Hijos de la Noche (2) Los daimones hijos de la noche

Nyx era la diosa de la noche, uno de los antiguos Protogenos (los dioses elementales primogénitos). En la cosmogonía de Hesiodo ella nace del Aire (Caos), y engendra con el dios de la Oscuridad (Érebos) a la Luz (Éter) y la diosa del Día (Hemera) y a Eros (el amor), primeros componentes del universo prístino. Luego tuvo una miríada de espíritus oscuros, que incluyen a: los Destinos (Moiras/Parcas y Moros/Fatum), los Sueños (Hipno/Somnus, Morfeo y los Oneiros/Somnia), la Muerte (Tanatos/Mors y Ker/Letum), la Disputa (Eris), las venganzas (Nemesis/Envidie y Erinias/Furias), el odio (Estigia), las Herperides (diosas del atardecer), y Caronte. Se disputa la maternidad de: Dolos (la Astucia), Deimos/Metus (miedo), los dolores (Algeas) y Ponos (labor) con algunos de sus hijos.

Otros daimones (demonios) señalados como hijos suyos son: Momo/Querella (Sarcasmo), Oizys (miseria),  Geras/ Senetus (vejez), Hybris (petulancia, violencia), Apate/ Fraus (Fraude), Anaideia (provocación), Adikia/ Adicia (injusticia) y Pertinacia/ Obstinancis (obstinación); hijos suyos pero de naturaleza más amable se incluyen: Filotes/Amicitia/Gratia (amistad), Sofrosina/ Sobrietas (Continencia, templanza), Epifrón (prudencia) y Eleos (misericordia), todos espíritus encerrados por los dioses en la Caja de Pandora y liberados por la joven, para cubrir de males el mundo y explicar el porque los dones y las virtudes han abandonado a la humanidad.

Los daimones (poder) incluye a seres como: Átê (locura ciega), la Discordia (Eris), los miedos (Deimos y Fobos), el Tumulto (Kydoïmós) y hasta el mismo Ares (el Destructor). Se les llama dioses, pero carecen de personalidad e individualidad, ya que no constituyen sino un poder de cierto tipo. Son personificaciones y/o alegorías. En Grecia se acabará produciendo una progresiva evolución del concepto del dáimôn primitivo, dándole rasgos primitivos e irracionales que llevan a identificar al daimon con el genio que cada persona parece poseer dentro.

Los Griegos helenísticos dividieron a estos daimones (demonios) en las categorías buenas y malas: agatodemones y cacodemones, respectivamente. Agatodemones se parecen a la idea judaica del ángel de la guarda; o con el genio romano quien acompaña a una persona y la protege. Los cacodemones, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás, si los primeros son las alegorías de las virtudes, los segundos son las alegorías de los pecados.

Momos/Momus/Momo/Querella

Momo era el dios (daimon) de la burla, el reproche, el ridículo, el desdén, la queja, la censura y la crítica picante. Él fue expulsado de los cielos por ridiculizar los dioses. A Hefesto le criticó que no dejó en los hombres una puerta en su pecho para poder ver sus verdaderos sentimientos, y a Afrodita que era parlanchina. Su opuesto era Eufeme/Aglaya (la carite de la Alabanza). Se hace a Momo hijo de Nix (sola), de Nix y Erebo, e incluso se le hace hijo de Nix y Hipnos (el sueño). Hoy Momo vive como el espíritu del carnaval moderno.

Oizys

Oizys era el espíritu (daimona) de la miseria y las penas, el dolor y el sufrimiento, aunque similares a las Algeas (espíritus femeninos del pesar y dolor físico o emocional), las Oizys eran demonios de la angustia y la tristeza.

Apate/Fraus

Apate era el espíritu (daimona) del engaño, astucia, fraude y decepción. Su colega masculino era Dolos el daimon de engaño y supercherías. Ella también era una compañera de los Pseudologos (las Mentiras). Su opuesto era Alethia el espíritu de verdad.

Geras/Senectus

Geras era el espíritu (daimón) de la vejez, uno de los espíritus malévolos hijos de Nix. Es representado como un hombre viejo, diminuto y arrugado. El número opuesto era la diosa de juventud, Hebe (hija de Zeus y Hera).

Hybris / Hybreos / Petulantia

Hybris era la diosa o espíritu (daimona) de la insolencia, la violencia, la perversidad, el orgullo temerario, la arrogancia, desmesura y el ultraje en general. Los romanos la personificación como Petulantia.

Esopo, Cuenta en sus fábulas (siglo IV a.C.):

Los dioses se casaron. Uno después de otro, ellos todos se juntaron en parejas, hasta que finalmente fue tiempo para Polemos (un dios/daimon menor de la guerras civiles), el último de los solteros, para encontrar su compañera. Hybris (violencia) se volvió su esposa, para entonces ella era la única mujer sin un marido. Se dice que Polemos amó Hybris con tal abandono que él todavía la sigue por todas partes que ella va. Así nunca le permita a Hybris venir a las naciones o ciudades de humanidad, ya que mientras ella sonríe tiernamente a las muchedumbres, Polemos (la guerra civil) estará viniendo justo detrás de ella.

Anaideia

Anaideia es el nombre dado a la daimona o espíritu de la desvergüenza y la provocación. Hija probablemente de Nyx o Eris, compañera de Hybris (la violencia). La Anaideia constituye uno de los tres rasgos básicos de la figura de los filósofos cínicos, junto con la adiaphoría o distintividad y la parresía o franqueza y libertad en el hablar. Es la Anaideia la que lleva a la comparación de estos filósofos con los perros de donde deriva la palabra cínico; ya que como estos nobles animales que viven con los humanos pero mantienen sus costumbres naturales, los filósofos cínicos se comportan sin pudor, con irreverencia y desparpajo, siguiendo la satisfacción de sus necesidades tanto físicas como espirituales.

