: ¿Por qué lo capturaron por segunda vez y lo mantuvieron tanto tiempo cautivo?

Ron Hubbard: Porque hicieron con él nuevos experimentos.

Interlocutor: ¿Estos nuevos experimentos fueron los que lo dejaron como una especie de zombi?

Ron Hubbard: Así es. Quedó como si le hubiesen hecho una lobotomía.

Interlocutor: Lo intrigante es que volvió a desaparecer, y esta vez para siempre.

Ron Hubbard: Fue capturado nuevamente para nuevos experimentos.

Interlocutor: ¿Existiría la posibilidad, en alguna otra sesión, que yo me contacte con el Thetán de alguno de estos seres marinos para averiguar más cosas, entre ellas que le sucedió finalmente a esta persona?

Ron Hubbard: Por supuesto que sí, en cuanto tú lo desees.

Bueno, hasta aquí llegaron los diálogos. Como verás, el tema ha quedado debidamente aclarado.

Bienvenido al Club. Un fuerte abrazo.

Horacio Velmont.

¿Una explicación racional?

El libro citado al inicio expone la respuesta moderna y científica de los hechos como sigue:

Ya en el siglo XX, el doctor Gregorio Marañón volvió a interesarse por la leyenda del hombre pez de Liérganes, y en su libro «Las ideas biológicas del padre Feijoo» dedica un capítulo entero a la leyenda y a los argumentos presuntamente científicos que utilizó el ilustrado para justificar la existencia de los hombres marinos.

A partir de toda la serie de datos recogidos, Marañón formula la hipótesis de que Francisco de la Vega padeciese cretinismo, enfermedad caracterizada por una detención del desarrollo físico y mental y acompañada de deformaciones. Esta es la causa de que un buen día el joven Francisco, «idiota y casi mudo», abandonase su lugar habitual de residencia y vagase por tierra o quizá por mar, «pero no nadando», hasta que se le localizó de nuevo en Cádiz. La coincidencia de que desapareciese bañándose y que se le localizase de nuevo en el mar, junto con la incapacidad del muchacho para dar cualquier explicación, tejió la leyenda de los cincos años de vida marina.


La mudez, la tez blanca, el pelo rojizo, la piel escamosa —debido probablemente a la ictiosis, [una enfermedad hereditaria de la piel]—, la glotonería y el hecho de comerse las uñas, datos todos que aparecen en el relato del padre Feijoo, interpretados desde un punto de vista clínico, no son sino síntomas de cretinismo, enfermedad endémica propia de regiones montañosas, y entonces frecuente en la montaña santanderina.

La habilidad de Francisco de la Vega en la natación y su resistencia en las inmersiones, las explica Marañón a través de la insuficiencia tiroidea, con frecuencia ligada a las personas que padecen ictiosis. Se ha podido comprobar experimentalmente que, cuanto menor es la cantidad de tiroxina segregada, tanto menor es la necesidad de oxígeno, y por tanto mayor el tiempo de resistencia del organismo a situaciones en que falta este elemento.


Un último análisis

Muchas teorías se han tejido y planteado sobre el hombre pez; en febrero de 2009 el Dr. Kynes señala algunos hechos:

Los acontecimientos tuvieron lugar entre 1674 y 1689. En esa época, el reino de España se encontraba en franca decadencia con unos Austrias de capa caída y un antiguo imperio español que se desmoronaba bajo el reinado de Carlos II. Un periodo donde estas historias formaban parte del entretenimiento chismografico local, algo de que hablar y especular.

La primera referencia escrita de la historia del Hombre Pez, fue a mediados del siglo XVIII, en plena era de la ilustración y ello popularizo el relato por toda España, y aunque el cronista Fray Jerónimo Feijoo descartaba las mutaciones de piel de escamas, el pensador y religioso reseñaba principalmente el hecho de que un hombre hubiese podido sobrevivir cinco años en alta mar y haya podido recorrer a nado un trayecto que va desde el norte de la península ibérica hasta el sur de la misma, atravesando todo el Atlántico.

