A fines de agosto de 1992 David C. Jewitt y Jane X. Luu en el Observatorio Mauna Kea , Hawaii descubren a 1992 QB1, el asteroide recibió el número 15760, sus descubridores querían llamarlo Smiley (Sonreír), pero ese nombre ya estaba asignado al asteroide (1613) (1950 SD) del cinturón principal de asteroides, descubierto el 16 de septiembre de 1950 por S. Arend en Uccle.
Para los astrónomos descubrimientos de objetos mayores con tamaños sobre los seiscientos kilómetros de diámetro dentro de este cinturón (Make Make, Haumea, Quaoar, Varuna, Logos, Caos, Deucalión, Salacia, Borasisi, Altjira, Teharonhiawako) han dejando detrás de 1992 QB1 y la propuesta inicial de nombramiento fue anulada y olvidada. Es por ello aún hoy no se le ha puesto nombre a 1992 QB1, y se llama simplemente QB1. Ello genera también un problema ya que hay un gran número de asteroides nombrados igual salvo por el año.
1992 QB1 fue el primer objeto descubierto más allá de Plutón, y su nombre se designa al resto de objetos propios del cinturón de Kuiper, los cubewanos = QB1s, que se pronuncia en ingles ku-bi-wans. Los cubewanos son objetos que se encuentran ubicados entre la resonancia 3:2 a 2:1 con Neptuno; esto es órbitas medias ubicadas entre las 39 UA a 48 UA aproximadamente. 1992 QB1 es un objeto relativamente pequeño, unos 160 km, tiene un periodo de traslación de unos 289 años, perihelio de 40,9 UA y afelio de 47,6 UA, dándole una órbita casi redonda ya que su excentricidad es de 0,075; también tiene poca inclinación sobre el plano de la eclíptica, cuyo ángulo es apenas superior a 2°. Estas características definieron a la mayoría de cuerpos propios del cinturón de Kuiper, pequeño tamaño, poca excentricidad e inclinación.
La falta de un nombre más corriente que su denominación astronómica es para algunos un impedimento a la hora de ver su influencia astrológica; sin embargo otros lo comparan con el resto de sus ‘hermanos mayores’ y permiten a partir de este punto dar algunas propuestas sobre su influencia. La mayoría de los cuerpos del cinturón de Kuiper tiene nombre de dioses creadores, vinculados a los elementos atmosféricos y acuáticos, al cielo y los mares; por tanto a los fluidos, el aire, al agua y a la sangre misma. Mientras los centauros transitan entre Júpiter y Neptuno; moviéndose entre lo concreto y normado a lo imaginario y libre; desde lo material a lo espiritual; el cinturón de Kuiper se ubica entre Plutón y los Plutinos, hasta los Twotinos y Eris; entre el submundo oscuro y temido del más allá, a las fronteras desconocidas del más allá. Desde Plutón y sus hermanos vinculados a la transformación del alma a la temible Eris, moldeadora de destinos. Así los cubewanos son un filtro cuyo lento andar sirven de atractores y catalizadores de las experiencias, la conciencia, las ideas y la fe misma. Pero el primero de ellos, 1992 QB1, ¿qué simboliza?
Michael Coleman propone para este cuerpo la idea del Úroboro (Ouroborus), un antiguo símbolo representado por una serpiente o dragón que se devora a si mismo; siendo un signo en culturas antiguas de la inmortalidad o del infinito (de ahí la sugerencia de su grifo como una flecha —camino— que se cierra en un circulo; aunque la versión de Mark Andrew Holmes es una combinación de la Q y la B)
1992 QB1 (Ouroborus), como el primero de estos cubewanos, debe ser el más básico y simple de todos; así como el uno (1) es el primero de los número y todas las culturas lo representan como una raya (horizontal o vertical) este número es el inicio de toda cuenta; es por ello que 1992 QB1 debe ser lo más simple en cuanto a la conciencia y la experiencia; y a su vez es el incitador de acciones para revelar lo oculto. Todas las culturas difieren en su fe, en el nombre de su dios y en como aplacarlo y/o adorarlo; pero en todas se aprecian conceptos más básicos: la verdad, la justicia, la libertad, la bondad. 1992 QB1 nos habla en sencillo de lo que es bueno y lo que es malo; eso es algo que todos podemos hacer y saber sin entrar en grandes discusiones filosóficas.
1992 QB1 trata también sobre búsquedas, su descubrimiento promovió la búsqueda de otros objetos tras Neptuno y Plutón; en menos de diez años esas fronteras serían cambiadas y la aparición de nuevos mundos incluso cambiaría la definición de planeta. Así desde el punto de vista astrológico tenemos una búsqueda de la verdad, de descubrir secretos, de impulsar acciones; de develar misterios. Así otros creen que el no haberle asignado un nombre le permite al cuerpo ser libre de esa influencia y le permite ser el que marca la pauta en las acciones de los otros.