Adikia/Adicia

Adikia es el espiritu (daimona) de la injusticia, su nombre significa opuesto a Dike (Diosa de la justicia), se le hace hija de Eris o de Nix. Es representada como una fea figura, siendo estrangulada por Dike, la diosa de la justicia. Esta imagen hace referencia a al gobierno de Cípelos, un rey de Corinto, hijo de Eetión y de una noble corintia de la familia dórica de los Bacchiadae llamada Labda. La madre de Cipselo no era muy agraciada, por lo que no pudo casarse con ningún miembro de la aristocracia. Su matrimonio con Eetión fue tranquilo hasta que un oráculo les dijo que tendrían un hijo que gobernaría Corinto con justicia. La familia reinante de los Bacchiadae planeó asesinar al niño por su propia seguridad, pero los intentos resultaron infructuosos. Cuando Cipselo llegó a adulto llegó a ser  el Polemarca, (encargado del ejército). La guerra que Corinto mantenía con Corcira y Argos estaba haciendo muy impopular el gobierno de los Bacchiadae, circunstancia que aprovechó para erigirse en adalid de la causa de los plebeyos e iniciar una rebelión en la que se expulsó a los Bacchiadae y tras la que se proclamó tirano de la ciudad. Al principio de su reinado cometió algunos crímenes para contrarrestar la oposición que le seguían haciendo los anteriores gobernantes, pero después fue un rey muy querido por su pueblo, sintiéndose tan seguro en su ciudad que rehusó llevar guardia personal (de hecho, falleció de muerte natural). Su reinado se prolongó durante treinta años, y fue sucedido por su hijo Periandro.

Pertinacia/Obstinancis

Pertinacia es la daimona de la obstinación, la terquedad, la tozudez, la testarudez. La negligencia, la rendición y la resignación. La obstinación es la voluntad que se afirma sin poder justificarse; es la persistencia sin motivo plausible, es la tenacidad del amor propio que se constituye en tenacidad de la razón o de la conciencia. La obstinación engendra todo mal, ya que la pobreza espiritual produce la obstinación al no creer fácilmente en lo que está más allá de lo que alcanzamos a ver, cerrándonos a otras posibilidades.

Filotes/Filia/Amicitia/ Gratia

Filotes era el espíritu (daimona) de la amistad y afecto. Su opuesto eran los Neikeas (las peleas). Alternativamente Filotes era la daimona de la comunicación sexual. Hoy Filia es un cultismo del griego que se usa para la composición de numerosos vocablos en español, especialmente como sufijo. Estos neologismos hacen referencia a fenómenos psicológicos en los que predomina la afectividad, pudiendo ir desde lo patológico a lo normal. Ejemplos: Homofilia: atracción sexual por una persona del mismo sexo; Ninfofilia: atracción sexual de un adulto por una adolescente, Zoofilia: atracción (sexual) por los animales, etc.

Sofrosina/ Sobrietas

Sofrosina en la mitología griega era la diosa o espíritu (daimona) de la moderación, el autodominio, la templanza, el refrenamiento, y la discreción.

Ella fue uno de los espíritus buenos que escaparon la caja de Pandora cuando la mujer alzó la tapa y huyó al Olimpo, abandonando la humanidad. Teognis, poeta griego (siglo VI a.C) cita:

Elpis (esperanza, Spes para los romanos) es la única diosa buena que permanece entre la humanidad; los otros que salieron y se fueron al Olimpo. Pistis (la Confianza), un dios poderoso ha ido, Sofrosina (la templanza) ha abandonado a los hombres, y junto con las Carites, mi amigo, han abandonado la tierra. Los juramentos judiciales de hombres son ningún más largo ser confiado, nadie venera los dioses inmortales; la raza de hombres píos ha perecido y los hombres ya no reconocen las reglas de conducta o actos de piedad.

Lucio Apuleyo, escritor romano de siglo II d.C nos cuenta en su obra «El Asno Dorado» como Afrodita furiosa con su hijo Eros por el problema con Psique exclama:

¡Honesta cosa es, y que cumple mucho a nuestra honra y a tu buena fama lo que has hecho! ¿Te parece buena cosa menospreciar y tener en poco los mandamientos de tu madre, que más es tu señora, dándome pena con esos sucios amores con mi enemiga, la cual en esta tu edad pequeña juntaste contigo con tus atrevidos y temerarios pensamientos? ¿Piensas tú que tengo yo que sufrir por tu amor a nuera que es mi enemiga? Pero tú, mentiroso y corrompedor de buenas costumbres, ¿presumes que tú sólo eres engendrador de amores, y que yo, por ser ya mujer de edad, no podré parir otro Cupido? Pues quiero ahora que sepas que yo podré engendrar otro mucho mejor que tú, y aunque, para que más sientas la injuria, adoptaré por hijo a alguno de mis esclavos y servidores; y le daré yo alas y las llamas del amor con el arco y las saetas, y todo lo otro que te di a ti, no para estas cosas en que tú andas, que aun bien sabes tú que de los bienes de tu padre ninguna cosa te he dado para ese negocio; pero tú, como desde muchacho fuiste mal criado y tienes las manos agudas, muchas veces, sin reverencia ninguna, tocaste a tus mayores, y aun a mí, que soy tu madre. A mí misma digo que, como parricida, cada día me descubres y muchas veces me has herido, y ahora me menosprecias como si fuese viuda, que aun no temes a tu padrastro, el dios Marte, muy fuerte y tan grande guerrero. ¿Qué no puedo yo decir en esto que tú muchas veces, por darme penas, acostumbraste a darle mujeres? Pero yo haré que te arrepientas de este juego, y que tú sientas bien estas agrias y amargas bodas que hiciste, como quiera que esto que digo es por demás, porque te burlabas de mí. Pues ¿qué haré ahora, o en qué manera castigaré a este bellaco? No sé si pida favor de mi enemiga Sobrietas (la Templanza), la cual yo ofendí muchas veces con la lujuria y el vicio de éste; como quiera que sea, yo pienso ir a hablar con esta dueña, aunque sea rústica y severa; pena recibo en ello, pero no es de desechar el placer de tanta venganza, y por esto yo le quiero hablar, que no hay otra ninguna mejor que castigue a este mentiroso y le quite las saetas y el arco y le desnude de todos sus fuegos de amores; y no solamente hará esto, sino que a su persona misma atará con fuertes remedios. Entonces pensaré yo que mi injuria está satisfecha cuando le raspe de la cabeza aquellos cabellos de color de oro, que muchas veces le atavié con estas mis manos, y cuando le trasquile aquellas alas que yo en mi falda le unté con ambarina y almizcle muchas veces.