Para explicar esta maravilla el ilustrado se remontó a la literatura romana cuando Plinio (¿el viejo?) afirmaba que habían testigos de prodigiosos seres, avistados por cierto en la bahía de Cadiz. En el siglo XVI varios autores españoles como Juan de Mediavilla o Antonio de Torquemada también mencionaron haber visto criaturas marinas extraordinarias. Hoy se sabe que muchas de esas criaturas eran manatíes o cetáceos por aquel entonces desconocidos. Ya era conocida en la Europa de la Edad Moderna la leyenda de los «obispos de mar», peces supuestamente humanoides que en realidad eran una variedad de raya y que en Galicia existía la leyenda de los mariños, criaturas mitad humanas y mitad pez. Todo ello ayudaba a afirmar el mito. Así el propio Feijoo, una vez conocida la leyenda del Hombre Pez, llegó a admitir que la existencia de «hombres marinos», y la posibilidad de que humanos se apareasen con peces y diesen origen a sirenas, tritones o nereidas.

La siguiente crónica escrita de la historia del hombre Pez de Liérganes, tuvo lugar casi un siglo y medio más tarde, en 1879; en la revista Semanario Pintoresco español. En ella parecen las escamas y el idiotismo (forma de la época de definir el discapacitado mental), incluyendo la parte de la historia de ir a llevar el mensaje a nado a Santander. Un hecho más fija los acontecimientos que el joven desapareció en la ría de Nervión en 1764, y no en 1674, alterando las fechas. La transformación, aunque sea solo parcial o simbólica de Francisco de la Vega en Pez es la base en la que se ha edificado dicha leyenda, aunque en la tradición popular siempre tuvo más predicación la «hazaña» de sobrevivir cinco años a nado en alta mar.

Si se analizan diversas fuentes sobre la historia del Hombre Pez, se contemplan diversas lagunas, incongruencias y contradicciones. Es perfectamente creíble la existencia de un pobre muchacho con alguna discapacidad mental en una aldea del siglo XVII y que cuyo comportamiento suscitaba la extrañeza entre sus vecinos. Pero el problema de ser «deficiente mental» se contradice por el hecho de ir a Bilbao a aprender carpintería, si Francisco hubiese padecido alguna deficiencia mental, no hubiera podido ingresar al cuerpo de trabajo; fue su vida de cinco años en el mar lo que afecto sus capacidades psíquica, ya que por aquel entonces no se integraba laboralmente a los «anormales». Aunque en los archivos de aquellos años no existe un sujeto llamado Francisco de la Vega y Casar en Liérganes, y ello hace dudar de la veracidad de esta historia, el ponerle nombre al joven hace dar cierta veracidad a la historia; otorgando un halo romántico y sugestivo, que es completado con la misteriosa desaparición del joven nueve años después, y que muchos han explicado con un regreso a su verdadero hogar, el mar. Aunque en las crónicas del padre Feijoo, este señala que al joven se le vio vagando años después por los puertos.

Pero hay un hecho más que resalta el Dr. Kynes: «tabaco, pan y vino», si bien las tres son necesidades básicas, la primera palabra, aunque era un producto ya difundido por Europa desde América a principios del siglo XVIII, en la España de Felipe V, sólo era conocido y usado por las clases altas; el joven no pudo haberlo conocido dicho producto; siendo por ello una invención de los que contaron la historia al cronista. Así, expone el Dr. Kynes, que se puede pensar que los informantes, algunos amigos incluso de Fray Jerónimo Feijoo, pudieron haber inventado buena parte de la leyenda y lograron enredar al ilustre representante de la ilustración Borbona en España, haciéndole creer una habladuría fantástica y logrando que este racionalista incluso pensara en relaciones sexuales entre hombres y peces; toda una burla a lo que la ilustración y la razón científica de mediados del siglo XVIII trataba de lograr.

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Textos originales y otras referencias: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí

Otras fuentes de los textos: J. Bord y C. Bord; P. Costello; A. Shine; I. Woodward; J. Lomar, I. Knight y G. fuller «Criaturas del más alla – Serie «El mundo de lo insolito» 1984/1986. Circulo de Lectores. Ediciones Internacionales Futuro. España. Paginas 80 y 81