Epifron

Epifron era el daimon (daimon) de la prudencia, la agudeza, la atención, el esmero y la sagacidad.

Eleos

Eleos (o Eleus) era el espíritu (daimona) de misericordia, piedad y compasión. Su número opuesto era Anaideia (la Crueldad).

Hijos de la Noche (6) Estigia y el inframundo.

Estigia era la diosa del río que circunda el inframundo, es considerada como la primera hija del titán Océano (el río que circunda al mundo) y Tetis (la diosa de las aguas); aunque en algunas versiones se la hace hija de Nix y Érebo, justificando así su vinculación con el inframundo y el ser asimilada como el espíritu femenino (daimona) del odio.

Cuando Zeus convocó todos los dioses inmortales al alto Olimpo, dijo que cualquier dios que luchara a su lado en contra de los titanes no perdería sus privilegios y podrían mantener la posición que habían tenido antes entre los inmortales, Zeus también dijo que dioses que bajo Cronos no habían tenido posición, ni privilegio, él los levantaría según la justicia. Y la imperecedera Estigia fue la primera en venir al Olimpo trayendo a sus niños, como su propio padre [Océano] le había aconsejado. Zeus le dio posición, y grandes regalos, porque él estableció que todo juramento de los inmortales debían hacerse en su nombre, y que todos sus hijos vivirían en su casa.

El río Estigia es descrito como formado por aguas negras y ponzoñosas, y formaba la frontera entre los mundos superior e inferior. Para agradecer a la diosa río Estigia por haber consentido la participación de sus cuatro hijos en la Titanomaquia y la Gigantomaquia, Zeus la colocó en una de las esquinas más remotas del Hades, para que se beneficiara de un descanso bien merecido (dando origen a la laguna que tiene su nombre).

Los juramentos prestados a nombre del Estigia tenían que ser cumplidos (todos los demás podían romperse). Si alguno de los dioses derramaba una libación de su agua y abjuraba de ella, entonces yacía sin respiración durante un año, sin probar ambrosía, ni néctar, permaneciendo sin espíritu, ni voz. Tras este año de enfermedad, era excluido durante nueve años de las reuniones y banquetes de los dioses, a los que no podía volver hasta el décimo año. Por ejemplo, el propio Zeus juró por el agua del Estigia darle a Sémele lo que ella le pidiese y así fue obligado a mostrarse en todo su esplendor, provocando con los rayos que desprendía la irremediable muerte de la joven. También Helios juró a Faetón lo que quisiera, y éste pidió conducir su carro, lo que a la postre terminaría con la vida del joven.

Según algunas versiones las aguas de Estigia eran milagrosas y servían para hacerse inmortal. Aquiles habría sido bañado cuando niño adquiriendo la invulnerabilidad, a excepción del talón, por donde su madre lo sujetó al sumergirlo, que se convirtió así en su único punto vulnerable. Estigia era principalmente una característica del más allá en la mitología griega, pero ha sido descrita como una característica presente también en el infierno del Cristianismo, notablemente en »La divina comedia».

En los tiempos modernos es común creer que el barquero Caronte transportaba las almas de los muertos recientes a través del río Estigia hasta el inframundo, aunque en las fuentes griegas y romanas originales, así como en la obra de Dante, era el río Aqueronte donde navegaba Caronte. Dante situó a Flegias como el barquero de Estigia, y éste río era quinto círculo del Infierno, donde los coléricos y hoscos reciben el castigo al ser perpetuamente ahogados en las fangosas aguas.

Flegias era un hijo de Ares, cuya hija fue Coronis, amada de Apolo y madre de Asclepio, muerta por Apolo al descubrir que la chica amaba a joven Isquis/Alcioneo; Flegias se encolerizó por la muerte de su hija y prendió fuego al templo de Apolo, en Delfos, por lo que Apolo le mató. Según Virgilio, Flegias pena en los infiernos por su impiedad contra un dios. El Estigia era guardado por Flegias, quien porteaba las almas de un lado a otro del río. En otras versiones, Flegias guardaba el Flegetonte.

El Inframundo

Según Homero, en la Odisea, el Inframundo se encuentra más allá del horizonte occidental, situado en una región privada de sol, más allá del gran río Océano que rodea a la Tierra y las puertas del Sol (poniente), en una costa donde se elevan grandes cantidades de álamos negros. Así le indica Circe a Odiseo (Ulises) como encontrar una de las entradas.

Cuando los griegos descubrieron nuevas partes del mundo, otra tradición localizó los Infiernos en el centro de la Tierra y se conectaban con el mundo de los vivos por cavernas insondables y ríos subterráneos, Los fantasmas eran llevados por Hermes Psicopompo (el que guía a los muertos) a través de los hoyos en la Tierra hasta su destino final de descanso en el Hades. Dentro de la mitología griega existían diversas localizaciones donde se consideraba que se encontraba un acceso al inframundo, al cual llamaban genéricamente Hades, Erebo o Tartaro (ya que existían diversos niveles dentro del mismo).

De la tierra de los muertos del mundo antiguo no ha habido demasiada gente que la visitó y vivió para contarlo y de los que no, bueno … digamos que Orfeo fue un músico, no un cartógrafo; héroes como Eneas y Ulises estaban más interesados en encontrar y hablar con fantasmas que en describir el inframundo, Hércules tenia que cargar con un perro y que no lo mordiera por el camino, para estar mirando …,  así que pocas referencias literarias nos dan una idea de lo que los antiguos griegos y romanos creían que encontraría allí después de que se cruzara la barca de Caronte.

Entradas al Inframundo

La mayoría de las entradas a este reino infernal que se encontraban en Grecia estaban cerca de un río o el mar. Otros sitúan la entrada a los infiernos en países lejanos: en Tracia, en la tierra de Escitia (estepas rusas), en los dominio de los hiperboreanos (en extremo norte del mundo, hoy océano Ártico,  algunos suponen que Groenlandia e Islandia son los restos de esta tierra), en la isla de las Hesperides (hoy asociadas a las islas canarias, ubicadas en el occidente, donde se pone el sol); en la isla de Leuca (o Isla Blanca, una isla mítica dentro del mar Negro), o en Cimeria (la tierra de Conan, ubicada según Homero en el noroeste del mundo, más allá del río océano). Otra era el Tanaerum, extremo sur en Laconia, Peloponeso, al sur de la Grecia continental, por donde se supone que Heracles descendió al inframundo en el último de sus doce trabajos (ir en busca de Cerbero, el perro de tres cabezas que guardaba la entrada del Hades), otras versiones dicen que Heracles entró a través de la Cueva Aquerusia, una gruta a orillas del rio Aqueronte (en este caso es un río que está situado en el Epiro, región noroccidental de Grecia) y que se asumía era una bifurcación de río infernal. No está claro si Heracles  regresó a este mundo a través de la salida en Trecén o a través de que a Hermione (la ciudad frente a la isla de Hidra en Argólida oriental), o si lo hizo a través de la salida en el Monte Laphystius en Beocia. Otra estaba situada en la Cueva de Drach, en Mallorca, isla de España en el mar Mediterráneo. En Italia una de estas entradas estaba en el monte Etna, donde también se consideraba que se encontraba la fragua del dios herrero Hefesto. Para los romanos la entrada más famosa, por donde entró Eneas, estaba situada un cráter cercano a la ciudad de Cumas, cráter conocido como Averno, Averno deriva del griego, aornos que significa sin pájaros; y se trata de un lago de agua dulce al sur de Italia, en Campania, cerca de Nápoles. Este nombre viene dado por las emanaciones desde del interior del volcán de diversos vapores nocivos sulfurosos y fétidos. Al parecer estos gases hicieron que la vida en el interior del lago y en sus proximidades fuera casi imposible ya que todas las especies de pájaros perecían si se asentaban en el mismo. El lago tiene unos tres kilómetros de circunferencia y ocupa el cráter de un volcán extinto. Virgilio, poeta romano muy afamado lo consideró por su aspecto tenebroso como la boca del infierno y su visión subjetiva inspiró una de las tradiciones más asentadas en la tradición romana, ya que de hecho el inframundo recibió el nombre de Averno partir del que se le daba al propio cráter.

Viaje de Odiseo/Ulises

Viaje de Eneas

Si revisamos la Odisea de Homero (siglo VIII a.C) tenemos las palabras de Circe al héroe y su descripción del sitio señalado por la diosa/bruja:

¡Odiseo, fecundo en ardides! No te dé cuidado el deseo de tener quien te guíe el negro bajel: iza el mástil, descoge las blancas velas y quédate sentado, que el soplo del Bóreas conducirá la nave. Y cuando hayas atravesado el Océano y llegues adonde hay una playa estrecha y bosques consagrados a Perséfone y elevados álamos y estériles sauces, detén la nave en el Océano, de profundos remolinos, y encamínate a la tenebrosa morada de Hades. Allí el Piriflegetón y el Cocito, que es un arroyo del agua de la Estigia, llevan sus aguas al Aqueronte; y hay una roca en el lugar donde confluyen aquellos sonoros ríos. (….)

Entonces arribamos a los confines del Océano, de profunda corriente. Allí están el pueblo y la ciudad de los Cimerios entre nieblas y nubes, sin que jamás el sol resplandeciente los ilumine con sus rayos, ni cuando sube al cielo estrellado, ni cuando vuelve del cielo a la tierra, pues una noche perniciosa se extiende sobre los míseros mortales. A este paraje fue nuestro bajel que sacamos a la playa; y nosotros, asiendo las ovejas, anduvimos a lo largo de la corriente del Océano hasta llegar al sitio indicado por Circe.

Cimeria (también Cymeria) es un país descrito por Homero como la región de la noche eterna situada en los confines del Océano y que es la antesala del Hades, si hablamos de los confines del océano, nos referimos a más allá de las columnas de Hércules (Gibraltar), pero dado que es Boreas sopla desde el norte al sur, cabe la posibilidad que desde la isla de Circe las naves de Ulises empiecen a descender hasta alcanzar la costa de este de Italia. Los pueblos de cimeria eran, según los antiguos griegos, unos pueblos que venían desde más allá del mar Caspio, se establecieron en la tierras al norte del mar negro, llegando a Tracia (hoy Bulgaria), alcanzando Alemania y el norte de Italia. Así que cabe la posibilidad de que Cymeria sea una transcripción de Kymairia, el país de Kymai, (Cumas al norte de Nápoles). El hecho que que Odiseo visite Cymeria al salir de la mansión de Circe (la isla de Eea, cerca de la costa noroeste de Italia) y antes de vencer a las sirenas (costa de Napoles) y superar Escila y Caribdis (Estrecho de Messina) pone a Cumas en medio del camino, es más, recordemos que junto a Cumas se encuentra el lago Averno, donde Virgilio situaría en la Eneida la  entrada al inframundo que uso Eneas; hablamos, por tanto, de la misma entrada.

La llegada de las almas al inframundo

Cuando un muerto es sepultado, Hermes llevaba su sombra (alma) a las profundidades de la tierra, entrando por cavernas hasta los umbrales del Erebo (reino de las tinieblas), un mundo rodeado por ríos de aguas lentas y estancadas. En la penumbra de las profundidades, los espíritus llegan a un ancho río de aguas turbulentas, el Aqueronte, entonces la sombra alquila un puesto en la barca de Caronte que le permite cruzar hasta la otra orilla del Estigia que separa el mundo de los vivos y de los muertos. A aquellos muertos insepultos (sin la moneda para cruzar), quedaban en la orilla y caminaban por la gran ciénaga (del tamaño del Mediterráneo) hasta alcanzar la orilla del Cocito, donde lloraban su suerte, atrapados cuales fantasmas entre ambos mundos.

Las puertas del Hades y Can Cerbero

Los espíritus guiados por Caronte llegaban entonces al otro lado del caudal, hasta las puertas de las murallas del reino de Hades, vigiladas por el horrible y gigantesco Cerbero. Pese a su aspecto esta bestia no hacía ningún daño a las sombras de los muertos; pero asesinaba a cualquier ser vivo que se acercara al reino de los muertos. Según la mitología, Cerbero era hijo de Tifón y Equidna, y era el guardián de los infiernos. El can sólo cuatro veces fue vencido. Una por Orfeo, que consiguió entrenerlo con la música de su lira, otra en combate por Hércules, que en lucha abierta consiguió encadenarle y se lo llevo a la superficie, y fue el único periodo en que Cerbero ha abandonado la entrada del reino de Hades. Psique para superar la cuarta prueba de Afrodita debe ir al Hades a buscar un cofre. Para ello lleva un sopa con la que distrae al can. Eneas fue el último que venció al can de los infiernos, lo durmió gracias a una comida especial preparada por la Sibila.

Tras cruzar las Puertas del Hades estas quedaban completamente cerradas y nadie podía volver. Tras la puertas tienen su morada los hijos de Nix (la noche) y los hijos de estos: Moros (el destino) y las oscuras Keres (muertes trágicas), a Tanatos (dios de la muerte), y al desnudo Hipnos (dios de sueño) y su tribu de Oniros (los Sueños), a Momos (la crítica) y las dolorosas Oizís (dolores), se incluyen los malos placeres como Apate (el engaño) y Filotes (la lujuria), también Geras (la vejez) y la terrible Eris (la Discordia). Y junto a las puertas habitan también otras bestias: Centauros, Gorgonas, hidras, Quimeras, Arpías y muchas más. Virgilio describiendo el viaje de Eneas, pone la morada de todos estos seres frente a las rejas del infierno; antes de cruzar la Estigia, donde puede verse un gran Olmo y los falsos sueños cuelgan debajo de cada hoja. Existían además otras dos puertas para que entraran y salieran los sueños, una hecha de cuerno para los sueños verídicos, otro hecha de marfil para los sueños falsos; lo que no cuadra del reino de los sueños fuera de las murallas del Hades (según Virgilio con su olmo) es que Eneas regresa a través de la puerta de marfil, al parecer ubicada en tierras Elíseas (no se devolvió todo el camino de regreso).

La planicie del Juicio y el palacio de Hades

Los espíritus cruzan el Erebo, por el Valle de los lamentos, escoltados por Cerbero en su camino a la Planicie del Juicio, donde los tres jueces, elegidos por su gran sabiduría y por la vida ejemplar que habían llevado hacen el juicio de las sombras. Éaco juzgaba a los europeos y Radamantis a los asiáticos (que incluía para ese entonces a los africanos) en primera instancia, ante la duda intervenía Minos. Dicho proceso era observado por Hades, Perséfone, Hécate y las Erinias.


En esta región del Erebo se ubica también la morada de Caronte y el palacio de Hades y Perséfone, nunca fue descrito de verdad, excepto para decir que está formado de innumerables puertas y estancias, provisto de colosales columnas, oscuro y tenebroso, repleto de espectros, situado en medio de campos sombríos y de un paisaje aterrador. Un tétrico pasadizo conduce a una enorme y austera habitación, en medio de la cual estaban en su trono de piedra Hades y Perséfone. En su entorno se extienden vastos espacios fríos, y los campos de Asfódelos (cubiertos de flores extrañas, pálidas y fantasmagóricas). No se sabe mucho sobre este lugar, los poetas prefieren no centrarse en él.

Frente al palacio, mirando campos de Asfódelos se encontraban dos estanques, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia, ubicado bajo la sombra de un álamo blanco, que era la oceánida Leuce amada por Hades y trasformada en árbol por Perséfone (de sus ramas Heracles hizo la corona con que ciñó su cabeza al volver del más allá); el segundo eran las aguas de Leteo, este debajo un ciprés blanco (que era el árbol del dios Hades y significa duelo, así como el álamo es el árbol de Perséfone y significa lamentación); y era concurrido por aquellos que necesitaban olvidar.

Praderas de los Asfódelos

Si son juzgados como no bondadosos, ni como malvados, las almas son enviadas de nuevo por el ramal principal del Estigia, (tras hacerlos beber de las aguas del Leteo) y llevados hasta las Praderas de los Asfódelos, un lugar gris, chato y nebuloso con árboles de ramas inclinadas hacia el suelo, un lugar plagado de murciélagos, era el lugar más frecuentado, donde la noche y el día no eran más que un eterno crepúsculo. Los condenados se pasaban la eternidad dando vueltas sin objeto. A esta región del Erebo iban todas las almas de la gente común y corriente, convertidos en meras sombras que anhelaban únicamente ser recordadas en vida y que se les hiciesen sacrificios de sangre, para volver a sentirse vivos, aunque sea por poco tiempo, así el único pasatiempo de estas almas era chupar la sangre de los hombres (vampiros), que les permitían volver a la conciencia y responder las preguntas de los vivos (espiritismo antiguo).

Los campos Elíseos

Los bondadosos son enviados a los Campos Elíseos a través del Aqueronte, sitio separado del resto del inframundo por el Río Leteo, este era un tranquilo y apacible lugar donde los espíritus viven en felicidad. Los Campos Elíseos estaban regentados por Cronos. Habitaban allí las almas virtuosas, jugando, bailando y escuchando música todo el día. Las fiestas no cesaban. Los que tenían está suerte podían gozar del privilegio de poder volver a la tierra, si querían, pero pocos aceptaban esta oferta después de haber llegados al paraíso; Para poder reencarnar estas almas debían beber del Leteo, de forma que no recordasen sus vidas pasadas; y aquellos que por tres veces seguidas (reencarnaciones) merecían el Elíseo tenían derecho a vivir en la isla de los Bienaventurados, donde también habitan las Hesperides y sus manzanas doradas. Según Virgilio, las almas buenas, después de mil años, se les borra la memoria y se les manda nuevamente a la tierra en otros cuerpos.

El Tartaro

Los malvados eran enviados a la región del Tártaro a través del río Flegeton, tierra situada en las profundidades extremas, donde reina una noche eterna. En la entrada había una enorme puerta de bronce cerrada por dentro, que sólo se abría para recibir a los muertos que iban llegando. El Tártaro era un lugar de penas y condenación eterna reservado a los malvados o aquellos que habían desafiado a los dioses, es la prisión de los titanes y también humanos malévolos como Tantalo, todos aquellos desafortunados que hubiesen sido castigados por los dioses (o se hayan metido en asuntos que no les debían importar). Estaba rodeado de altas murallas donde los gritos de angustia resonaban sin cesar. Virgilio situaba en esta parte del mundo subterráneo a las Furias (o Erinias) dónde se castigan a los culpables.

Habiendo logrado la victoria en la Titanomaquia, tras diez años de guerra, tras la derrota de Cronos, los tres hijos victoriosos de este y Rea, los Olímpicos (Zeus, Poseidón y Hades) dividieron el botín entre ellos, procedieron a repartirse el reino de su padre. De este modo Zeus acabó quedándose con el cielo, Poseidón con los mares y, por último, Hades con el inframundo, donde no sólo estaba el reino de los muertos, sino también todo cuanto se encontraba bajo la superficie de la tierra, de ahí que se le asociara con las riquezas de esta, como las cosechas y los minerales. Ello explica porque los romanos lo conocieron con los nombres de Plutón o Dis, que significan «rico».

Procedieron entonces a encerrar a los derrotados Titanes en el Tártaro. Sin embargo, dado que durante la guerra las Titánides (es decir, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis junto a su esposo Océano) habían permanecido neutrales, no fueron castigadas por Zeus. Los Hecatónquiros quedaron montando guardia a las puertas del Tartaro.

Los ríos del inframundo

El reino de Hades esta rodeado por cuatro ríos subterráneos, el Estigia (río del odio), el Aqueronte (río de la aflicción), el Leteo (río del olvido) y el Flegetonte (río del fuego), donde todos concurren a una gran laguna o ciénaga central conocida como Aquerusian o como la parte ancha de la Estigia (depende según autores cual río es el más importante). A estos cuatro grandes ríos algunos autores le agregan el Cocito (río del llanto), una vertiente de Estigia o del Aqueronte y el Eridanos (un río mítico de Hiperboria, que algunos luego identificaron con el Danubio y que Virgilio también ubicó en el infierno).

Aqueron/Aqueronte

El Aqueronte (río de la aflicción o tristeza), río que por dar de beber a los Titanes durante su guerra contra los Olímpicos, fue condenado por Zeus a ser uno de los ríos del reino subterráneo y que atraviesa desde los campos Elíseos hasta llegar al Erebo y soltar sus aguas en la ciénaga.

En Grecia el río Aqueronte o Aquerón está situado en el Epiro, región noroccidental de Grecia y se creía que era una bifurcación del río del inframundo. Caronte porteaba las almas de los recién fallecidos hasta el Hades. Se cuenta que en sus aguas todo se hundía salvo la barca de Caronte, que accedía a pasar las almas de los difuntos a cambio del óbolo o moneda que se ponía a los muertos en la boca para pagarle. Los griegos asentados en Italia identificaban el lago al que desembocaba el Aqueronte con el lago Averno.

Platón lo identificaba como el segundo mayor río del inframundo, sobrepasado sólo por el Océano, afirmando que el Aqueronte corría en la dirección opuesta a la del río Océano, por debajo de la tierra bajo lugares desérticos. Como todos los ríos es hijo de Océano y Tetis, y fue padre de Ascálafo con Orfne (Nix) o Gorgira (Estigia), dos ninfas del inframundo.

En el Infierno de La divina comedia de Dante, el río Aquerón constituye el borde del infierno, bordeando el primer circulo infernal de los no bautizados.

Flegetonte/Piriflegetonte

El Flegetonte (flamígero) o Piriflegetonte (llameando de fuego) es un río de fuego que corre por el Hades. Es un afluente del Aqueronte y se le considera hijo del Cocito. Por él corría fuego que ardía pero que no consumía combustible alguno. Las almas condenadas al pozo del Tartaro eran enviadas por el Flegetonte, el cual circundaba todo el Tartaro, creando un anillo de fuego alrededor y siendo la primera barrera, seguida de tres altas murallas que aislaban al Tartaro de otras regiones infernales.

En La divina comedia (canto XIV) el Flegetonte estaba compuesto de sangre hirviendo y formaba parte del séptimo círculo del Infierno, conteniendo las sombras de los tiranos, los asesinos, los ladrones y los culpables de pecados relacionados con la violencia hacia los semejantes. El minotauro y los centauros cuidaban este circulo.

Cocito

El Cocito (río de las lamentaciones) es un río del Hades por cuyas orillas vagaban los que no podían pagar a Caronte, según la mayoría de las fuentes durante 100 años. Era un afluente del Aqueronte (o del Estigia, según otras versiones) y era alimentado por las lágrimas de los ladrones, los pecadores y de todos aquellos de mala conducta. Presumiblemente su padre era, como con los demás ríos, Océano. Virgilio lo convirtió en uno de los principales río del Hades. Siendo el Cocito el río que delimitaba la frontera entre el reino de los vivos y los muertos, en continuidad con el famoso Aqueronte, del que era un afluente.

En la imaginaria visión del Infierno dada por Dante, el Cocito es un inmenso lago congelado, situado en el noveno círculo del Infierno, aquí se castiga a los traidores, sepultados por el hielo y continuamente afectados por las frías ráfagas de viento producidas por las inmensas alas de Lucifer. Las almas sufren continuamente torturadas por los vientos helados, con las extremidades y los rostros congelados por el extremo frió.

Dante subdivide al Cocito en cuatro zonas o esferas concéntricas: La Caina, donde son castigados aquellos que traicionaron a sus familiares, enterrados en el hielo hasta el cuello; debe su nombre al personaje bíblico Caín. La Antenora, donde son castigados los que traicionaron a su patria, enterrados hasta la cintura, con la parte superior del cuerpo expuesta a los vientos fríos infernales; debe su nombre al personaje Antenor de la Ilíada. La Tolomea, donde son castigados los que traicionaron a sus huéspedes, están recostados con la parte posterior del cuerpo sumergida en el hielo; debe su nombre al personaje Ptolomeo, gobernador de Jericó, quien asesinaba a sus invitados y La Judeca, donde son castigados los que traicionaron a sus amos y benefactores, completamente inmersos en el hielo; debe su nombre al personaje de los Evangelios Judas Iscariote. En el centro de la última de las cuatro zonas concéntricas se encuentra Lucifer, inmerso en una pequeña capa de hielo hasta la cintura, que con su tremenda boca mastica continuamente a los tres mayores traidores de la historia: Casios y Bruto, traidores del César y Judas, el traidor de Jesús.

Lete/Leteo

El Lete o Leteo (Olvido) es uno de los ríos del Hades, quienes beben de sus aguas olvidan todo. Los griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas. Lete era una náyade, hija de Eris (Discordia); su opuesto era otro río, el Mnemósine (Titanida, diosa de la memoria y madre de las musas con Zeus) cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo.


Platón cuenta que los muertos llegan a la «llanura de Lete», que es cruzada por el río Ameles (‘descuidado’). En La divina comedia, la corriente del Leteo fluye al centro de la tierra desde su superficie, pero su nacimiento está situado en el Paraíso Terrenal localizado en la cima de la montaña del Purgatorio.

Eridano

El Eridano hoy es una de las constelaciones más grandes del cielo, tiene pocas estrellas brillantes y una forma retorcida; comienza a los pies de Orión, cerca de Rigel, y serpentea hasta terminar muy en el sur con su estrella alfa (Achernar), la novena estrella más brillante de los cielos. Para los egipcios simbolizaba al Nilo, y para los babilonios al Éufrates. Para los griegos el rio Eridano marca el camino que siguió el carro solar en el cielo cuando Faetón consiguió que su padre Helios le dejase conducir el carro del Sol y que no pudo controlar a los fogosos caballos de Helios y estos se salieron de su camino y recorrieron el cielo a su antojo, llegando muy cerca de la Tierra, provocando que se quemaran las cosechas, creando desiertos (Sahara) e incluso se quemaron algunos hombres (que a partir de entonces fueron negros = Etíopes) y Zeus tuvo que intervenir matando con un rayo a Faetón que cayó del carro del Sol hasta el río Eridano. Helios perdió su carro por no prever las consecuencias y Apolo tomo su lugar en los cielos. Los griegos asimilaban a este río con el Danubio y los romanos con el Po. Virgilio asocio que este río de la mítica Hiperboria (y lo ubico en los campos Elíseos) como otro más cuyas aguas eran afluente de la laguna Estigia, ya que según el mito sus aguas jamas dejaron de hervir.

Platón, en Fedón (siglo IV a.C) narra respecto a los ríos del inframundo:

He aquí lo que es esta tierra con todo lo que la rodea. En torno suyo, en sus cavidades, hay muchos lugares; unos más profundos y más abiertos que el país que nosotros habitamos; otros más profundos y menos abiertos; y los hay que tienen menos profundidad y más extensión. Todos estos lugares están taladrados por bajo en muchos puntos, y comunican entre sí por conductos, al través de los cuales corren como fuentes una cantidad inmensa de agua, ríos subterráneos inagotables, manantiales de aguas frías y calientes, ríos de fuego y otros de cieno, unos más líquidos, otros más cenagosos, como los torrentes de cieno y de fuego que en Sicilia preceden a la lava. Estos sitios se llenan de una u otra materia, según la dirección que toman las corrientes, a medida que se derraman. Todos estos surtidores se mueven bajando y subiendo como un balancín suspendido en el interior de la tierra. he aquí cómo se verifica este movimiento.

Entre las aberturas de la tierra hay una que es la más grande, que la atraviesa por entero. Homero habla de ella cuando dice: muy lejos, en el abismo más profundo que existe en las entrañas de la tierra. Homero y la mayor parte de los poetas llaman a este lugar el Tártaro. Allí es donde todos los ríos reúnen sus aguas, y de allí es de donde en seguida salen. Cada uno de ellos participa de la naturaleza del terreno sobre que corre. Si estos ríos vuelven a correr en sentido contrario es porque el líquido no encuentra allí fondo, se agita suspendido en el vacío y hierve de arriba abajo. El aire y el viento, que los rodean, hacen lo mismo; los siguen cuando suben y cuando bajan, y a la manera que se ve entrar y salir el aire incesantemente en los animales cuando respiran, en la misma forma el aire que se mezcla con estas aguas entra y sale con ellas, y produce vientos terribles y furiosos. Cuando estas aguas caen con violencia en el abismo inferior, de que os he hablado, forman corrientes, que se arrojan, al través de la tierra, en los lechos de los ríos que encuentran y que llenan como con una bomba. Cuando estas aguas salen de aquí y vienen a los sitios que nosotros habitamos, los llenan de la misma manera; y derramándose por todas partes sobre la superficie de la tierra, alimentan nuestros mares, nuestros ríos, nuestros estanques y nuestras fuentes. En seguida desaparecen, y sumiéndose en la tierra, los unos con grandes rodeos y los otros no con tantos, desaguan en el Tártaro, donde entran más bajos que habían salido, unos más, otros menos, pero todos algo. Unos salen y entran de nuevo en el Tártaro por el mismo lado, y otros por el opuesto a su salida; los hay que corren en círculo, y que después de haber dado vuelta a la tierra una y muchas veces, como las serpientes que se repliegan sobre sí mismas, bajándose lo más que pueden, marchan hasta la mitad del abismo, pero sin pasar de aquí, porque la otra mitad es más alta que su nivel.

Estas aguas forman muchas corrientes y muy grandes, pero hay cuatro principales, la mayor de las cuales es la que corre más exteriormente y en rededor, y que se llama Océano. El que está enfrente de este es el Aqueronte, que corre en sentido opuesto al través de lugares desiertos, y que sumiéndose en la tierra, se arroja en la laguna Aquerusia, donde concurren la mayor parte de las almas de los muertos, que después de haber permanecido allí el tiempo que se les ha señalado, a unas más, a otras menos, son enviadas otra vez a este mundo para animar nuevos cuerpos.

Entre el Aqueronte y el Océano corre un tercer río, que no lejos de su origen va a precipitarse en un extenso lugar lleno de fuego, y allí forma un lago más grande que nuestro mar, donde hierve el agua mezclada con el cieno; y saliendo de aquí negra y cenagosa, recorre la tierra y desemboca a la extremidad de la laguna Aquerusia sin mezclarse con sus aguas, y después de haber dado muchas vueltas bajo la tierra, se arroja en la parte más baja del Tártaro. Este río se llama Puriflegeton, del que se ven salir arroyos de llamas por muchas hendiduras de la tierra.

A la parte opuesta el cuarto río cae primeramente en un lugar horrible y salvaje, que es, según se dice, de un color azulado. Se llama este lugar Estigio, y laguna Estigia la que forma el río al caer. Después de haber tomado en las aguas de esta laguna virtudes horribles, se sume en la tierra, donde da muchas vueltas y dirigiendo su curso frente por frente del Puriflegeton, le encuentra al fin en la laguna Aquerusia por la extremidad opuesta. Este río no mezcla sus aguas con las de los otros; pero después de haber dado su vuelta por la tierra, se arroja como los demás en el Tártaro por el punto opuesto al Puriflegeton. A este cuarto río llaman los poetas Cocito.

Dispuestas así todas las cosas por la naturaleza, cuando los muertos llegan al lugar a que les ha conducido su guía, se les somete a un juicio, para saber si su vida en este mundo ha sido santa y justa o no. Los que no han sido ni enteramente criminales ni absolutamente inocentes, son enviados al Aqueronte, y desde allí son conducidos en barcas a la laguna Aquerusia, donde habitan sufriendo castigos proporcionados a sus faltas, hasta que, libres de ellos, reciben la recompensa debida a sus buenas acciones. Los que se consideran incurables a causa de lo grande de sus faltas y que han cometido muchos y numerosos sacrilegios, asesinatos inicuos y contra ley u otros crímenes semejantes, el fatal destino, haciendo justicia, los precipita en el Tártaro, de donde no saldrán jamás. Pero los que sólo han cometido faltas que pueden expiarse, aunque sean muy grandes, como haber cometido violencias contra su padre o su madre, o haber quitado la vida a alguno en el furor de la cólera, aunque hayan hecho por ello penitencia durante toda su vida, son sin remedio precipitados también en el Tártaro; pero, transcurrido un año, las olas los arrojan y echan los homicidas al Cocito, y los parricidas al Purifiegeton, que los arrastra hasta la laguna Aquerusia. Allí dan grandes gritos, y llaman a los que fueron asesinados y a todos aquellos contra quienes cometieron violencias, y los conjuran para que les dejen pasar la laguna, y ruegan se les reciba allí. Si los ofendidos ceden y se compadecen, aquellos pasan y se ven libres de todos los males; y si no ceden, son de nuevo precipitados en el Tártaro, que los vuelve a arrojar a los otros ríos hasta que hayan conseguido el perdón de los ofendidos, porque tal ha sido la sentencia dictada por los jueces.

Pero los que han justificado haber pasado su vida en la santidad, dejan estos lugares terrestres como una prisión y son recibidos en lo alto, en esa tierra pura, donde habitan. Y lo mismo sucede con los que han sido purificados por la filosofía, los cuales viven por toda la eternidad sin cuerpo, y son recibidos en estancias aún más admirables. No es fácil que os haga una descripción de esta felicidad, ni el poco tiempo que me resta me lo permite. Pero lo que acabo de decirte basta, mi querido Simmias, para hacerte ver que debemos trabajar toda nuestra vida en adquirir la virtud y la sabiduría, porque el precio es magnífico y la esperanza grande.